Jue 24.12.2015
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CINE › NO SOY LORENA, DE LA CHILENA ISIDORA MARRAS

Un drama de baja intensidad

› Por Horacio Bernades

“Esta vieja de mierda no se quiere mover y no me deja pasar”, dice la mamá de Olivia, protestando frente a su propia imagen en el espejo, al que confundió con una puerta abierta. Olivia la contempla muda, semiparalizada, como quien constata lo irreversible. Lo que todavía no sabe es que una confusión de datos aparentemente banal, sumada a algunas circunstancias de su vida –no dar del todo con el papel de la obra que está ensayando, el hecho de que el director sea su ex pareja, el propio “riesgo laboral” de trabajar haciendo de otros– la llevarán a ella misma a no tener del todo claro quién es Olivia. Drama de baja intensidad alrededor del tema de la identidad, el espejo que obstaculiza a No soy Lorena, ópera prima de la realizadora chilena Isidora Marras, es justamente esa intensidad retaceada, que mantiene a esta coproducción con Argentina –presentada en los festivales de Locarno y Toronto, entre otros– a las puertas de una película que pudo haber sido.

Escasa intensidad es lo que reprocha Mauro (el argentino Lautaro Delgado) a la protagonista, que no logra dar con el nervio que la situación dramática requiere. Los personajes de Olivia (Loreto Aravena, foto) y su compañero de elenco, Alonso (Matías Oviedo) discuten en escena con una pistola entre manos. Pero las actuaciones no llegan a estar a la altura de la situación. Olivia no termina de entender bien qué es lo que le falta y Mauro no hace mucho por aclarárselo. Mucho menos comprende Olivia qué pasa con su mamá, demasiado joven para el Alzheimer (Paulina García, a partir de su fabuloso protagónico en Gloria la estrella chilena de mayor proyección internacional). O con esos insistentes llamados a su celular, preguntando por una Lorena Ruiz que no es ella. Ni qué hablar de cuando las cosas escalan hasta el punto de una amenaza de embargo, como consecuencia de una deuda impaga de su doble involuntaria.

Al principio, Olivia intenta resistir la absurda confusión, cuya persistencia lleva las cosas a un plano cuasi kafkiano. Más tarde toma el toro por las astas y sale a buscar a la tal Lorena Ruiz, por lo visto una copera, cuya identidad en algún punto Olivia coqueteará con asumir, sin terminar de hacerlo del todo. Sin terminar de hacerlo del todo: éste es el problema mayor de No soy Lorena, una película a la que le falta compromiso. Compromiso con lo que está narrando, de modo que no llega allí donde podría (o debería) haberlo hecho. Un poco por delgadez narrativa: una escena en que la protagonista va finalmente a la firma que le reclama la deuda de la otra es como una versión algo más prosaica de El castillo, de Kafka. Pero la cosa queda ahí, no ante la ley sino ante sus puertas. Otro tanto para la excursión de Olivia al mundo de la nocturnidad, cuando, peluca mediante, da la impresión de ser una versión femenina del personaje de Al Pacino en Cruising. Pero, otra vez, allí se detiene Olivia y vuelve atrás. Como la propia película, que hubiera necesitado una asunción más resuelta del punto de vista de la protagonista para alcanzar un sentimiento de ajenidad, de alienación, de extrañeza, que aquí apenas puede presuponerse, lejanamente.

5 - No soy Lorena

Chile/Argentina,

2014

Dirección: Isidora Marras.

Guión: Isidora Marras y Catalina Calcagni.

Música: Cristian Basso.

Duración: 82 minutos.

Intérpretes: Loreto Aravena, Maho Farías, Lautaro Delgado, Matías Oviedo, Paulina García, Gabriela Aguilera.

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