CINE › OPINION
› Por Liliana Bodoc *
Cuando supe de la represión contra la murga terminé de entender, con el corazón en la garganta, que estamos sometidos a la venganza. Venganza contra los símbolos. Una especie de “Ahora van a ver” que me dejó sin aire. ¿Era esperable? Seguramente. ¿Es parte de la estrategia neoliberal para someter a los pueblos? Con toda seguridad. Pero eso no atenúa el dolor, sino al contrario. No obstante, en lo personal, hubo una contrapartida. La represión a la murga fue, en cierto sentido, la finalización del duelo y de la perplejidad. La aceptación de la realidad que nos toca y, con eso, el inicio de la resistencia. Porque si callan a golpes una canción, esa canción se multiplica.
Quiero señalar la orgullosa alegría de ser parte de una inmensa mayoría de escritores y artistas, que hablan alto y claro. Si el arte no es libertad, no es nada. Esta unión de autores es un ejemplo de lo que, cuanto antes, deberá replicarse en todos los ámbitos sociales. La defensa empecinada, el amor a lo que supimos conseguir, la dignidad nuestra de cada día, eso significa para mí el colectivo.
Cuando el arte está en el ECuNHi está en casa. El ECuNHi es, por excelencia, el lugar de la vida. Es pura enseñanza de transformación, por eso es el sitio más fértil para estas jornadas. El solo hecho de su realización me colma el corazón de alegría. Qué lindo sábado, va a sonar fuerte, se va a escuchar para siempre, va a ser una semilla de sábado de la que nacerán muchos otros sábados, muchos otros días, muchas otras batallas de las que nos gusta librar a nosotros: las batallas de la paz. Esas batallas que comienzan al grito de “¡hasta la vida, mis valientes!”
* Escritora.
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