CINE › “CRIMEN PERFECTO”, DIRIGIDA POR GREGORY HOBLIT
› Por Diego Brodersen
Los peores epítetos con los que puede amonestarse a Crimen perfecto, último largometraje de Gregory Hoblit –el director de En defensa del honor y La verdad desnuda–, están relacionados con sus cualidades impersonales y la incapacidad de permanecer en la memoria del espectador una vez que los títulos de cierre dejaron de correr en la pantalla. Se trata, por un lado, de una de esas películas donde todos y cada uno de los planos que la componen evidencian sus filiaciones parasitarias con la palabra escrita, ilustraciones de un mecanismo descriptivo que termina imponiéndose como la característica de estilo más evidente del film: su falta de estilo, precisamente. El cine como ingeniería de guión, donde el realizador deviene en simple técnico encargado de representar las idas, vueltas y desvíos diseñados por los escritores sin involucrar en lo más mínimo a su imaginación; cine chato, raquítico. Pero si a ello se le suma la ineficacia de la trama, deudora de tanto thriller visto en las últimas dos décadas, marcada a fuego por una medianía exasperante, el resultado termina pareciéndose bastante a un trámite burocrático.
Crimen perfecto, título local perfectamente desangelado, se acerca a la historia de un asesino frío y calculador (la pantalla grande los prefiere así) y de cierto fiscal de distrito encargado de atraparlo legalmente. Anthony Hopkins es, por supuesto, el primero de ellos, un especialista en fallas estructurales –de aviones, pero también de ¡huevos de gallina!– que un buen día decide poner fin a la vida de su adúltera mujer. De taquito y sin esfuerzo aparente, el actor británico encarna un derivado, en versión reducida en calorías, de su famoso rol de Hannibal Lecter, donde el crimen pasional va de la mano de una impar inteligencia para ocultar el arma con la cual fue cometido y manipular los vericuetos procesales. Ryan Gosling, mientras tanto, interpreta con una carencia de gracia alarmante al ascendente abogado que debe hacerse cargo de un último trabajo para el pueblo, antes de mudarse a un súper bufete de abogados que lo ha contratado recientemente; encargo que devendrá en pequeña pesadilla profesional y personal, poniendo además en juego su integridad ética y responsabilidad cívica.
Así dispuestos los elementos, la cosa avanza previsiblemente dentro de sus cauces naturales, sumando a la ecuación a un puñado de personajes secundarios que, como peones en un tablero de ajedrez, sólo existen por resultar funcionales al desarrollo dramático. Varias escenas de juicio, el obligatorio interés amoroso para el joven jurista y una infantil diatriba en contra de la eutanasia completan el panorama. Una vez (aparentemente) agotado el juego del gato y el ratón judicial, con el asesino suelto y el abogado en las malas, una vuelta de tuerca del guión que no incluye ni una pizca de ironía justificará el deus ex machina que habilite la inevitable conclusión, no sea cosa que los malos se salgan con la suya. En ese momento, si se presta atención, es posible escuchar a Sherlock Holmes revolviéndose en su tumba, violentado ante tamaña afrenta al espíritu analítico.
5-CRIMEN PERFECTO
(Fracture, Estados Unidos, 2007)
Dirección: Gregory Hoblit
Guión: Daniel Pyne y Glenn Gers
Fotografía: Kramer Morgenthau
Música: Jeff Danna y Mychael Danna
Intérpretes: Anthony Hopkins, Ryan Gosling, David Strathairn, Rosamund Pilke, Embeth Davidtz.
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