CINE › RODRIGO ESPINA, ANDREA PRODAN, TIMMY MCKERN Y LA PELICULA DOCUMENTAL SOBRE LA VIDA DE LUCA PRODAN
El director, el hermano de Luca y el hombre que lo acogió en Córdoba hablan del film, que cuenta con aportes de su círculo más íntimo y rescata la biografía integral, la persona que recorrió el mundo antes de liderar una de las mejores bandas de rock de la Argentina: “Siempre existió como un fantasma que decía que nos queríamos llenar de oro con esta película, pero lo único que hicimos fue trabajar mucho”.
› Por Cristian Vitale
Foto I: Luca, de chico, cazando pájaros imaginarios con un rifle de juguete, en alguna aldea rural de Roma. Foto II: Luca, adolescente y con pelo largo, tocando la guitarra en cierta habitación de Escocia. Foto III: Luca y su criolla, ultra pelado, en una terraza-balcón porteña... mirando el cielo. Una conjunción entre estas tres instantáneas, salteadas en el tiempo, y su velocísima repetición en cuadros, podría ser una aproximación eficaz al documental –llamado Luca, claro– que un director (Rodrigo Espina) y dos productores (Aníbal Esmoris, Marcelo Schapes) planean estrenar en diciembre, cuando se cumplan 20 años de su muerte. Parece serio (ver aparte), no sólo porque quince años de investigación y producción no pueden tomarse como un juego, sino porque el trío de hacedores se ganó el apoyo incondicional de dos de los personajes más innegablemente pegados al ex Sumo: Timmy McKern y Andrea Prodan. Objetivo cumplido. “Mi hermano tenía una mirada que siempre llegaba de un lado sorprendente, lateral. Inteligente y cómico. Desde un punto de vista, se cagaría de risa de lo que estamos haciendo... pero desde otro, estaría bastante preocupado de que no se esté contando una pavada. Hablo del equilibrio entre el bufón y el inquisidor. Timmy y yo estamos para controlar que ellos no se desbanden”, arranca Andrea. Y se ríe.
Espina, Esmoris y Schapes acusan recibo pero, igual, inflan el pecho. El director anticipa todo lo que puede, o lo que quiere. Que el film abarcará toda y no una parte de la vida de Luca –ya realizó tres viajes para hacer estudio de campo a Italia, Escocia e Inglaterra, donde entrevistó a amigos, familiares y compañeros de colegio de Luca–. Que la gran protagonista, además de filmaciones, recitales y testimonios inéditos, es la voz de la deidad ginebrera en primera persona. Que, además de Andrea y Timmy, consiguió los invalorables aportes de Michelle Prodan y Cecilia Pollock, hermana y madre de aquel díscolo alumno del Gordonstone College escocés. “Tenemos un montón de casetes grabados con su voz, narrando experiencias de sus primeros años en Argentina. No es un actor interpretándolo sino él, sin filtros ni caretas. Hay una especie de cosa sagrada con la verdad, porque no podemos jugar con ella. Tenemos que espiarla, vislumbrarla, aproximarnos... No la podemos traicionar nunca. Este es el jugo del documental”, dice Espina, que una vez hizo actuar a Luca en el cortometraje El día que reventaron las máscaras de gas. Andrea engancha, ultraverborrágico. “Esos casetes viajaban por todos lados antes de llegar a destino. Mi hermano los grababa aquí, se los daba a la madre de Timmy cada vez que ésta viajaba y ella se los entregaba a la mía. Como era medio vago para escribir y los teléfonos andaban para el culo, le hablaba a un grabador.”
–¿Y qué decía?
Rodrigo Espina: –Cosas muy locas. Recuerdo una: “Estoy preparando un guiso de palomas, les estoy cortando la cabeza. Ahora vienen los gatos y me lamen la pierna. Los extraño”. Ninguna carta es aburrida... Sacás lo que dice en ellas y hacés canciones.
Esas postales vocales que Luca grababa mientras Timmy, su compañero de cuarto, dormía, representan uno de los aportes más originales del documental. Además de secuencias cotidianas, afectivas y bizarras, contienen demos y grabaciones caseras, que se transformarían en verdaderas gemas del rock argentino. “Son jugosas y pasan de lo gracioso a lo triste. Muy fuertes”, añade Andrea. Los demos, más los aportes de Timmy –de un Luca en la era punk-rock heroinómano londinense–, representan también otro norte para melómanos. “Hay uno o dos temas que trajimos a Argentina, y otro grabado en un portaestudio, en Europa. Lo que pasa es que había pocas posibilidades de hacer grabaciones caseras en esa época, y además él no sabía usarla... me esperaba a mí”, dice McKern, lacónico. Sigue Prodan II: “La película es un acierto, en el sentido de que narra las cosas que Luca hacía antes de llegar acá, no necesariamente relacionadas con el rock pero sí con sus rasgos, que continuarían luego en Sumo o en las grabaciones que Timmy rescató. Cuando llegué acá, en mi cabeza Luca era un tipo grande, al que le habían pasado un montón de cosas en la vida. Era como una etapa final, una aventura increíble... yo decía ¡después de tantas cosas, esto también!”
–¿Qué parte del Luca que fundó Sumo llegó a presenciar que puede aportar otra arista al documental?
Andrea Prodan: –La mayor parte de Sumo la viví como fan desde afuera, excepto un breve viaje que hice en 1982, cuando fui con la banda a Federación y Chajarí. No más que otras personas que aparecen de la nada, porque todos dicen que eran amigos de Luca. Yo creo que la mayoría tenía una historia de encuentro con él, que se explica porque era una persona súper abierta. Nunca se retiró a su torre de marfil. A propósito, el otro día presencié el rodaje que se hizo en su casa de Alsina y está igual. Me dijeron que van a hacer un museo, y van a respetar el quilombo que armaba Luca en su habitación. Vivía como una bomba atómica...
R. E.: –No importa demasiado que Andrea no haya estado en muchos momentos de Sumo, porque para nosotros es tan rica su etapa londinense como su etapa serrana, romana, escocesa o porteña. Toda su vida es notable... no es que Luca se convirtió en “alguien” cuando llegó acá. Globalmente, la visión de su familia es imprescindible.
–¿Qué pasa con los ex Sumo? ¿Van a hablar todos?
R. E.: –Esperamos que sí, porque a lo largo de estos 15 años ha pasado de todo en mi relación con ellos. Fui amigo de Diego Arnedo y Ricardo Mollo durante mucho tiempo, después nos separamos y ahora estamos en una muy buena relación. Pero eso no implica que den su testimonio actual. Sería bárbaro que estén, pero la película se puede contar igual sin ellos, aunque igual aparecen en secuencias de archivo. Voy a pelear hasta el último corte, los voy a llamar en el último segundo. Gracias a Dios, hemos pasado la etapa en la que no nos saludábamos.
Ligado al clan Las Pelotas luego de la desaparición de Sumo, Espina conserva un preciado material que volcará de lleno en el documental. Cámara íntima y amiga de todos ellos, el hoy realizador oficial de la banda de Daffunchio alcanzó a filmar escenas de backstage, recitales en lugares recónditos del país y secuencias de entrecasa que al fin verán la luz, luego de tantos años de oscuridad. “Siempre existió como un fantasma que decía que nos queríamos llenar de oro con esta película, pero lo único que hicimos fue trabajar mucho. Los datos acumulados durante estos quince años están chocando y provocando cosas maravillosas, que no estaban en el guión inicial. Se abren puertas todos los días”, cuenta. “La película es un modo de mirar Argentina desde otro punto de vista, de entender que este país es un conglomerado de gente que vino de afuera”, vuelve a terciar Andrea. “Luca, en efecto, es muy argentino y, al mismo tiempo, un extranjero total. Esto podría ser bueno para reactivar una sensación de argentinidad no precisamente asociada al fútbol, o esas cosas medio bersuitianas (sic) que se han apoderado de la cultura. A esa especie de autorreferencia continua de dos o tres clichés que pretenden englobar toda una cultura.”
–¿La biografía respeta una cronología “biológica”?
R. E.: –Sí y no. Empieza cuando nace Luca y termina cuando muere, pero en el medio está todo cambiado. Hay una médula que es la saga de Luca, pero estamos haciendo mucho hincapié en el aspecto musical de la película. Casi diría que es más un musical que un documental, y de alguna manera la estructura musical nos lleva a rearmar el relato más de acuerdo a asociaciones emotivas o temáticas, que cronológicas.
–¿Cómo piensan resolver un tema tan espinoso como su muerte?
R. E.: –El final de la película lo dijo Timmy hace ocho años. Es un comentario que hace Guillermo Patricio Kelly: “Ultimo momento, se supo, Luca Prodan no está muerto... está en Paraguay vendiendo droga” (risas). Es el final ideal, pero no podemos encontrar la cinta.
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