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Jueves, 19 de abril de 2007

CINE › “FUNNY HA HA”, OPERA PRIMA DEL BOSTONIANO ANDREW BUJALSKI

Otra gran esperanza del cine “indie”

Filmada en un 16mm casi tan granuloso como el propio rostro del director, que por la época del rodaje tenía veintipico y aquí hace un papelito, el debut de Bujalski llega a la Argentina a cinco años de su estreno neoyorquino, en una sola sala (la del Cosmos) y en proyección DVD.

 Por Horacio Bernades

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FUNNY HA HA
EE.UU., 2002.

Dirección y guión: Andrew Bujalski.
Música: Bishop Allen, The Crack y otros.
Intérpretes: Kate Dollenmayer, Christian Rudder, Andrew Bujalski.
Se exhibe en proyección DVD, únicamente en el cine Cosmos.

“Eh... disculpame... no sé...” “Mmmsí, está bien...” “Es que no sé, perdón...” Típica situación de Funny Ha Ha, que en otras escenas puede darse con los protagonistas cambiados o invertidos. El intentó besarla, ella dijo que mejor no y ahí empezó un diálogo lleno de balbuceos, hesitaciones, frases a medias y muchos puntos suspensivos, que finalmente dejará la situación (y la escena) irresuelta. Filmada en un 16mm casi tan granuloso como el propio rostro del director, que por la época del rodaje tenía veintipico y aquí hace un papelito, la ópera prima de Andrew Bujalski llega a la Argentina a cinco años de su estreno neoyorquino, en una sola sala (la del Cosmos) y en proyección DVD. Algo que en este caso molesta menos que en otros, porque a Funny Ha Ha su aspecto sucio y desprolijo le sienta tan bien como las camisas leñadoras a Bujalski. Que después de ésta filmó una segunda película, Mutual appreciation, que pudo verse el mes pasado en el Festival de Mar del Plata.

Con estas dos peliculitas, filmadas con su propio dinero y plata prestada, en decorados naturales y con actores perfectamente desconocidos, este bostoniano descendiente de polacos se convirtió, de la noche a la mañana, en la nueva esperanza blanca del cine independiente de los Estados Unidos. ¿Independiente? Ultraindie, habría que decir. Las películas de Bujalski están producidas tan al margen de la industria que Funny Ha Ha tardó tres años en estrenarse. Y cuando lo hizo, fue con una salida limitadísima. A su turno y ante la falta de interés de los distribuidores, Mutual appreciation se vendió durante un tiempo, a bajo precio, desde el propio site que el realizador tiene (o tenía) en Internet. Ahora bien, ¿es para tanto? ¿Las películas de AB justifican tanta movida? En una primera impresión podría parecer que no, teniendo en cuenta su aspecto de entrecasa, la pinta más que común de los actores, el bajísimo perfil y lo ínfimo de sus historias. Pero si se lo piensa un poco mejor, se percibirá que es justamente todo eso lo que hace de sus películas una verdadera rareza. Sobre todo en el contexto del cine estadounidense. Incluyendo lo que se entiende por cine indie y que suele ser apenas un apéndice de las grandes compañías.

La primera imagen de Funny Ha Ha es ya toda una manifestación antiglamour: una puertita minúscula y al lado una pared, ambas con unas fotos pegadas. La puerta se abre y entra Marnie (la debutante Kate Dollenmayer), que no está muy segura de hacerse un tatuaje. El tatuador le pregunta qué motivo se quiere imprimir, Marnie piensa un poco y dice: “Una vaca”. Nada de serpientes o dragones para Marnie. Muchas dudas, eso sí. Recién recibida en la facultad (no se sabe de qué), a lo largo de la película Marnie deambulará por distintos trabajos eventuales (una oficina, el estudio de un profesor de religión), se juntará con chicos y chicas a tomar algo, rescatará a una amiga a la que encuentra tumbada sobre el volante del auto, besará a algún galán también eventual, penará porque el chico que le gusta no termina de decidirse y se dejará cortejar, sin mucha convicción, por algún otro (el propio Bujalksi, campeón del interruptus approach).

Confirmando que uno de sus referentes más fuertes es el cine de John Cassavetes, Bujalski termina la película en un momento de transición cualquiera, como era corriente en las de su ídolo. De Cassavetes, Bujalski heredó también, sin duda, la idea de filmar instantes, rostros, momentos robados a la realidad, más que historias. Y el carácter fuertemente improvisador que se desprende de cada escena y que da por resultado ese aire espontáneo, de película casera. Como si cualquiera de los que está delante de cámara la hubiera agarrado y se hubiera puesto a filmar. La diferencia con Cassavetes es que no hay aquí actores experimentados, sino todo lo contrario, así como resulta impensable, en este contexto, la derivación al psicodrama de unas cuantas películas de Cassavetes. Funny Ha Ha es, en tal caso, más Shadows que Opening Night.

Y después el conflicto de baja intensidad, en lugar de la intensificación emocional cassavetiana. Allí es donde aparece la sombra de Jarmusch: en la lista de cosas para hacer que en algún momento escribe Marnie y que incluye “dejar de tomar”, “estudiar algo” y “¿aprender ajedrez?”, así, entre signos de interrogación. Habrá que esperar a Mutual appreciation para que los personajes de Bujalski pasen del balbuceo a la verborragia alcohólica, absurda o racionalizadora. Para que a Cassavetes y Jarmusch se les sume Eric Rohmer, y el mundo Bujalski termine de constituirse.

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Marnie (la debutante Kate Dollenmayer) nunca logra estar muy segura de nada.
 
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