CINE › “TIEMPO DE VALIENTES”, LA NUEVA PELICULA DE DAMIAN SZIFRON
Dos tipos audaces made in Argentina
En su segundo largo después de El fondo del mar, el creador de Los Simuladores se vuelca a la fórmula de la comedia policial con pareja despareja y se contenta con proponer apenas un momento de distracción.
› Por DIEGO BRODERSEN
Hay un logro curioso en el segundo largometraje de Damián Szifrón, el director de El fondo del mar (2003) y la ya legendaria tira televisiva Los Simuladores: hacer que un film argentino protagonizado en gran parte por un grupo de heroicos policías de la Federal no luzca ridículo o nefasto. A fuerza de repetición y adiestramiento, nos hemos ido acostumbrando a que los únicos polis cinematográficos con altas dosis de honestidad, coraje e incorruptibilidad sean los norteamericanos, estrellas de infinitas películas y series de televisión. Por elevación, lo antedicho también habla de la honesta confianza en los géneros que demuestra Szifrón, quien se le anima a una comedia policial con pareja despareja –territorio escasamente transitado por estas pampas– y se entrega ciegamente a su material sin pruritos ni vergüenzas de clase alguna.
Claro que el encuentro con ese mundo policial de ficción se produce desde afuera, tampoco es cuestión de que el choque sea tan frontal y directo. Mariano (Diego Peretti) es un psicólogo obligado a cumplir algunas “labores comunitarias” luego de perder un juicio por un accidente de tránsito, que incluyen la atención clínica ambulante del inspector Díaz (Luis Luque), un policía deprimido luego del descubrimiento de la infidelidad de su mujer. De a poco –en cuestión de horas, en realidad–, Mariano irá adentrándose en el mundo de las investigaciones policíacas de la mano de su paciente. Y, de forma inevitable y bastante conflictiva para su rutinaria existencia de diván, se verá involucrado en un complejo caso que incluye a peligrosos criminales, agentes de la SIDE corruptos y un operativo de tráfico de uranio, material de base para la fabricación de las famosas armas de destrucción masiva.
El mismo Szifrón destaca en las notas de prensa que este proyecto es un intento por introducir a personajes más bien cercanos y reales en un espacio de fantasía, sólo posible dentro de los márgenes rectangulares de la pantalla de cine. Y eso es exactamente su film: un universo de especificidad fílmica sostenido por una franca ingenuidad respecto de los materiales que la componen. El de Tiempo de valientes es un mundo poblado por una confortable cinefilia referencial, que destaca un tipo de heroicidad ligada a la idea de aventura física, tan cara al séptimo arte desde sus mismos orígenes. Hitchcock, De Palma y la saga Arma mortal, por citar sólo algunas evidentes alusiones, remixados y tamizados por un guión que hace hincapié en las pinceladas y giros localistas. Sin olvidar, claro está, los compases compuestos por Guillermo Guareschi, cercanos en espíritu a los del spaghetti western. A Szifrón se lo siente cómodo y feliz a la hora de pensar qué nueva situación ponerles por delante a sus dos héroes, y esa alegría logra ser transmitida al espectador en buena parte de la travesía.
Peretti y Luque integran una dupla cómica que empieza a funcionar sobre la marcha y que se distingue en particular durante algunos intercambios ingeniosos, tanto visuales como verbales: la reflexión musical incitada por los efluvios de la cannabis, los diálogos durante la cena en casa del psicólogo y el entrenamiento en las artes del tiro son algunos de los momentos genuinamente hilarantes del guión. El suspenso, segundo pilar fundamental del film, aparece dosificado con atención al detalle y logra, con desniveles –en particular durante el último tramo–, movilizar la historia hacia su desenlace. Todo lo cual no alcanza para hacer de Tiempo de valientes algo más que un recatado acercamiento a un terreno abordado con anterioridad por visitantes más ilustres. Szifrón había demostrado en El fondo del mar un grado de ambición mucho mayor respecto de los alcances y reverberaciones de la trama, creando novedad y sorpresa a fuerza de utilizar el viejo método de la prueba y el error. Si su nuevo largometraje ha ganado en preciosismo y profesionalismo a la hora de manipular –y en el proceso hacer suya– una fórmula probada de antemano, también ha perdido su buena dosis de personalidad, originalidad y asombro. En la odiosa comparación, El fondo... parece exhibir orgullosamente sus rugosidades, mientras Tiempo... se contenta con acercarle al espectador exactamente lo que el afiche promete: unas cuantas sonrisas, algunas situaciones de intriga y emoción, un momento de distracción.
7-TIEMPO DE VALIENTES
Argentina, 2005.
Guión y dirección: Damián Szifrón.
Fotografía: Lucio Bonelli.
Música: Guillermo Guareschi.
Dirección de arte: Jorge Ferrari y Juan Mario Roust.
Intérpretes: Diego Peretti, Luis Luque, Oscar Ferreiro, Gabriela Izcovich, Martín Adjemián.