Jueves, 15 de marzo de 2007 | Hoy
CINE › “MIS GLORIOSOS HERMANOS”, DEL CANADIENSE JEAN-MARC VALLEE
Por Luciano Monteagudo
“Hasta donde recuerdo, siempre odié la Navidad”, dice la voz en off de Zachary Beaulieu, el cuarto hermano de una familia de cinco varones. Lo curioso del caso es que Zachary nació en Navidad, el 25 de diciembre de 1960 para ser más precisos, y desde entonces –cuando casi se asfixia en su esfuerzo por salir al mundo– esa fecha es para él una pesadilla. Hay que asistir a la interminable Misa Nocturna, luego a la reunión familiar en casa de la abuela, y el regalo nunca es lo que Zachary espera, entre otras cosas porque la importancia de la fiesta navideña se impone siempre a su modesto cumpleaños... El film canadiense C.R.A.Z.Y. (rebautizado equívocamente para su estreno local como Mis gloriosos hermanos) narra la pequeña épica personal de Zachary hasta que se hace adulto, un largo recorrido en busca de su identidad –sexual, familiar, social– que el director québécoise Jean-Marc Vallée (a partir de experiencias autobiográficas del guionista François Boula) narra con un humor agridulce y no poca sensibilidad, prestando particular atención a los detalles de lugar y de época: Montreal, entre los años ’60 y ’80.
“Es la historia de dos historias de amor: la del amor de un padre por sus cinco hijos, y la del amor de un hijo por su padre”, definió Vallée con precisión el núcleo de su film. Fan incondicional de la cantante country Patsy Kline y particularmente de su hit “Crazy”, el señor Beaulieu bautizó a cada uno de sus hijos siguiendo el recorrido trazado por cada una de las letras de su tema predilecto: Christian, Raymond, Antoine, Zachary e Ivan. Monsieur Beaulieu los quiere a todos por igual, pero no podrían ser más distintos unos de otros: intelectual Chris, roquero Ray, deportista Antoine... Pero ninguno más diferente que Zac: ya desde los siete años se tortura pensando que no quiere ser “una mariquita”. La sola idea de decepcionar a su padre, de pensar que esa virilidad manifiesta del pater familiae podría resultar herida hace de Zac un paria en su propia casa. Y en su propio mundo interior, escindido entre sus pulsiones naturales y aquello que cree es lo que debe hacer para complacer a ese hombre simple y bueno, incapaz de aceptar o siquiera entender que le suceda “algo así”.
Alternando escenas dramáticas, que exigen lo mejor de sus actores (algunos consagrados en el cine canadiense, como Michel Côté, a cargo del padre), con otras más ligeras e incluso humorísticas, C.R.A.Z.Y. consigue sus mejores logros cuando apela a un recurso no por viejo menos eficaz: las canciones que marcan una época en la banda de sonido. Desde Patsy Kline hasta las chansons románticas de Charles Aznavour (otra debilidad del padre, que cada Navidad entona una diferente), pasando por los Rolling Stones, Pink Floyd, Jefferson Airplane, David Bowie y The Cure, todo un arco iris musical va tejiendo las relaciones entre padre e hijo, al compás de los temas que sacudieron cada época.
Con una duración de poco más de dos horas, C.R.A.Z.Y. se permite quizá reiterar por demás algunas ideas y situaciones, como si el director no hubiera sido capaz de tomar la distancia suficiente con respecto a su material y lograr un mayor poder de síntesis, que hubiera redundado en una mayor concentración y poder dramático. La intensidad del film es entonces intermitente, aunque la notable composición de Marc-André Grondin como Zachary (entre los 15 y los 21), quien alternativamente se mimetiza con David Bowie o Sid Vicious, logra compensar más de una meseta narrativa.
7-MIS GLORIOSOS HERMANOS
(C.R.A.Z.Y.) Canadá, 2005.
Dirección: Jean-Marc Vallée.
Guión: François Boula y Jean-Marc Vallée.
Fotografía: Pierre Mignot.
Música: canciones de Patsy Kline, Charles Aznavour, The Rolling Stones y otros.
Intérpretes: Michel Côté, Marc-André Grondin, Danielle Proulx, Emile Vallée, Pierre-Luc Brillant.
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