Miércoles, 7 de noviembre de 2007 | Hoy
CINE › BUENOS AIRES ROJO SANGRE, EN EL TITA MERELLO
Cuando se nombra al Buenos Aires Rojo Sangre (BARS, para los amigos), el Festival Internacional de Cine de Terror, Fantástico y Bizarro, la imaginación se nos llena de los recuerdos de películas clase Z, de esas que aparecen en unos pocos canales de cable, en retrospectivas y que involucran monstruos de goma, disfraces con el cierre demasiado a la vista y actuaciones más cerca de suscitar la vergüenza ajena que el espanto. Página/12 se metió una jornada entre el público del BARS para ver cuánto queda en pie de ese imaginario. Afortunadamente, el nivel del festival ha ido creciendo: la selección de films (cortos, medios y largos) es en general de buen nivel y brinda la posibilidad de ver en pantalla grande algunas películas que de otro modo sólo se conseguirían en DVD y en el reducido circuito de videoclubes dedicados al tema. Hasta esta noche se podrá ver una amplia selección de cintas que, en general, dejan un buen sabor en la boca. Además, al cierre de la jornada se anunciarán los ganadores de las secciones en competencia.
Como todo festival, el BARS es desparejo. Pero siempre que se atienda a las convenciones de los géneros que engloba, las producciones que presentan cumplen bien con la expectativa del público que se acerca desde el jueves pasado al Tita Merello para animarse a su programación. Por otro lado, si en el imaginario de estos festivales abundan las escenas de público “raro” disfrazado, el espectador ocasional que fuese esperando esto quedaría defraudado, ya que se pudo ver pocas vestimentas llamativas. Sí en cambio dieron el presente el habitual número de remeras negras y las estampadas con el logo de La Naranja Mecánica, que parece ser la nueva prenda infaltable en el guardarropa del freak de hoy.
La “fauna” que asiste al BARS es variopinta e incluye desde señoras que fueron “porque en el Tita siempre hay algo bueno” y se sorprendieron por “cuántos bohemios que hay” (sic), hasta los cultores del género que llegan al complejo 15 minutos antes de la apertura de sus puertas y saben perfectamente qué film van a ver, de qué trata y quién lo dirige. Casi todos salieron conformes con cortos potentes como el español Y que cumplas muchos más, de David Alcalde, que forma parte de la competencia oficial del festival y viene de ser premiado en otros eventos. Un botón de muestra de la situación se dio el sábado poco después de las 19 en la sala 1 del Tita Merello, cuando se proyectó la primera tanda de cortos que buscan llevarse una estatuilla. Esa misma función fue una buena muestra de los códigos del público del ambiente, menos afecto al silencio riguroso que rige en otros festivales más “serios” y más dispuesto a acompañar el talante de los directores que toman el género con buen humor y producen esos films más apropiados para ver con amigos, como previa a una salida nocturna, con snacks y gaseosa a mano. Dos buenos ejemplos de esto son los cortos –también en competencia–, Night of The Hell Hamsters, del británico Paul Campion, y la uruguaya Extra, extra, de Diego Melo. Ambas se llevaron las risas y aplausos del público a partir de situaciones delirantes, humor rabioso y, sobre todo, ganas de divertir y divertirse desde lo bizarro. Death Knows Your Name, un film argentino dirigido por Daniel de la Vega, despertó interés: producido para el mercado internacional y hablado en inglés, atrapa desde su buen ritmo narrativo y su ambiente “lovecraftiano”. En su función de la noche la concurrencia llenó la sala. Un dato adicional: Death Knows Your Name le dio a su director un contrato con Patagonic Films para rodar otra película.
En el balance, la buena concurrencia al BARS, lo mismo que algunos ciclos de terror en salas alternativas y las nuevas producciones locales, confirman el buen momento del género en Argentina.
Informe: Andrés Valenzuela.
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