Sábado, 23 de septiembre de 2006 | Hoy
CINE › DESPUES DE UNA AMENAZA DE HURACAN, SAN SEBASTIAN COBRA RITMO
Hoy se exhiben El camino de San Diego, El custodio y Crónica de una fuga. Sleeping Dogs Lie, un ejercicio de incorrección.
Por HORACIO BERNADES
Desde San Sebastián
Despejado ya el temor al huracán, el cine argentino se expone en San Sebastián. Atraído seguramente por las resonancias de su nombre y en contra de los pronósticos más agoreros, el ciclón Gordon ni rozó el País Vasco, llevando olas, tormentas y vientos huracanados de Galicia a Gran Bretaña. El rumor de que venía para este lado había sido tan fuerte, que llevó a cerrar el aeropuerto local y suspender los vuelos. Pero no pasó mucho tiempo antes de que el tiempo volviera a despejarse en esta ciudad cantábrica, disipando dudas y eliminando todo rastro de nubarrones sobre esta 54ª edición del festival español. Con el cielo de su lado, hoy se presentan varias de las películas argentinas que forman parte de la programación del Nazioarteko Zinemaldia, nombre del evento en lengua eskerra.
A primera hora de la mañana es el turno de El camino de San Diego, la película de Carlos Sorín, representante del cine latinoamericano en su conjunto en la competencia oficial. Pero ese es sólo el comienzo, ya que por la tarde y noche de hoy se suceden en la grilla Crónica de una fuga, de Adrián Caetano, y El custodio, de Rodrigo Moreno, cuya presencia aquí les permite consolidar su recorrida internacional. La reciente presentación en Toronto le abrió a la película de Caetano el mercado estadounidense, al ser adquirida por The Weinstein Co. para su lanzamiento allí, a comienzos del año próximo. Según lo que su director anticipó aquí a Página/12, por ese entonces Caetano comenzará a rodar en Colombia una saga mafiosa, que aún no tiene título definitivo y contará con producción franco-estadounidense. Por su parte, el film de Moreno remata aquí una circulación internacional iniciada a comienzos de año en Berlín –donde ganó el importante premio Alfred Bauer– y refrendada a partir de ese momento con el estreno en varios mercados europeos.
Que la emigración es uno de los hilos conductores de esta 54ª edición de San Sebastián lo subrayan no sólo las tres grandes retrospectivas programadas, sino también las películas elegidas para abrir el festival. Mientras las retros están dedicadas al gran Ernst Lubitsch (judío vienés, a quien la proximidad del nazismo llevó a radicarse en Hollywood desde los años ‘30 y hasta su muerte), a Barbet Schroeder (ciudadano francés, nacido en Irán de padres germanos, con destino hollywoodense también) y, finalmente, al tema de la emigración en sí (con una treintena de películas de los más diversos orígenes), no extraña que los films inaugurales del Zinemaldia hayan sido Ghosts y Babel. La primera, que se presenta en competencia oficial, es una producción británica, que narra la odisea real vivida por inmigrantes asiáticos ilegales, hace un par de años. Ganadora de la Palma a la Mejor Dirección en la más reciente edición de Cannes, Babel (apertura de Zabaltegui, la más importante paralela de San Sebastián) es el film más reciente de Alejandro González Iñárritu, el mexicano que se hizo famoso por Amores perros y que está radicado en... Hollywood, por supuesto. Lo cual hace pensar que el tema central de esta edición de SS, en lugar de “Emigrantes” bien pudo haber sido “Hollywood, Tierra Prometida”.
Segundo film de ficción del reconocido documentalista británico Nick Broomfield (de quien su anterior Aileen: vida y muerte de una asesina serial pudo verse en el Festival de Mar del Plata), Ghosts es un nuevo avatar de una de las tendencias más fuertes del cine contemporáneo: la de fusionar documental y ficción. No sólo reconstruye un hecho real sino que además está actuada por la protagonista de ese hecho. Que recrea aquí, con todo el dolor imaginable, su largo viaje clandestino de China a Inglaterra y sus trabajos y duros días subsiguientes, que la llevaron a convertirse en única sobreviviente de una tragedia. Con un indudable parecido con In this World, film del escocés Michael Winterbottom que narraba un episodio semejante, y un desarrollo que no escapa de lo previsible, ciertas incursiones en la sensiblería apoyan la conjetura de que el documentalismo podría llegar a servir a veces como coartada manipulativa.
Más interesante y disruptiva que Ghosts, más riesgosa y divertida, más viva en suma, resulta otra de las películas que la competencia oficial presenta en sus primeros días. Se trata del film indie Sleeping Dogs Lie, opus tres del comediante, director y guionista Bobcat Goldthwait, que –versión moderada de los salvajes hermanos Farrelly– pulveriza entre risas toda corrección política. Salir del closet no le resulta nada sencillo a la protagonista, cuyo “pecado” no se presenta amparado por ningún consenso previo. Es que la canita al aire de Amy no consistió en acostarse con ninguna chica (como miente en algún momento, sabiendo que eso será tolerado) sino... habérsela chupado a su perro, cuando era adolescente (ella, no el perro). La pobre Amy se pasa la película entera sin animarse a contarlo, y cuando finalmente lo hace recibe rechazos monumentales, de tal manera que termina comprendiendo que sobre ciertas cosas más vale mentir. Con lo cual se demuestra que las aguas de la Divina Tolerancia, en las que buena parte del mundo cree bañarse todos los días, están bastante más servidas de lo que se supone.
Que a esa conclusión se llegue entre nerviosas carcajadas, miradas perrunas que parecerían ocultar más de lo que dicen y un catálogo de las mejores malas costumbres familiares confirma que, frente a las trampas del consenso, el buen gusto y la seriedad forzada, sigue habiendo, felizmente, un cine dispuesto a ir más allá.
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