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Lunes, 22 de octubre de 2007

CINE › FABIAN FATTORE Y UN DOCUMENTAL QUE RECORRE TERRITORIOS LITERARIOS

Siguiendo la huella de Soriano

La ópera prima Línea Sur, que se estrena hoy en el marco del DocBsAs, es un viaje a la Patagonia regido por los relatos de un escritor, e intenta “moverse en la frontera imprecisa entre documental y ficción”, según propuso su director.

 Por Angel Berlanga

“Hacer un viaje a la Línea Sur guiado por los libros de Soriano”, susurra a un grabador, en off, el director y guionista Fabián Fattore. “Para conocer ese lugar, para reconocerlo. Para buscar las historias de Soriano, sus protagonistas y testigos”, agrega. Esa declaración de objetivo se oye de boca del cineasta en el comienzo, nomás, del documental que se estrenará ante el público hoy a las 19.30 en la Sala Lugones, en el marco del DocBsAs 2007, con presentación a cargo del propio Fattore. El itinerario sugiere como punto de partida la ciudad de Buenos Aires y, en el tiempo, una vieja filmación familiar de un camino desértico patagónico: hacia allí, hacia la línea de pueblos rionegrinos –Aguada Cecilio, Valcheta, Ramos Mexía, Sierra Colorada, Ingeniero Jacobacci– unidos más por el viento que por el ferrocarril, parte el primer largometraje de este cineasta nacido en 1966.

“Lo primero que pensé hacer fue una película de caminos, una ficción, con unos ex Titanes en el ring que iban por ahí”, cuenta Fattore, risueño. “Mi mujer es de Viedma y yo, aprovechando que su padre viajaba por ese camino de la Línea Sur, fui a hacer fotos para posibles locaciones; en el imaginario, esta región es de lo más pobre, ahí están los sitios más fríos de la Argentina, con temperaturas que llegan a los 30 grados bajo cero, y es difícil conseguir leña. En los ’90 Menem cerró el ramal de ferrocarril, lo único que pasaba por ahí; ahora vuelve a pasar, medio provincializado, de Viedma a Bariloche”. Como el lugar le resultó muy distinto de lo que imaginaba, Fattore se quedó con la idea de hacer un documental. “Al pensar en cómo entrarle, desde dónde mirarlo, que no fuera sólo un registro de lo que pasaba ahí, pensé que los textos de Soriano, lo que escribió sobre su infancia en Cipolletti –aunque quede un poco más allá–, las historias que transcurren en la Patagonia, eran una forma de acercarme, y entonces empecé a releerlo, mientras armaba la película”.

Lo que muestra Línea Sur es una región a la que, varias décadas atrás, se amagó con integrar al tejido del país; pero ahí quedó, oxidándose, casi desmantelada y casi buscando volver a ser desierto. De ese desamparo dio cuenta Soriano en muchos de sus textos: “No hay nada de qué agarrarse en esta llanura –escribió en Una sombra ya pronto serás, y se oye en el documental–. En este desierto hombres y mujeres están desnudos y a solas con ellos mismos. Ni gauchos generosos ni paisajes amables. La condición humana a cuestas entre el cielo y el infierno, el vacío. En esos caminos uno ve todo en primer plano: un auto, la gente, el horizonte y hasta el universo. No hay nada más que soledad, chiflidos de trenes que pasan, vientos que se alejan después de borrar la última huella. Lo verdadero puede a veces no ser verosímil”. Tomada de ese libro y también de La hora sin sombra y de Cuentos de los años felices, la palabra de Soriano surge de diversas formas: en el off del narrador y de algunos de los personajes que van apareciendo en la película, leída a cámara por otros de ellos, enfocada sobre las páginas de sus textos.

Es que en ese viaje hacia el Oeste van apareciendo, en sucesivas estaciones, una diversidad de personas retratadas: una anciana que trabaja un telar, un artesano que talla en madera figuras de Eva Perón, una chica que se propone llegar hasta el Perito Moreno, un grupo de leñeros que distribuyen piquillín en toda la región, trabajadores del ferrocarril, un puñado de chicos que asisten a las funciones de títeres de El circo del Surubí Sudado y se ríen mucho con el número de Coluccini, equilibrista en bicicleta. Coluccini es un botellón de suavizante celeste con dos tapas coloradas y unos pantalones rayados y también uno de los personajes principales de Una sombra ya pronto serás.

Hay, por cierto, otras referencias a la ficción del escritor, porque varios de los testimonios que registra Línea Sur parecen tener relación directa con los personajes de Soriano, que alguna vez contó que, en Neuquén, un hombre se le acercó y le aseguró que había jugado un legendario partido que el narrador inventó de punta a punta. De modo asemejable, en el documental de Fattore hay un mecánico que dice que restauró un Torino 380 y acondicionó una mesa en el asiento trasero para poder trabajar con una computadora portátil, un chofer de colectivo que en el otoño del ‘53 se perdió por la Patagonia, un sujeto que durante unos días se dedicó a levantar cables de los postes: cada uno de ellos expande, a su modo, el imaginario de Soriano en sus textos de ficción.

“Lo más corriente hubiera sido adaptar sus historias, o hacer alguna película sobre él”, dice Fattore, y cuenta que su mirada cinematográfica tiene algún punto de contacto con Koker, del iraní Abbas Kiarostami. “Fui filmando la película en varias etapas, ajustando el registro –dice–. Al comienzo hubo un diálogo más directo con lo que yo veía; después empecé a intentar registrar lo que Soriano había imaginado en sus libros. En ese origen medio inasible de su obra me pareció encontrar un tono narrativo que me interesaba. La película intenta moverse en dos líneas, en eso que ahora se llama la frontera imprecisa entre documental y ficción. Da las cartas, y el que las ve, las ve”. Fattore dirigió tres cortos en los ‘90, es sociólogo, docente universitario y vivió una década en Barcelona: allí recibía por correo, en tiempos en que Internet no existía, los artículos que publicaba Soriano en este diario. “Leí todas sus novelas y también los libros que recopilaban artículos –dice–. Era un gran escritor y tenía una enorme lucidez como analista político. Tenía una capacidad de síntesis notable y un estilo directo que me gusta mucho: dice cosas, hace pensar y también entretiene. Y creó unos personajes fabulosos. Es bastante, ¿no?”.

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Fattore decidió hacer una película “de caminos” desde que comenzó su proyecto.
 
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