Jue 31.08.2006
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CINE › ENRIQUE PIÑEYRO HABLA DE “FUERZA AEREA SOCIEDAD ANONIMA”, SU DOCUMENTAL DE DENUNCIA

“La Fuerza está en todo negocio turbio”

Después de Whisky Romeo Zulu, donde desnudaba la cadena de negligencias y complicidades que causó la catástrofe de LAPA, el ex piloto devenido actor y director carga ahora contra la fuerza que hegemoniza el control del espacio aéreo argentino.

› Por Oscar Ranzani

Si el mensaje de Whisky Romeo Zulu era que el accidente de LAPA que le costó la vida a 67 personas se debió a la negligencia de una empresa y a una autoridad complaciente, Fuerza Aérea Sociedad Anónima deja en claro que la seguridad de vuelo no es una reivindicación gremial, sino un bien de la comunidad usuaria. En ese sentido, las denuncias que efectúa el ex dirigente de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas Enrique Piñeyro en su nueva película se transforman en un problema colectivo, de la sociedad en su conjunto. Piñeyro vuelve, entonces, al tema que mejor conoce y lo aborda cinematográficamente desde la perspectiva del documental, con acusaciones que tienen nombre y apellido: “El sistema está colapsado y gestionado por incapaces que han transformado a la Fuerza Aérea en una de las instituciones más corruptas, si no la más corrupta del país, gracias a sus brigadieres y comodoros, que a lo único que se dedicaron es a hacer negocios”, dice el cineasta y especialista en investigaciones de accidentes aéreos, luego de haber recibido hace unos días una citación cuasi judicial de la Fuerza Aérea por un supuesto vuelo irregular realizado durante la filmación de Whisky Romeo Zulu. “La Fuerza Aérea –continúa Piñeyro– no puede seguir funcionando como en la época del Proceso. De hecho, es la única fuerza que no hizo una autocrítica. La Marina la hizo muy tardíamente, el Ejército de la mano de Balza la hizo hace casi doce años. Al menos la hicieron. Estos ni siquiera la hacen. Y siguen operando de la misma forma que hace treinta años, con la cincha que le pone el Estado de derecho pero nada más. Si pueden, lo esquivan.”

Un dato contundente marca el inicio de Fuerza Aérea..., cuyo estreno coincide con el séptimo aniversario del accidente de LAPA: entre 1997 y 1999 murieron 142 personas (67 en el accidente de LAPA, 74 en el de Austral en Fray Bentos y una comisario de a bordo que cayó al vacío al abrirse una puerta defectuosa). Este número indica una cifra mayor de muertos que en los 27 años precedentes. Desde allí parte Piñeyro para denunciar, mediante argumentaciones técnicas entendibles, cámaras ocultas y grabaciones sonoras, el estado de la aviación civil en la Argentina. El director pone en evidencia el accionar de ciertos miembros de la Aeronáutica (por amenazas y corrupción), explica cómo se reducen los costos de operatividad de acuerdo con cada empresa, las graves falencias operativas en aeropuertos y en la mismísima Torre de Control de Ezeiza. El ex piloto de LAPA investiga las causas de algunos accidentes (como el sucedido en el Aeródromo El Pampero en Santa Rosa y el de Fray Bentos) y la ineficiencia en la emergencia. De hecho, uno de los ejemplos que utiliza parece tomado de la ficción, aunque es totalmente real: un cohete balístico que casi derriba a un avión comercial después de que cruzara el límite con Uruguay.

–Vuelve a la inseguridad aérea, pero desde el documental.

–La ficción es una herramienta muy buena para transmitir emociones y muy mala para dar información, explicar o ser descriptivo, porque todo tiene que acontecer dramáticamente. En el documental podés explicar, ser descriptivo, no te importa mucho que las cosas acontezcan dramáticamente pero, a la vez, el documental tiene la desventaja de que contiene imágenes del hecho y a posteriori, pero ni un solo fotograma previo al hecho. Lo que me interesaba contar en Whisky... era lo previo. Ahora me decidí a hacer un documental, pero lo que estamos contando es el previo del próximo accidente. Si no hacemos algo, este documental va a ser el Whisky Romeo Zulu del próximo accidente. En la película hay emergencias reales con grabaciones reales que son producto de esta ineficiencia, de esta corrupción. El componente emocional del documental es que lo que voy a mostrar no son más mis opiniones. En Whisky Romeo Zulu decían: “Es la fantasía del director”. Ahora no hay fantasía, puse una cámara en la torre de control de Ezeiza y eso es lo que estamos viendo.

–¿El título alude a que en esta institución se hacen negocios o a que nunca aparecen responsables?

–A las dos cosas. Y, en realidad, es generoso porque debería ser Fuerza Aérea Asociación Ilícita. Se me ocurrió tarde. Además, baja línea y es menos simpático. Si se mira para atrás, Fuerza Aérea ha sido el socio permanente, número uno y activo de cuanto negocio turbio hubo a 500 millas de un aeropuerto: Edcadassa, los depósitos fiscales, la Aduana paralela, el brigadier Echegoyen, el Tango 01, la cocaína en Southern Winds. Un suboficial de la Fuerza Aérea se afanaba teléfonos celulares de las bodegas de los aviones. O sea, cuanto curro haya, ahí están.

–¿La idea es concientizar al espectador de que la inseguridad aérea es un problema de todos?

–A dos puntas. Una es al espectador y decirle: “Mirá que lo que estoy contando no es un problema mío. Es mío y tuyo. Los dos nos subimos a los aviones. Los dos tenemos hijos chiquitos que el día de mañana van a volar como pasajeros o como pilotos. Ni vos ni yo queremos que vuelen en un espacio aéreo tan inseguro como el que estamos volando nosotros. Tenemos que dejarles algo mejor”. El otro target apunta a los gobernantes. A mí me encanta la desmilitarización que están haciendo. La están haciendo y es verdad. Es la primera vez que veo un gobierno que realmente le pone coto y límite a los militares. Pero la desmilitarización es una deuda que no puede esperar más. Necesita un plan serio y una transición apoyada por organismos internacionales que tienen la gente y los profesionales para hacerlo. Tenemos que hacerlo ya, porque si no se va a caer otro avión por las mismas causas que se cayeron los aviones de Austral y de LAPA. Y si yo digo que se va a caer un avión, paren la oreja porque ya lo dije una vez y lo escribí. Y se cayó. No soy un exaltado ni un loquito, y si algún tinte de exaltado se me nota es la desesperación de ver que estamos yendo al precipicio y no estamos parando.

–Usted derriba esa vieja costumbre de echarle la culpa a los pilotos en los accidentes.

–Es que el “error del piloto” es un eufemismo para encubrir la falla del sistema. El error es una parte indivisible de la conducta humana. Yo me voy a equivocar, usted también, todos nos vamos a equivocar. Es una constante, no una variable, porque somos humanos. Si yo digo “un error de piloto tiró abajo un avión”, bueno, no volemos más con piloto porque los pilotos se equivocan siempre todo el tiempo y en todos los vuelos. No. Si yo sé que el error es una constante y no es una variable, tengo que planear procedimientos que lo detecten en fases tempranas y minimicen sus consecuencias. Es todo el secreto de la seguridad aérea.

–¿Qué piensa que se puede modificar a partir de esta película?

–Se tiene que modificar el sistema. Whisky Romeo Zulu era como decir “instalemos el tema”. Ahora tiene que cambiar. Lo que estoy mostrando (seas gobernante, espectador, opinión pública, pasajero, piloto, autoridad o lo que fuere) es lo suficientemente grave como para decirte “esto así no da más”.

–¿Tuvo alguna dificultad durante la filmación?

–No. Les filmás Whisky Romeo Zulu y no se dan cuenta de nada. No pueden controlar nada. No me pueden controlar a mí, ¿qué van a poder controlar? ¿Mire si yo fuera de Al Qaeda y en vez de camaritas pongo confites? En un aeropuerto hago lo que quiero, porque éstos son unos incapaces. Ahora les sacaron la PAM (Policía Aeronáutica Militar), así que puede que Whisky Romeo Zulu no la pueda volver a filmar. Pero en lo que depende de ellos, que es la Torre, puedo hacer lo que quiera: puedo entrar caminando y pasear.

–¿Le resultó difícil bajar el lenguaje técnico al llano?

–No, para nada. La aviación es tan oscura, compleja e intrincada como lo que quieras ocultar. Y es tan transparente como lo que quieras decir. No hay nada que no se entienda. Es muy fácil. Lo que pasa es que hay que querer decirlo.

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