Jueves, 6 de agosto de 2015 | Hoy
CINE › MáS NOTAS PERFECTAS, CON ANNA KENDRICK Y REBEL WILSON
Por Ezequiel Boetti
El cambio de los títulos originales para los lanzamientos locales es una (mala) costumbre de las distribuidoras tan vieja como el cine mismo, pero el caso de Pitch Perfect y su secuela, estrenadas aquí como Ritmo perfecto y Más notas perfectas, respectivamente, es cuanto menos curioso, ya que la elección de los términos musicales favorecen la evaluación de sus contenidos. El film de 2012 exhibía, como todo buen ritmo, un ajuste finísimo y premeditado, una armonía generalizada que convertía a ese musical deforme en algo distinto y superior a la sumatoria de sus partes, todas ellas de por sí nobles y buenas. El de 2015, en cambio, tiene algunos chispazos de talento y una serie de chistes que funcionan –si es que lo hacen– sólo cuando se los piensa extrapolados de su contexto, casi como uno de esos solos de guitarra pensados únicamente para el lucimiento del músico de turno.
Ritmo perfecto comenzaba con una competencia de canto en la que los Treblemakers se imponían frente a las chicas de Barden Bellas, cuya líder terminaba vomitando a la platea en primer plano, con salpicaduras a la pantalla incluidas. El inicio de Más notas perfectas también tiene a un imponderable como disparador. Surge cuando un desajuste en la coreografía deja en bolas a Fat Amy (Rebel Wilson, cada día más cerca de convertirse en la reversión genérica de Jonah Hill), escena que rápidamente se viraliza en Internet. Pedirle explicitud implicaría desconocer los límites del mainstream norteamericano, pero las imágenes parcialmente blureadas eliminan cualquier atisbo de comicidad, operando además como síntoma de un film más preocupado por replicar la estructura previa y todas sus particularidades internas antes que por ensayar un intento de expansión. Así, ya desde su misma premisa (el grupo de a capella en un mundial de la disciplina) todo huele a refrito. ¿Que no había materia prima para una secuela? ¿Que no es posible contar lo mismo dos veces? Ver los extraordinarios ocho capítulos de Wet Hot American Summer, spin off del film homónimo de 2001, para entender que un universo aparentemente clausurado puede abrirse a fuerza de inventiva, imaginación e ideas.
No es casual la referencia a la serie creada por David Wain. Disponible en Netflix desde la semana pasada, ella agrupa a varios de los actores y actrices emblemáticos de la segunda ola de la Nueva Comedia Americana, entre ellas Elizabeth Banks, quien en Más notas perfectas debuta en la dirección de largometrajes después de haber estado al mando de uno de los cortos del film colectivo Proyecto 43. La señorita supo hacer del timing y la conciencia del disparate sus estandartes interpretativos, pero detrás de cámara exhibe una tendencia a lo chicloso, mostrándose incapaz de soltar a sus personajes cuando los remates humorísticos lo requerían, como si no supiera manejar la narrativa fragmentada y paródica demarcada por el film anterior. Que no tendría la perfección anunciada en su título, pero que definitivamente sonaba mejor que esta película desafinada.
(Pitch Perfect 2/
Estados Unidos, 2015)
Dirección: Elizabeth Banks.
Guión: Kay Kay Cannon.
Duración: 115 minutos.
Intérpretes: Anna Kendrick, Rebel Wilson, Hailee Steinfeld, Brittany Snow y Skylar Astin.
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