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Lunes, 7 de abril de 2008

CINE › UN HéROE DEL RIFLE Y EL CINEMASCOPE

Un héroe del rifle y el CinemaScope

Con Los diez mandamientos y Ben Hur se consagró como la figura del cine épico, cuando Hollywood luchaba contra la TV.

Su físico imponente y su mandíbula cuadrada le permitieron interpretar a héroes clásicos y grandes personajes históricos: supo ser Moisés, Miguel Angel, Marco Antonio, Rodrigo Díaz de Vivar y el valeroso Ben Hur que no temía enfrentar a las cuádrigas romanas, por lo cual fue condecorado con el Oscar al mejor actor de Hollywood de la temporada 1959. Pero su fervorosa cruzada política en favor de la libre venta y posesión de armas de fuego le valieron a Charlton Heston –fallecido en la madrugada del sábado al domingo, en su residencia de California, a los 84 años– pasar a la historia no sólo como la máxima estrella del espectáculo épico en CinemaScope, sino también como “el hombre del rifle”, una figura venerada por el más rancio conservadurismo estadounidense.

El presidente estadounidense, George W. Bush, que otorgó en 2003 a Heston la Medalla de la Libertad, el más alto honor estadounidense que premia a civiles, rindió ayer homenaje a un “hombre de carácter, íntegro y de gran corazón” y a un “gran defensor de las libertades. Muy aclamado por su larga y galardonada carrera, también causó un profundo impacto fuera de la pantalla”, destacó el mandatario. “Sirvió a su país durante la Segunda Guerra Mundial, militó por el movimiento de los derechos cívicos, dirigió el sindicato de los actores y defendió vigorosamente la Segunda Enmienda” de la Constitución estadounidense, que garantizaba el derecho de los ciudadanos a tener un arma, agregó Bush.

El actor fue presidente de 1998 a 2003 de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, en inglés), el poderoso grupo de presión que rechaza cualquier control de la tenencia de armas en Estados Unidos. Llegó a decir que sus oponentes tendrían que quitarle el rifle “de mis manos frías y muertas”. Una de sus últimas apariciones, cuando ya padecía el Mal de Alzheimer, fue –a su pesar, porque queda muy mal parado– en Bowling for Columbine (2002), el documental en el que Michael Moore lo persigue para pedirle explicaciones por las vidas perdidas en el país a manos del crimen por las posiciones de la NRA. En cambio, para los estadounidenses de derecha, Heston era un punto de referencia.

“Al aceptar papeles épicos y de mando, mostró ser uno de los actores con más talento de la nación y su legado será parte de nuestro cine para siempre”, señaló el senador John McCain, candidato republicano a la presidencia. De hecho, Heston –quien en los años ’60 militó en el movimiento por los derechos civiles junto a Martin Luther King, postura de la que luego renegó– hizo en muchas oportunidades campaña por candidatos republicanos y se opuso a las cuotas de entrada a la universidad y otros beneficios en favor de los afroamericanos y las minorías, medidas que defienden los demócratas. Por eso McCain, que quiere movilizar a la base conservadora de cara a las elecciones de noviembre, calificó a Heston como “un líder en la vida real”. “Trabajó por este país y dio su voz con orgullo en apoyo a algunos de nuestros derechos más básicos”, añadió el senador republicano.

Por su parte, Wayne LaPierre, el director de la NRA, afirmó ayer en un comunicado que con la muerte de Heston “Estados Unidos ha perdido a un gran patriota”. “La Segunda Enmienda ha perdido a un amigo fiel. También lo he perdido yo y cuatro millones de miembros de la NRA y 80 millones de estadounidenses que poseen armas y todo estadounidense al que le importan la Constitución y la libertad”, dijo LaPierre.

Charlton Heston había nacido como John Charlton Carter el 4 de octubre de 1924 en Evanston, Illinois, y creó su seudónimo al combinar el apellido de soltera de su madre, Charlton, con el de su padrastro, Heston. Aunque ya se había destacado en el teatro de su país, aún era oscuro fronteras afuera cuando apareció en títulos como El vengador invisible (1950), La furia del deseo (1952) y La dama marcada (1953), debidos a directores reconocidos entonces, como William Dieterle, King Vidor y Henry Levin, respectivamente. Tuvo su gran trampolín internacional con El espectáculo más grande del mundo (1952, de Cecil B. DeMille), cuyo director lo convocó de nuevo para encarnar al mismísimo Moisés en Los diez mandamientos (1956), que inauguró la moda de las películas en formato macro, destinadas a recuperar el público que el cine perdía con la incipiente televisión, mamotretos larguísimos en radiante Technicolor y pantalla CinemaScope.

Fue el caso también de Ben Hur (1959), de William Wyler, una de las películas más caras y suntuosas de Hollywood y, sin duda, la consagración de Heston como héroe cuasihomérico. A partir de Ben Hur, Heston se asoció definitivamente al fenómeno de las películas en 70mm, un formato para el que se solían cobrar más caras las entradas, porque su proyección demandaba de salas equipadas especialmente. Así protagonizó El Cid (1961, de Anthony Mann), 55 días en Pekín (1963, de Nicholas Ray y Andrew Marton), La agonía y el éxtasis (1965, de Carol Reed), La historia más grande jamás contada (1965, de George Stevens) y Khartoum (1966, de Basil Dearden).

En el medio hubo otros títulos, de los cuales Marabunta (1953, de Byron Haskin) se transformó para el habla popular en sinónimo de invasión imparable. A su vez, los cinéfilos no pueden dejar de agradecerle que fuera Heston quien impulsara personalmente el regreso como director de Orson Welles, en Sombras del mal (1958), protagonizada por él mismo junto a Welles, Janet Leigh y Marlene Dietrich (en Buenos Aires se reestrenó en el 2001 su versión definitiva, bajo el título Sed de mal). En cambio, sus detractores le adjudican haber modificado el montaje del western Juramento de venganza (1966), lo que provocó un conflicto con su director, Sam Peckinpah.

Heston también fue el fundador de la popular saga de El planeta de los simios (1968, de Franklin Schaffner), que tuvo una continuación en Bajo el planeta de los simios (1970, de Ted Post). El héroe de la pantalla ancha también actuó en films particularmente ruidosos: Terremoto (1974, de Mark Robson) y La batalla de Midway (1976, de Jack Smight) utilizaron el Sensorround, un sistema de sonidos de baja frecuencia y parlantes ubicados en el piso de las salas para sacudir a los espectadores con movimientos telúricos y bombardeos. Hombre procedente del teatro, Heston se dio el gusto de dirigir Antonio y Cleopatra (1972), sobre Shakespeare, y Un hombre de dos reinos (1988), en la que interpretó a Tomás Moro.

Dos veces estuvo Heston en la Argentina: en abril de 1978, para promocionar el estreno de SOS Submarino nuclear, de David Greene, y en 1990, cuando participó en una entrega internacional del Oscar, desde el Teatro Colón, junto a Norma Aleandro.

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El actor presidió la combativa Asociación Nacional del Rifle.
 
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