CINE › “COCALERO”, UN DOCUMENTAL DE ALEJANDRO LANDES
El film sobre Evo Morales sorprende por su desacartonamiento, su grado de intimidad con personajes públicos, su aire casual y hasta su buen humor.
› Por Horacio Bernades
Las dos mujeres, de piel oscura y curtida, intentan hacer una simple cuenta, mientras cerca de ellas un hombre tendido sobre una cucheta hace fiaca. La operación no parece complicada y la calculadora (una de esas grandotas, de escritorio) funciona bien. Pero la cuenta no sale. Las mujeres se ríen, protestan, hacen gestos, lo intentan una y otra vez y vuelven a fracasar, mientras el hombre tirado las mira divertido. No hay caso, no pueden hacer la cuenta. Una de ellas es Leonilda Zurita, nativa del Chapare boliviano, candidata a senadora suplente por el Movimiento al Socialismo y analfabeta. Según informa un cartel al final de la película, Leonilda ganó su banca en las elecciones que consagraron a Evo Morales presidente de Bolivia.
La escena es típica de Cocalero, el documental que Alejandro Landes filmó a lo largo de un par de meses, siguiendo la recta final de la campaña que terminaría convirtiendo a Evo en el primer presidente indígena, en un país en el que la población de ese origen es mayoría. Típica por su desacartonamiento, su infrecuente grado de intimidad con personajes públicos, su aire casual y hasta su buen humor. Pero también por su falta de prejuicio político. En efecto, podría pensarse que ser analfabeta y no saber manejar una calculadora manual no es precisamente la mejor propaganda para una candidata a senadora. Tal vez justamente por no tratarse de un documental de propaganda, Cocalero pregunta tácitamente por qué eso estaría mal. Por qué alguien que no recibió la mínima instrucción escolar, como Leonilda Zurita, no puede llegar a ser un político capaz. Por qué un candidato a presidente no debería sacarse los pantalones y darse un chapuzón en un río. Qué le impide a ese mismo candidato llegar caminando y sin custodia a una gigantesca manifestación céntrica. Por qué todo presidente tiene que estar casado y tener familia. Qué regla de cortesía visual prescribiría pegarle un reto en cámara a la secretaria. Y hasta quedar pagando frente a una periodista de televisión que, más que eso, parecería una conspiradora al servicio de los grandes propietarios santacruceños (de Santa Cruz de la Sierra, no de Río Gallegos e inmediaciones).
“Empezamos mañana”, cuenta Landes (26 años, nacido en Brasil, criado en Ecuador y formado en Estados Unidos) que le dijo Morales, un día de octubre de 2005, cuando le propuso filmar un documental sobre su campaña a la presidencia. Estructurado como una serie de viñetas aisladas, breves momentos no necesariamente epifánicos que surgen de reducir a poco más de hora y media 120 horas de material filmado, Cocalero muestra lo que está detrás de esa campaña. No precisamente la cocina, ya que eso representaría filmar reuniones de altos mandos, estrategias, la elaboración del discurso. En una palabra, la confección metafórica del traje presidencial. Confección que la coda de la película hace literal. Pero lo que se ve en el documental de Landes son antes que nada los tiempos débiles. Desplazamientos y conversaciones en auto, paradas del camino para comer algo calentito, el chapuzón refrescante, un vuelo en avioneta, la visita a una peluquería para domar el pelo crespo, un bostezo a medio camino o la confesión a media voz y a cámara.
En medio del tiempo débil, de pronto, el tiempo fuerte: El “¡Mueran los Estados Unidos!” con el que el candidato cierra un discurso frente a plantadores de coca, o la respuesta a la insidiosa pregunta que le hace un locutor, frente a la plana mayor militar. “¿Respetará a la jerarquía de las Fuerzas Armadas en caso de llegar a la presidencia?”, es la pregunta. “Bueno, le recuerdo que el presidente de la Nación es también comandante de las Fuerzas Armadas, por lo cual son ellas las que deben respeto”, contesta Evo como si nada, y la cámara muestra cómo varias jinetas se sacuden nerviosas entre el público. ¿Es entonces Cocalero un documental de propaganda encubierto? De ser así, desentonan las declaraciones de un cura afín, que admite que en el Chapare, a los políticos que no son del MAS “los han amenazado un poquito”. Y después Leonilda muestra el palo santo, árbol con hormigas carnívoras donde habrían atado a más de uno. Basta ver a ese desaforado que en el aeropuerto de Santa Cruz grita “¡Fuera de aquí, indio de mierda!”, para olvidarse del escozor despertado por las hormigas y sentir otras picazones, algo más políticas.
7-COCALERO
Argentina/Bolivia, 2007.
Dirección y guión: Alejandro Landes.
Fotografía y montaje: Jorge Manrique Behrens.
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