CINE › EL DIRECTOR ALEMáN ROMUALD KARMAKAR HABLA SOBRE SU CINE FUERA DE NORMA
La retrospectiva que propone el festival porteño permite acercarse al cine de este discípulo de Alexander Kluge, que reformula tanto al documental como a la ficción. “Algunos de mis films son cine etnográfico: se pueden hacer films etnográficos en París, Londres o Berlín”, afirma.
› Por Diego Brodersen
La charla en el espacio de prensa del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires se produce al término de una larga conversación con el público, durante la cual el director alemán Romuald Karmakar reflexionó sobre sus intereses cinematográficos y el particular abordaje a la historia de Alemania que se evidencia en varias de sus películas. No parece cansado y, mientras un par de promotoras sumergen en hielo las bebidas de un inminente cóctel, Karmakar está dispuesto a responder a más preguntas. Esta es la tercera visita a la Argentina del realizador alemán “nacido en 1965 en Wiesbaden, de padres franco-persas”, según informa el crítico Olaf Möller en las páginas del catálogo del Festival. Entre los datos anecdóticos (o no tanto) de su carrera como cineasta, no es menor el hecho de haber conocido a Alexander Kluge (uno de los padres fundadores del Nuevo Cine Alemán) al escribirle una carta “allá por 1988, 1989”. Cuenta Karmakar que le envió una copia de A Friendship in Germany, su primera película sobre Hitler. “Así nos conocimos y luego fui asistente suyo en varios trabajos realizados para la televisión”, señala. Si bien existen diferencias estilísticas entre ambos realizadores, hay algo que los une en gran medida: la necesidad de escaparles a las estructuras narrativas tradicionales, tanto en las obras de ficción como en los documentales. Por estos días, puede apreciarse en el Bafici gran parte de su filmografía, sin lugar a dudas uno de los platos fuertes de la programación del evento porteño.
–La mayor parte de los documentales sobre bandas o corrientes musicales tiende a tener una estructura tradicional, cronológica o enciclopédica. Between the Devil and the Wide Blue Sea, un paseo por la escena electrónica alemana, es más parecida a una película de los hermanos Lumière, donde la cámara observa los sujetos a su alcance...
–Yo lo llamaría un film etnográfico, siempre utilizo ese término. Por lo general, ante el uso de esa palabra se piensa en el estudio de los habitantes del Amazonas o en una tribu africana, pero se pueden hacer films etnográficos en París, Londres o Berlín. Es cierto lo que dice: las películas etnográficas comenzaron con los hermanos Lumière en el frente de su propia compañía, con los empleados saliendo de la fábrica. Respecto de la música, es increíble que, teniendo la música electrónica una importancia radical en Alemania, casi no hay películas sobre el tema. Por supuesto, hay muchos films sobre bandas de rock y la música electrónica se utiliza mucho como banda de sonido, pero ésa es otra cuestión.
–Resulta increíble que nunca se haya producido un biopic sobre Kraftwerk, por poner un ejemplo evidente.
–Exacto. Existen varios dvd sobre las presentaciones del grupo, pero ningún acercamiento cinematográfico. Otro ejemplo del desconocimiento general: todo el mundo conoce el Love Parade (la famosa fiesta de música electrónica berlinesa), que comienza un viernes y termina el lunes por la mañana. Pero en la televisión puede verse solamente el carnaval del sábado por la noche, de manera que la gente piensa que eso es sinónimo de Love Parade. Casi nadie tiene idea de lo que ocurre, por ejemplo, los viernes por la noche: la música saliendo de los parlantes de los comercios, decenas de dj pasando música en la calle, la música a todo volumen del interior de los automóviles. Lo que vemos por televisión es la imagen turística –las chicas desnudas, el colorido del desfile–, pero no el evento central. Lo maravilloso de documentar algo así es precisamente salir a la búsqueda de aquello que no es evidente.
–Between the Devil... es lo opuesto a un film de ghetto, es una película que puede ser apreciada por espectadores que no tienen un interés específico en la música electrónica...
–La utilización del plano-secuencia y la inexistencia del corte de montaje permiten una experiencia más intensa, un conocimiento profundo de los detalles: cómo se está generando la música, qué está haciendo el artista, si está transpirando, si está cometiendo un error o algo no está funcionando correctamente. Uno es parte de eso y al mismo lo observa desde cierta distancia. Es un método de purificación cinematográfica que, además, puede ser apreciado en diferentes contextos. Cuando el film se proyectó en Mar del Plata, en el marco del Festival de Cine, una persona del público relacionada con una discoteca de Rosario me invitó a proyectarla allí. Fue fantástico: el dj pasó música durante una hora, luego se exhibió el film mientras la gente continuaba bailando y luego la música continuó durante toda la noche. La experiencia resultó completamente diferente de las exhibiciones en una sala de cine. En Alemania resulta más complicado, particularmente con los críticos: ellos odian la música electrónica. Si hacés un documental sobre Bob Dylan o Los Rolling Stones, generalmente recibís muy buenas reseñas, aunque la película sea muy poco interesante. Es como si las buenas críticas dependieran del gusto musical de los críticos de cine.
–En Hamburg Lectures y The Himmler Project usted pone en escena a un actor que recrea sin pausas ni interrupciones dos discursos históricos: el del nazi Heinrich Himmler delante de una centena de colaboradores en 1943 y el de Mohammed Fazazi, un imán de la mezquita de Hamburgo, frente a un grupo de fieles...
–Manfred Zapatka, el actor de ambos films, logra incluir al espectador dentro de la estructura de su mente –por llamarlo de alguna manera–, al mismo tiempo que da una visión general de ese edificio mental. Ocurrió varias veces, luego de algunas proyecciones del Himmler Project en Alemania, que alguien se acercaba y decía “creía que Himmler había sido un idiota”. De alguna manera queremos que hayan sido idiotas, pero lo cierto es que eran bastante inteligentes. Y es cierto que, por momentos, su forma de hablar se asemeja a la del CEO de una gran compañía, con todo ese catálogo de cosas que se deben y no deben hacer si se quiere lograr el éxito: mercados, porcentajes, “tenemos que ser menos dependientes” de esto o de aquello, los ganadores y los perdedores. Lo terrible es que Himmler sabía muy bien cómo construir el discurso de manera tal que quienes lo escuchaban se sintieran reconfortados a pesar de los crímenes horrendos que se estaban cometiendo.
–Usted parece sentirse cómodo también en el terreno del cine de ficción, aunque nunca abandona el sentido iconoclasta de sus documentales.
–Cada película, sea documental o de ficción, tiene que partir del núcleo de la historia. Eso es lo que define cuál es la mejor forma de narración, así sean 10 o 180 minutos, rodaje en 35mm o con una cámara de video. Por supuesto, los procesos de financiación y la escritura del guión son distintos. Ahora estoy trabajando en un film de ficción basado en las 12.000 páginas de un proceso de los años ’60, en el cual trescientos policías de Francfort que estuvieron estacionados en Polonia en el ’42 y ’43 fueron perseguidos y enjuiciados por su participación en el exterminio de judíos. Fue un juicio que duró doce años y, en este caso, solo puedo verlo como un film de ficción. La estructura resulta demasiado complicada para encararla como un documental. En este caso, me gusta la expresión “puesta en escena de documentos”.
* The Himmler Project se exhibirá hoy a las 16.15 horas en Hoyts 8 y el domingo 20 a las 19.30 en Hoyts 7. Hamburg Lectures se exhibirá por última vez el sábado 19 a las 18 en Hoyts 7. 196 BPM se exhibirá el miércoles 16 a las 20.30 en Hoyts 11 y el sábado 19 a las 10.45 hs. en Hoyts 8.
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