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Jueves, 24 de mayo de 2007

CINE › “PIRATAS DEL CARIBE: EN EL FIN DEL MUNDO”

Un barco muy pesado

 Por Horacio Bernades

Una alucinación keatoniana, en la que Johnny Depp se ve a sí mismo infinitamente multiplicado, una maratónica batalla campal sobre cubierta y una hermosa escena agónica, de inesperada poesía visual, son algunos de los momentos que salvan a la tercera nave de Piratas del Caribe de hundirse por sobrepeso. Signada por el demonio de la maximización –como la pesadilla de Johnny Depp–, En el fin del mundo hace proliferar naves, personajes, parlamentos de los personajes, conflictos, vueltas y recontravueltas de tuerca y sobre todo minutos (168 en total, casi tres horas). El resultado no podía ser otro que un fárrago, que hace extrañar las dosis de humor y frescura que la segunda parte de la saga había sabido desplegar con generosidad.

La acumulación de subtramas en que incurre esta hipersuperproducción de Jerry Bruckheimer parecería ramificarse de modo tan tentacular como el rostro de Davy Jones, capitán de la tripulación mutante del Holandés Errante. Siempre con el muy británico acento de Bill Nighy, la trágica historia de amor de Davy con la hechicera Dalma es sólo una de esas subtramas. Otra es la del triángulo que componen Elizabeth Swann (Keira Kneightley, más rubia y más linda), Will Turner (el estólido de Orlando Bloom) y Sparrow, degradado en esta ocasión a la sección Monerías (no por nada anda por ahí un monito que se llama y se comporta igual que él). Por su parte, Turner ansía reencontrarse con su padre, suerte de hombre-musgo adherido a las paredes del Holandés Errante (el sueco Stellan Skarsgärd). Mientras tanto, Jack se dedica a disputar con el capitán Barbossa (Geoffrey Rush) quién tiene el catalejo más largo, ambos muertos y redivivos por arte de magia de la trama y de Dalma.

Pero eso no es todo, porque la plana mayor de corsarios del planeta se ha confederado para combatir a la perversa Compañía de Indias y la Armada Imperial. Súbitamente rubia tras visitar algún centro de belleza del Morgan Boulevard, quién dice que la bella Elizabeth, de acrecentado protagonismo, no pueda llegar a convertirse en reina pirata. En medio del fárrago, algunos destellos: la lágrima de amor que Davy Jones enjuga con la punta de un tentáculo, el cangrejo solitario que contempla el delirio febril de Sparrow o la delirante idea del propio Jack de poner de cabeza el Perla Negra, como forma de pasar del otro lado del mundo. Pero, sobre todo, esa batalla campal en medio de una borrasca tremebunda –donde pasan tantas cosas que hasta se celebra un casamiento– y el inspirado ralenti que muestra al maquiavélico mandamás de la Compañía de Indias, llegando a su final en medio de un revoloteo de astillas, producto de los cañonazos enemigos.

¿Y Keith Richards, no aparece? Sí, aparece: es el padre de Jack y portador de unas Tablas Bucaneras de la Ley. Después de entregarlas, se tira a tocar la acústica. Pero no le llega a los talones al otro Keith Richards. Ese que le cuenta chistes chanchos a Charlie Watts en Peter Capusotto y sus videos, un programa que prueba que genio y superproducción no tienen por qué ser sinónimos.

6-PIRATAS DEL CARIBE: EN EL FIN DEL MUNDO

Pirates of the Caribbean: At World’s End EE.UU., 2007.

Dirección: Gore Verbinsky.

Guión: Ted Elliott y Terry Rossio.

Intérpretes: Johnny Depp, Geoffrey Rush, Orlando Bloom, Keira Kneightley, Bill Nighy, Stellan Skarsgärd, Tom Hollander, Naomie Harris, Keith Richards y Chow Yun Fat.

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