CINE › “AHORA SON 13”, DE STEVEN SODERBERGH
› Por Luciano Monteagudo
AHORA SON 13
(Ocean’s Thirteen), EE. UU., 2007.
Dirección y fotografía: Steven Soderbergh.
Guión: Brian Koppelman y David Levien.
Música: David Holmes.
Intérpretes: George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Al Pacino, Andy García, Elliott Gould, Bernie Mac, Don Cheadle, Casey Affleck, Scott Caan, Carl Reiner, Ellen Barkin, Vincent Cassel, Eddie Izzard, Julian Sands, David Paymer.
Hay una relación claramente metonímica entre la saga de La gran estafa y lo que significa como producto. Ya se sabe: Danny Ocean y sus muchachos son rápidos, cancheros, divertidos y con la misma facilidad y destreza con que roban un banco pareciera que también hacen una película, o dos, o en este caso tres. Es más, en Ahora son 13 todo parece haberse reducido a un gran guiño para la platea, como si la película toda dijera: no se la tomen en serio ni siquiera como entretenimiento, estamos aquí para sacarles la plata de la entrada limpiamente, como se estila en Las Vegas, pero al mejor estilo Hollywood, con unas cuantas caras famosas y unas sonrisas en pantalla ancha y technicolor. El espectador sabe que está viendo a Mr. Ocean, a Rusty Myers, a Linus Caldwell y compañía, pero nunca se olvida de que tiene frente a sí a George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon y sus secuaces.
La vuelta de tuerca esta vez consiste en que el bueno de Reuben (Elliott Gould), padre putativo y mentor de los muchachos, ha sido... estafado. Hay que vengarlo, devolverle la alegría, sacarlo de su letargo y para eso la banda necesita que Willie Bank (Al Pacino como guest star y el único que le pone sangre y amor propio a la película) muerda el polvo de la derrota. No va a ser fácil, explica un largo introito. El señor Bank es un mafioso de cuidado, viejo tiburón de Las Vegas, que quiere inaugurar un monstruoso hotel-casino con el que piensa convertirse en el nuevo Rey Midas de la ciudad. Su emprendimiento tiene tanto de emporio del juego como de fortaleza inexpugnable, lo que no inhibe a Ocean y su gente, por supuesto. El plan es arruinar la mismísima noche inaugural, alterando dados, ruletas y cuanta máquina tragamonedas pueda hacer saltar la banca de Banks y devolverle la palidez que acecha debajo de su bronceado de lámpara.
Todo sea por la buena causa: los muchachos le sacan su dinero al malo de la película para devolvérselo a Reuben –algo así como el primer motor del grupo– y Clooney, Pitt, Damon y asociados nos la sacan a nosotros para que podamos seguir financiando El buen alemán (flamante estreno directo a video) y los otros proyectos personales de Steven Soderbergh y su banda de vivos, mientras Clooney nos dice sonriente, a la manera del comercial de Nespresso: “Buenas noches, y buena suerte”.
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