Jueves, 10 de septiembre de 2015 | Hoy
CINE › COMIENZA HOY LA DECIMOQUINTA EDICION DEL FESTIVAL DE CINE ALEMAN
Hasta el próximo miércoles, en tres salas de Buenos Aires se verán 18 largometrajes y una docena de cortos producidos en Alemania. Laberinto de mentiras, de Giulio Ricciarelli, y Victoria, de Sebastian Schipper, serán exhibidas en calidad de preestreno.
Por Diego Brodersen
“Hay vitalidad en una cinematografía cuando se produce mucho y esa producción es heterogénea. Y éste parece ser el caso del cine alemán actual”, escribe el periodista y crítico Alejandro Lingenti en el catálogo del Festival de Cine Alemán, que este año sopla sus quince velitas. Como todos los meses de septiembre –a partir de hoy y hasta el miércoles 16–, una de las salas del Village Recoleta, el Malba y otra en el Village del barrio de Caballito estarán ocupadas por films producidos en la República Federal de Alemania. Para esta ocasión, el Festival presenta 18 largometrajes y una docena de cortos, además de apoyar la visita del cineasta Heinz Emigholz, que estará mostrando algunas de sus películas en el marco de la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires. Podrá pensarse que si esa cinematografía es actualmente muy prolífica –algo menos de 300 títulos anuales–, la del Festival es una pequeña muestra de esa heterogeneidad, apenas un seis por ciento. Al mismo tiempo: ¿cuánto de ese cine llega habitualmente a la cartelera comercial? El mismo cálculo puede practicarse con la producción de otras latitudes y la conclusión será siempre la misma: es gracias a estos pequeños festivales y ciclos que el espectador inquieto puede abrir un poco el juego y saciar, en alguna medida, el apetito por todo ese cine que no suele contar con los favores de la distribución comercial.
Hay excepciones, claro está, y dos de las películas más prominentes de la cosecha germana 2014/2015 serán exhibidas en calidad de preestreno. Tanto Laberinto de mentiras, de Giulio Ricciarelli, como Victoria, dirigida por Sebastian Schipper, tienen fecha de estreno pautada para las próximas semanas y sus proyecciones en el marco del festival contarán con la presencia del director de la primera y de la actriz protagónica de la segunda, la catalana Laia Costa. Si el apellido Ricciarelli no suena demasiado alemán es porque el actor y realizador nació en Milán, aunque ha desarrollado toda su carrera, tanto delante como detrás de las cámaras, en las tierras de Goethe. Laberinto de mentiras es su primer largometraje y se trata de uno de esos films marcados a fuego por su temática: los juicios que realizados entre 1963 y 1965 en Frankfurt, y que tuvieron como meta condenar a una veintena de responsables de las muertes en el campo de exterminio de Auschwitz. En este film histórico con precisa reconstrucción de época, el guión se permite la libertad de crear un personaje de ficción, un joven abogado que toma el toro por las astas y recibe la aprobación del famoso fiscal general Fritz Bauer para dar inicio a las investigaciones y posteriores acusaciones.
Victoria, por su lado, se ha convertido en una niña mimada de los festivales desde su presentación en la Berlinale y ya fue exhibida en abril pasado en el Bafici dentro de la sección competitiva Vanguardia y género. Muchos la llaman “la película del plano secuencia”, ya que fue rodada en un único plano de 140 minutos a lo largo del fin de una noche y el comienzo del día siguiente en calles, terrazas y diversos locales del centro de Berlín (eso, al menos, afirman sus realizadores; hay quienes dudan e imaginan alguna que otra costura digital aquí y allá). Sea como fuere, la película es un auténtico tour de force que arranca en un típico boliche subterráneo berlinés y termina en la lujosa habitación de un hotel cinco estrellas. En medio, una chica española que anda currando en Alemania y una banda de jóvenes delincuentes, en un film que reutiliza inteligentemente algunas ideas de los crime films norteamericanos y franceses de los ’50 y ’60.
El director Franz Müller visitó Buenos Aires hace algunos meses y presentó algunas de las películas del ciclo “Revolver”, que tuvo lugar en la Sala Leopoldo Lugones. Esta vez no será de la partida, pero su última película, El peor de los casos, forma parte del Festival de Cine Alemán. Rodada en una ciudad balnearia de Polonia, narra las vicisitudes de un equipo de rodaje que anda intentando filmar allí una película ultra independiente, pese a las dificultades de presupuesto, de idioma y de concepto creativo. Eva Löbau es la protagonista femenina de esta comedia indie, pero también podrá vérsela como parte del reparto de Un regalo de los dioses, de Oliver Haffner. Ese largometraje cruza el drama y el humor, y tiene como personaje central a una actriz que, luego de quedarse sin trabajo, decide aceptar la propuesta de dirigir un taller de teatro para personas desempleadas.
Otro film que tuvo algunas pasadas en el último Bafici: Las mentiras de los vencedores, el último largometraje de Christoph Hochhäusler. Se trata de un thriller político a la vieja usanza, que enfrenta al joven periodista estrella de una revista con una sofisticada red de conspiraciones que incluye a políticos, militares y empresarios, y cuyos alcances el espectador va conociendo –junto con el protagonista– como si se tratara de un complejo rompecabezas de lealtades y traiciones. Hochhäusler demuestra nuevamente, como ya lo había hecho con su aporte a la trilogía Dreileben, que conoce muy bien los mecanismos narrativos del cine de suspenso. Remake, Remix, Rip-Off: About Copy Culture & Turkish Pop Cinema, dirigido por Cem Kaya es, como su nombre lo indica, un documental centrado en la floreciente industria del cine turco en los años ’60 y ’70, cuando la inexistencia de una ley de copyright permitía a productores y realizadores copiar a mansalva las películas hollywoodenses más populares, desde El mago de Oz hasta El exorcista. Más allá de ofrecer un interesante pantallazo a las tradiciones de una cinematografía de la cual sólo se conocen por aquí a sus referentes más prestigiosos, el film incluye una ingente cantidad de escenas de películas que van de lo hilarante a lo aborrecible y de lo bizarro a lo francamente indescriptible. Lo dicho: heterogeneidad.
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