CINE › EL MANIFIESTO GRUPO DE ACCION SE DA A CONOCER
En su primer film, UPA!..., que se estrena mañana, el colectivo de artistas propone cuestionar clichés del cine “desde adentro”.
› Por Oscar Ranzani
Camila Toker es ya una cara conocida dentro del cine argentino joven: participó en Sábado y Los suicidas, las dos películas de Juan Villegas, y en Ana y los otros, dirigida por Celina Murga. Tamae Garateguy también tuvo sus experiencias cinematográficas: formó parte del elenco de Una noche con Sabrina Love, de Alejandro Agresti, después de estudiar actuación con Vivi Tellas, Augusto Fernandes y en el Instituto Lee Strasberg, de Nueva York. Santiago Giralt se desempeñó como guionista y asistente de dirección en Géminis y Los Rubios, los dos largometrajes de Albertina Carri. Los tres crearon junto a la montajista y guionista Eva Bär el Manifiesto Grupo de Acción, un colectivo de artistas cuyo primer trabajo es UPA!, una película argentina, film independiente que contó con el apoyo de la Universidad del Cine (FUC) y la Fábrica de Cine, y que se estrena mañana en el Hoyts Abasto y el sábado en el Malba.
“El grupo nació por casualidad, ya que nos conocimos azarosamente en unas clínicas de guión organizadas por el Festival de Cine de Mar del Plata”, cuenta Giralt en la entrevista con Página/12. “Después de un par de años seguidos de encontrarnos en esas clínicas y viendo que nuestros proyectos individuales previos a UPA! no se ponían en marcha o seguían girando en la rueda de la fantasía y no en la rueda de la acción, nos juntamos un día y dijimos: ‘Bueno, tenemos que salir a hacer algo ya’. Nos gustaba la energía que había, nos parecía que podía hacer una energía creativa común y así fue como salió UPA!. Por otro lado, el tema resultó lógico a partir de la frustración por los proyectos que no salían”, agrega el codirector. Influidos, según comentan, por el Dogma 95, Raúl Perrone y el cine de John Cassavettes, estos integrantes del colectivo de trabajo se propusieron exponer, a través de una ficción como UPA!, las dificultades de hacer una película en la Argentina y cuestionar “desde adentro” –mediante el humor y la acidez– ciertos clichés del cine argentino reciente. La trama comienza cuando un cineasta recibe un subsidio de un festival noruego para realizar un film muy pretencioso al que titulará Tandil/Tromso. A partir de entonces, empezarán los problemas de medios para llevar a cabo el rodaje, peleas de egos y también vanidades y traiciones. “¿Hasta dónde se puede llegar para hacer una película?”, se interrogan los tres directores-intérpretes de UPA!. Vale recordar que UPA! ganó el Premio a la Mejor Película Argentina en el último Bafici.
–La película habla de los problemas con los que se encuentra un grupo de personas cuando quieren hacer una película argentina. ¿Con qué problemas se encontraron ustedes?
Camila Toker: –Durante la filmación básicamente no nos encontramos con problemas porque nos planteamos siempre estar más allá de los problemas. Cualquier impedimento buscamos convertirlo y tirarlo para nuestro lado. Sabíamos que contábamos con una tecnología muy básica y la convertimos en un recurso estético. Sabíamos que íbamos a empezar a trabajar entre nosotros en una ficción muy íntima y, entonces, trabajamos para que nada nos detuviera. La premisa era pasar a la acción y una vez que pasamos a la acción, nada nos detuvo en el objetivo de hacer la película.
–¿La idea del Manifiesto que crearon es tomarlo como un dogma o más bien apuntan a una utilización abierta?
C. T.: –Al contrario de ser una obstrucción, el Manifiesto tiene que ver con poner en palabras lo que fue para nosotros una dinámica libertaria. Eso tuvo que ver justamente con poder hacer sin obstrucciones, sin que nada nos bloquee o nos pare en el deseo de acción. No hay consignas limitantes en nuestro Manifiesto. Como primera línea es: Hacé. No importa los problemas que tengas o las limitaciones técnicas, económicas u otras. Es justamente libertario, no limitante.
Eva Bär: –Además en nuestro Manifiesto no existe la palabra no, al contrario que en otros manifiestos. No es no uses tal cosa o tal otra. Al contrario: usá lo que tengas. Si tenés poco usá ese poco que tenés, si tenés mucho, usá lo mucho que tenés. La cuestión es hacer.
–¿Hasta qué punto ustedes piensan de la misma manera que lo que cuestiona su película?
Santiago Giralt: –Yo pienso de la misma manera que la película porque siento que el film cristalizó cosas en las que creemos y eso es honesto en un punto. No puedo decir que no porque estaría impugnando lo que hemos hecho, lo que no quiere decir que eso sea aplicable a todas las películas. Una crítica es mucho más constructiva cuando es desde adentro y cuando, a la vez, es autocrítica. Sobre todo por los ataques que tiene el Nuevo Cine Argentino últimamente de parte de algunas personas. Hay como una búsqueda de atacar al Nuevo Cine Argentino desde lugares que para mí son impugnables, porque no se le puede asignar al Nuevo Cine Argentino una tablilla de público y un montón de cosas porque el cine argentino no cuenta con los mismos recursos y las mismas estrategias de promoción y difusión que el resto del cine. Al cine argentino hay que cuidarlo como un producto idiosincrático. Adentro podemos tener nuestros debates, pero es importante cuidarlo.
Tamae Garateguy: –Se tomó como si nosotros estuviéramos en contra, criticando o señalando desde afuera, y no es así. Nosotros lo tomamos como una autocrítica. De hecho, sentimos la película de una manera en la cual pudimos reírnos de nosotros mismos como parte de ese mismo nuevo cine.
–¿Pensaban que se iba a armar un debate sobre lo que ustedes plantean?
C.T.: –Sí, pensábamos que iba a ser posible porque el humor ha sido un género no respetado en los tiempos y sabíamos que hacer humor muchas veces es poner evidencia cosas que, en general, uno no prefiere y al reírnos de los clichés las estábamos poniendo ahí sobre el tapete. Suponíamos que estaban quienes iban a tomarlo mal. Tampoco puede gustarle a todo el mundo pero igual creo que para nosotros fue algo refrescante.
–¿En esto del trabajo colectivo está también la idea de apostar a un cine no personalista?
S. G.: –Sí, nosotros pensamos que es más importante una buena película que una mirada. El otro día leía una nota que decía: “Parece que a UPA! no le interesa qué se hace con el buen cine. ¿Qué lugar tiene el buen cine en UPA!?”. Yo correría la palabra “cine” y diría “la buena historia”. A nosotros nos importa la buena historia. Después si es buen o mal cine, ya es una discusión que podría llevar a debates estéticos interminables. Lo que nos importaba era que la historia fuera atrapante, interesante, que estuviera abierta al público y no cerrada, en el sentido de que fuera comprensible.
–¿Le otorgan un valor decisivo a la improvisación?
T. G.: –Sí, totalmente decisivo, pero hay que aclarar que la improvisación es como un juego pero en el sentido más estricto de lo que es un juego. Las reglas tienen que estar muy claras, uno tiene que saber a dónde quiere llegar. Las escenas tienen que estar muy bien planteadas para que eso dé frutos y después tener elementos claros donde cada personaje pueda desarrollarse en esa escena.
–¿Cómo vivieron ustedes el momento del apogeo del Nuevo Cine Argentino con Lucrecia Martel, Pablo Trapero, Adrián Caetano. ¿En aquella época también existían vicios o más bien fue un proceso de virtual degradación?
C.T.: –No es degradación sino que, como todo proceso, nace joven y empieza a envejecer como movimiento, no cada uno de los autores o cada una de las películas. Sí hay cierto envejecimiento y esto es a lo que viene la reflexión y el reinventarse, la idea de rejuvenecer. Es decir, tiene que ver con buscar nuevas cosas. Siempre decimos que más allá de los autores o las películas, el movimiento que se llamó Nuevo Cine Argentino cayó en una solemnidad de la que fue víctima también. Yo no creo que haya sido algo buscado. Pero bueno, la crítica y los festivales internacionales le dieron todo un lugar que tuvo que sostener desde cierta solemnidad, cierta seriedad que no creo que los autores hayan buscado. Pero se fueron cayendo también por lo que decimos siempre: el gran subsidiario de este nuevo cine son los festivales internacionales que condicionan cierta estética, ciertos tempos, ciertas temáticas. Por eso digo que como resultado se obtienen películas víctimas de esa seriedad.
S. G.: –Además, es político mostrar a un cartonero o una villa pero no es político mostrar una clase media patética como los personajes de UPA!, que quieren hacer cine. Nosotros creemos que mostrar esta clase media que araña la oportunidad y que se vuelve patética en ese sentido de la oportunidad, es tan político como hacer una película sobre un desempleado.
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