Jueves, 2 de agosto de 2007 | Hoy
CINE › UNA CARRERA DE MEDIO SIGLO
“Alain asegura que prefiere ser considerado un fantasioso, en la línea de Sacha Guitry, Ernst Lubitsch o Groucho Marx”, dice de Resnais su amigo y productor.
Por Horacio Bernades
Bergman, Antonioni... Alto ahí, que no todo está perdido. Unos añitos más joven que sus dos colegas recién desaparecidos, con 85 recién cumplidos, Alain Resnais sigue filmando, y sus películas parecerían cada vez más jóvenes y vitales. Opus 17 de una carrera que ya va para el medio siglo, Corazones se presentó el año pasado en competencia en el Festival de Venecia, ganando un León de Plata para el Mejor Director. Su estreno de hoy es parte de una oleada de buen cine francés en Argentina, que tuvo a Flandres por puntapié inicial y se continuará en semanas más con Reyes y reina –primera película de Arnaud Desplechin que se estrena en el país– y Juegos de amor esquivo, gran revelación de los premios César 2005. Los mismos César que en su última entrega dejaron en la dulce espera al venerable monsieur Resnais, que por Corazones recibió ocho nominaciones... y ningún premio.
Corazones es la segunda ocasión en que el realizador de Hiroshima mon amour y Hace un año en Marienbad adapta una obra teatral del británico Alan Ayckbourn. Iniciativa bastante rara, considerando que, por cuestiones de rivalidad histórica, franceses e ingleses no suelen entregarse a trabajos de colaboración conjunta. A diferencia de las piezas extranjeras implantadas en la calle Corrientes sin cambiar nombres, lugares o una mísera prenda de vestuario, o de la versión cinematográfica de Closer, a la hora de adaptar las obras de Ayckbourn, Resnais no se conformó con el mero expediente de la clonificación. En 1993, en el dueto fílmico Smoking/No Smoking, reprodujo íntegramente en estudios franceses una Gran Bretaña tan artificiosa como una comedia musical. Más recientemente, para llevar al cine la obra de Ayckbourn Private Fears in Public Places, trocó el idioma inglés por el francés, la zona de Scarborough por el París más chic y la niebla londinense por la nieve parisina. El resultado: Coeurs. O, para decirlo en criollo, Corazones.
Abriendo una brecha que más tarde ahondarían Conozco la canción (1997), la aquí inédita Pas sur la bouche (2003) y ahora Corazones, el díptico Smoking/No Smoking ocupa un lugar clave en la obra de Resnais, volcando hacia la comedia una filmografía que en su momento hizo famoso su carácter de máquina intelectual. Pero ya a lo largo de los ’80 el realizador de Noche y niebla había concebido una serie de objetos cinematográficos lúdicos y artificiosos, como La vie est un roman, L’amour à mort y Mélo. Hoy en día, Resnais llega al punto de enojarse seriamente si lo tratan de intelectual. “Lo que en verdad le gusta es lo lúdico, ya se trate de cine como de comics, ciencia ficción, music hall o canciones de varieté”, dice Bruno Pesery, que desde Smoking/No Smoking produjo todas sus películas. “Cuando se le señala que al llevar al cine textos de Marguerite Duras, Robbe-Grillet o el biólogo Henri Laborit hizo todo lo posible para ganarse esa fama, Alain asegura que prefiere ser considerado un fantasioso, en la línea de Sacha Guitry, Lubitsch o Groucho Marx.”
Para reírse de esa fama, hay un chiste bastante popular en Francia. “Un sospechoso de asesinato es arrestado por la policía y pone como coartada que en el momento del crimen estaba en el cine. Le preguntan qué película daban y contesta que Hace un año en Marienbad. Entonces, los policías le piden que les cuente el argumento. Como no puede, lo arrestan.” Si le preguntan qué es lo que le atrae de las obras de Ayckbourn, Resnais contesta que sus películas son básicamente teatrales, y las piezas de su casi tocayo Alan, básicamente cinematográficas. A comienzos de los ’90, cuando Resnais le anunció a Ayckbourn que quería adaptar su obra Intimate Exchanges, el británico se apresuró a advertirle que no se trataba de la elección más aconsejable, teniendo en cuenta que constaba de dos partes y tenía nada menos que 16 finales distintos. “No se preocupe”, lo tranquilizó Resnais. “No pienso mantener los 16 finales. Mi película va a tener sólo una docena. Aunque van a estar repartidos en dos películas, con seis finales cada una.” Cumplió.
Hombre de fidelidades, Corazones marca no sólo la segunda vinculación artística de Resnais con su alter ego británico, sino la séptima vez que lo hace con la actriz Sabine Azéma (conocida en Argentina por su papel en Un domingo en el campo, de Bertrand Tavernier), la octava con Pierre Arditi y la quinta con André Dussollier, todos ellos presentes ya en Conozco la canción. “Hace 27 años que lo conozco”, dice Arditi, cuyo primer papel en una película de Resnais fue en Mi tío de América. “Sin embargo, cada propuesta es distinta a la anterior. Alain se guarda muchas cartas, hay que esperar hasta el final del rodaje para saber de qué va la película. Eso impide toda forma de comodidad o de hábito. Todo es sorpresivo, las exigencias varían, cada actor sabe sólo su parte y no la de los demás. Recién cuando ves la película en una primera proyección te enterás de qué era lo que tenía en la cabeza.” Algo que Dussollier reafirma: “Durante los ensayos estás en estado de búsqueda continua; la propia puesta de cámara se resuelve recién en el momento del rodaje”.
En cuanto a Sabine Azéma, diez años atrás recibió, de parte de Resnais, una sorpresa adicional, cuando el realizador, casi tres décadas mayor que ella, le propuso matrimonio. La boda no se celebró en París sino a unos miles de kilómetros de distancia, del otro lado del Canal de la Mancha. Más precisamente, en el registro civil de la zona de Scarborough, donde vive Alan Ayckbourn y donde sus obras suelen transcurrir. Incluida, por supuesto, Private Fears in Public Places. Al menos, antes de convertirse en la película más francesa del mundo. Una que se llama Corazones y que es francesa en el sentido de Sacha Guitry, antes que en el de Marguerite Duras.
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