Jueves, 22 de febrero de 2007 | Hoy
CINE › “LA REINA”, INGLATERRA SEGUN STEPHEN FREARS
El nuevo film del realizador británico justifica algunas de sus nominaciones al Oscar, con un trabajo impecable de Helen Mirren y una trama que desmenuza el difícil equilibrio entre la realeza y el poder político de las islas.
Por Horacio Bernades
De las seis nominaciones con que la Academia de Hollywood distinguió a La reina, algunas parecen justificadísimas. Otras, no tanto. Está claro que no podía dejar de nominarse a Helen Mirren por su composición de Isabel II: es uno de esos trabajos en los que el actor o actriz parecen haber absorbido por completo a su personaje, desde el más mínimo gesto hasta la propia esencia. La música compuesta por el francés Alexandre Desplat es intensa y arrobadora, y que el vestuario haya recibido otra nominación parece razonable. Aunque más que la ropa se destaca el montaje, que, más allá de algún desliz, integra con llamativa fluidez los fragmentos de archivo en el conjunto de la ficción. Rico en líneas de tensión y puntos de vista encontrados, el guión (cuarta nominación de la película) termina resolviendo esos conflictos mediante una discutible conciliación. Lo cual afecta a la película en su conjunto (quinta nominación), que por otra parte muestra un trabajo de dirección (sexto y último rubro nominado) que jamás trasciende lo meramente pragmático, poniéndose en más de una ocasión en el límite con lo televisivo.
Con guión de Peter Morgan, la película dirigida por el siempre ecléctico Stephen Frears (cuya mutabilidad de temas, tonos y estilo lo lleva de Ropa limpia, negocios sucios a Relaciones peligrosas, y de allí a Héroe accidental, Esperando al bebé o Alta fidelidad) no es, stricto sensu, una biografía cinematográfica de la longeva reina de Inglaterra, sino la dramatización de un momento preciso de su vida. No cualquier momento, por cierto: La reina hace foco en la muerte de Lady Di y las repercusiones que ese colapso trajo para la representante de los Windsor y la Casa Real en su conjunto. Pero además, que Diana Spencer se haya estrellado poco después de la elección de Tony Blair para el cargo de primer ministro les da pie, a Frears y Morgan, a hacer del representante del laborismo un segundo protagonista. The Queen hace eje en dos relaciones peligrosas, tanto en lo personal como en lo político: la de Isabel con Diana y la de Isabel con Blair.
La representante de una corona de mil años y la entrometida que terminará denunciando el conservadurismo de la familia real: eso por un lado. Por el otro, la monarca vs. el primer ministro laborista, presuntamente modernizador, democratizador y socialista. Es en ese presuntamente donde la película de Frears & Morgan guarda algunos de sus bombones más envenenados. “La estás defendiendo... No puedo creer lo que oigo”, se asombra la consecuente antimonárquica Mrs. Blair (Helen McCrory) al oír cómo el pusilánime de Tony (Charlie Sheen, actor cuyo rostro de marioneta tal vez no sea casual) hace la apología, no sólo de la reina en ejercicio sino de la idea misma de realeza. “¿Revolución?”, salta el Prime Minister, horrorizado, cuando descubre esa palabra en un discurso preparado por sus asesores. “Tiene la misma formación que nosotros, ¿cómo puede ser laborista?”, se sorprende el príncipe Felipe, marido de la reina (James Cromwell), corroborando tal vez la imprevista identificación entre el inventor de la Tercera Vía y los Windsor, que parecen vivir varios siglos en el pasado.
Ese carácter atrasado, pueblerino, cerril incluso, no sólo de Isabel, sino también de Felipe y la Reina Madre, da lugar a todo una línea satírica que recorre la película entera y le sienta muy bien, al estilo Frears y a la película en su conjunto. Necia cerrazón que terminará hundiendo a la corona en el fondo mismo de su impopularidad, cuando se nieguen a toda manifestación pública de duelo, tras la incrustación de Diana y Dodi Fayed contra el Pont D’Alma. “A mí me enseñaron que el dolor no debe mostrarse en público”, protesta Isabel mientras el país entero le exige que deje ver aunque sea una lagrimita. Es un gran acto de valentía el de La reina poner al borde del ridículo no sólo a la reina en ejercicio, sino al primer ministro, dando la impresión de que está a punto de voltear a dos muñecos con una sola pelota. Llegados a ese punto, Frears y Morgan reculan, concediéndole a la jurásica monarca el suficiente coraje para comprender que ha llegado la hora de modernizarse, flexibilizarse y hasta –oh, My!– humanizarse. Con lo cual director y guionista terminan comportándose como un tal Tony Blair, que pasó del socialismo al oficialismo y jamás se puso colorado.
7-LA REINA
The Queen. Gran Bretaña/Francia/Italia, 2006.
Dirección: Stephen Frears.
Guión: Peter Morgan.
Fotografía: Alfonso Beato.
Música: Alexandre Desplat.
Intérpretes: Helen Mirren, Michael Sheen, James Cromwell, Helen McCrory, Alex Jennings, Roger Allam y Sylvia Syms.
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