CINE › NAVIDAD CON LOS COOPER, UN RELATO CORAL DE LO MáS PREVISIBLE
El film de Jesse Nelson muestra los sucesos vividos por una familia en las horas previas a la Nochebuena, con un arco narrativo circular en el que se hace obvio que todos los integrantes del clan terminarán brindando felices por el bienestar de los suyos.
› Por Ezequiel Boetti
Si en lugar del mofletudo John Goodman estuviera Guillermo Francella, si la responsabilidad de los acordes finales cayera sobre Ignacio Copani, si se mutara el espíritu de conciliación por una buena dosis del humor costumbrista argento más rancio en stock, y si se cambiara la siempre idílica postal invernal de un suburbio norteamericano por un estudio televisivo del Gran Buenos Aires, los Cooper podrían ser tranquilamente los Benvenuto. Al igual que el de aquel programa dominguero emitido durante la primera parte de los 90 por Telefe, el arco narrativo propuesto por la realizadora Jessie Nelson (la misma de, ay, Mi nombre es Sam) edifica una sensación de circularidad que imposibilita suponer algo distinto a lo que finalmente ocurre. Esto es, que todos los integrantes del clan terminen brindando felices por el bienestar de los suyos, aun cuando esto implique resolver en apenas un par de horas aquello que al común de los mortales le demandaría años, quizá décadas, de charlas con amigos, consumo de whisky y terapia.
Empalagoso como turrón de pasta de almendras y portador de un desenlace tanto o más difícil de digerir que un pedazo de lechón caliente el 25 al mediodía, el film de Nelson muestra los sucesos vividos por los distintos personajes en las horas previas a la Nochebuena. El menú, ideado junto al guionista Steven Rogers, incluye a un matrimonio herido por el paso del tiempo y la convivencia (John Goodman y una llamativamente controlada Diane Keaton), sus hijos (Olivia Wilde y Ed Helms), la hermana acomplejada por la volatilidad de sus emociones de ella (Marisa Tomei), el papá de ambas (Alan Arkin), enamorado secretamente de una joven y acomplejada camarera (Amanda Seyfried) y la tía senil de él (June Squibb). La voz en off, suerte de ¿homenaje? a esa madre putativa de todas las películas navideñas que es ¡Qué bello es vivir!, está siempre lista para subrayar aquello que la dinámica propia de cada escena dejaba clarito de por sí. El personaje a su cargo es... bueno, mejor no adelantarlo porque se trata de una de las vueltas de guión más involuntariamente cómicas del año.
Navidad con los Cooper circulará por los carriles habituales de los relatos corales destinados a convertirse en una celebración de la unión y la familia a como dé lugar, pase lo que pase, caiga quien caiga. La oferta incluye una buena cantidad de pases de facturas, algunos gestos de buena voluntad, confesiones imposibles (atención a la del policía negro) y una enseñanza para cada uno de los protagonistas. Los nombres dentro de los paréntesis del párrafo anterior dejan en claro que hay elenco para cuatro películas y que si había algo en lo que Navidad con los Cooper no podía fallar era justamente en la parte actoral. A favor, entonces, debe decirse que el oficio generalizado de los intérpretes, en su mayoría de probada soltura en el terreno de la comedia, consigue poblar la pantalla con seres por momentos parecidos a los humanos. Por eso, y porque un redondeo para arriba no se le niega a nadie en estas fechas, el film llega raspando al cinco.
Love the Coopers/Estados Unidos, 2015
Dirección: Jesse Nelson.
Guión: Steven Rogers.
Música: Nick Urata.
Fotografía: Elliot Davis.
Duración: 107 minutos.
Intérpretes: Alan Arkin, John Goodman, Ed Helms, Diane Keaton, Amanda Seyfried, June Squibb, Marisa Tomei, Olivia Wilde.
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