CINE › GABRIEL GARCIA MARQUEZ CELEBRA LOS 20 AÑOS DE LA ESCUELA DE CINE DE SAN ANTONIO DE LOS BAÑOS
En medio del fragor del 28º Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, que culminó el viernes, se celebraron veinte años de la escuela, que ha graduado a más de 500 alumnos y 3000 talleristas. “Impulsé la creación de una escuela de cine porque no sabría cómo se enseña a escribir literatura”, dice Gabo.
› Por Mauricio Vicent
Desde La Habana *
Es un diciembre cargado de aniversarios redondos en Cuba y Gabriel García Márquez hace memoria, arrellanado en uno de los mullidos sofás blancos de su casa de La Habana. En las paredes de la sala cuelgan cuadros de Víctor Manuel, Amelia Peláez y otros grandes pintores cubanos; un poco más allá, en la terraza, está la mítica mesa redonda donde Gabo y Fidel Castro han conspirado y arreglado el mundo tantas veces. “Hubo noches y madrugadas enteras, como aquélla cuando entró en tromba por esa puerta y me dijo: ‘Vamos a hacer una escuela de cine’”. Eso fue hace 21 años. El 15 de diciembre de 1986, sólo 12 meses después, la Escuela Internacional de Cine y Televisión –EICTV– de San Antonio de los Baños estaba inaugurada. “En realidad –confiesa el escritor–, Fidel la traía armada en la cabeza.”
García Márquez tiene 80 años, los mismos que su polémico amigo cubano, que lleva cuatro meses largos ausente de la escena política debido a un grave quebranto de salud cuyo origen y evolución es un misterio. “A estas alturas, ya no queda nadie que no vaya a cumplir 81 años”, bromea el Premio Nobel colombiano mientras repasa aquel invierno de infarto en que Castro, él y unos cuantos cómplices se inventaron una escuela de cine alrededor de la mesa del jardín. “Uno de los días llegó y muy tranquilamente preguntó: ‘Bueno, ¿ya están los planes de estudio?’... Y hasta ahora.” Como todos los diciembres desde entonces, García Márquez imparte estos días en la EICTV su taller de guión “Cómo se cuenta un cuento”, en el que participa como profesor invitado el director español Fernando León, igual que hicieron antes CostaGavras y otros. El taller tiene esta vez nueve alumnos y Gabo está feliz, pues para él no hay nada más sagrado que estas jornadas. “Son la vida”, admite sin vergüenza.
La semana pasada, en medio de los trabajos del taller y en el fragor del 28º Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, comenzaron las celebraciones y homenajes por los 20 años de la escuela, que en este tiempo ha graduado a más de 500 alumnos y 3000 talleristas, además de tener en su haber un millar de cortos y documentales, algunos multipremiados. Por supuesto, Gabo es protagonista de muchos de los actos, pero su presencia en La Habana adquiere relevancia adicional debido a la enfermedad del líder cubano. “Es muy raro: saber que no va a entrar como un ciclón en cualquier momento hace esta casa muy extraña”, dice. El pasado 2 de diciembre, durante el desfile militar en homenaje a los 80 años de Fidel y el 50º aniversario del desembarco del yate “Granma”, Raúl Castro lo llamó para que se sentase a su lado en la tribuna. Conversaron. La ausencia de Fidel en la Plaza de la Revolución desató todo tipo de rumores, pero Gabo, que venció un cáncer, no pierde el optimismo. “La noticia ahora es que no hay noticia”, comentaba con complicidad periodística el viernes pasado, último día de su taller, de una semana de duración.
La EICTV, dependiente de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, que preside el propio García Márquez, es conocida por muchos como “la escuela del Gabo”, pues durante todos estos años ha sido su principal alma y referente, y sus talleres anuales de guión, lo más esperado. Siguiendo su estela, han impartido clases en la escuela Francis Ford Coppola, Robert Redford, Steven Soderbergh, Costa-Gavras, Emir Kusturica, Tomás Gutiérrez Alea, Ettore Scola y una constelación de figuras del cine internacional. La lista de profesores de España, Cuba y Latinoamérica es inmensa, e incluye a actores, productores, directores y especialistas en diversas materias cinematográficas, cerca de 300 en estos 20 años; han sido los pilares más sólidos del sueño de Gabo, que él mismo resumió en 1985: “Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple y así de desmesurado”.
En el libro que acaba de regalarse la escuela por el aniversario, El arte nunca duerme –cuyo título fue tomado de un graffiti que pintó Coppola durante una de sus estancias en San Antonio–, García Márquez confiesa: “Impulsé la creación de una escuela de cine porque no sabría cómo se enseña a escribir literatura”. Ciertamente, desde que uno llega a la EICTV, ubicada en los terrenos de la antigua finca de San Tranquilino, a 35 kilómetros de La Habana, se percata de que no se halla en un centro académico normal. Estudiantes de diversos países del Tercer Mundo, pero sobre todo de América latina, realizan prácticas o preparan sets en cualquier recoveco y otros alistan sus equipos para salir a San Antonio, localidad que la escuela acaba de homenajear como “el pueblo más filmado del mundo”.
“La mayoría de los grandes cineastas nunca pasaron por una escuela de cine, y nos preguntamos la razón. La respuesta era obvia: porque aprendieron trabajando, haciendo películas. Por ello nuestro principio fue ‘aprender haciendo’.” Esta es quizá la escuela de cine que más prácticas tiene en el mundo: 170 a lo largo de los tres años de formación”, afirma Julio García Espinosa, actual director y miembro de aquel grupo de cineastas que fundó la EICTV.
Como Fernando León y los británicos Stephen Frears y Ralph Fiennes, que estos días han compartido aula, albergue y colas en el comedor con los 120 estudiantes de la escuela, la mayoría de los profesores son cineastas en activo, y esto, según Espinosa, es “un valor añadido”. Como la materia prima que ha dado a los alumnos la delirante realidad cubana. El español Benito Zambrano, uno de los graduados más famosos de San Antonio, concibió los guiones de sus películas Solas y Habana Blues durante los dos años que pasó en la escuela. Hace 20 años, una de las primeras alumnas, la argentina Cristina Civale, realizó Todos los hombres son mortales, un controvertido corto en el que preguntaba a los cubanos qué pasaría cuando no estuviera Fidel. “Cuando se inauguró la EICTV, el Gabo nos dijo ‘Ustedes pueden ser los desempleados más caros del mundo’ –recuerda Julio García Espinosa– y desde entonces tratamos de que sus palabras no sean verdad.”
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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