CINE › HARRISON FORD HABLA DE SU REGRESO A INDIANA JONES
A los 66 años, el héroe más taquillero de Hollywood recupera el sombrero y el látigo. “Hay que mostrar su estado anímico, sus miedos, sus éxitos, su dolor, por eso insisto en hacer cuantas escenas de acción me sea posible, siempre que no sea demasiado peligroso”, afirma.
› Por Carmen Pérez-Lanzac *
El hotel Casa del Mar está rozando la arena de la playa de Santa Mónica, cinco minutos a pie de su famoso muelle, en el condado de Los Angeles. En recepción te dan un sobre con la hora de la entrevista con Harrison Ford, a las 10.30 del día siguiente. Es 24 de febrero, domingo, y son las 20.30. Harrison Ford entra en escena acompañado del leitmotiv de Indiana Jones. “And the Oscar goes to...” El actor le entrega la estatuilla al mejor guión original a Diablo Cody, la autora de Juno. Cuando ambos desaparecen del escenario llega el turno de uno de los platos fuertes de la noche, el Oscar al mejor actor (que gana Daniel Day-Lewis), un reconocimiento al que Ford ha optado una sola vez, en 1985, por Testigo en peligro (se lo llevó William Hurt por El beso de la mujer araña). Sus películas han facturado millones de dólares, pero no hay ni un premio importante en su currícula. ¿Se sentirá frustrado?
Durante el desayuno, una periodista francesa, invitada también por Paramount, termina de preparar sus preguntas. La cita es en la suite 103, donde la productora ha montado una improvisada recepción. En el televisor, el trailer de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, la cuarta entrega de las aventuras del arqueólogo, se repite una y otra vez y la musica característica se te mete en el cuerpo. El trailer es todo lo que los periodistas han podido ver sobre la película, que se estrena a nivel mundial el 22 de mayo, después de su première en el Festival de Cannes. Ni un borrador, ni una escena, ni un resumen. Nada. Una de las responsables de la productora repasa la agenda del día, que ha arrancado a las 9.30 y terminará a las 17.30. Ford dará siete entrevistas cara a cara y otras cuatro en grupo; en total hablará con 33 periodistas, llegados de varios puntos del globo.
“Mister Ford, la próxima entrevista...” Una entra en una habitación grande sin ventanas. El actor estrecha tu mano y ofrece algo de beber, como si fuera su casa. Se sienta. Quedan 25 minutos por delante, un tiempo que daría más de sí si Ford fuera de respuestas rápidas. Pero no es el caso. El actor se toma su tiempo antes de abrir la boca. Masca cada palabra que va soltando con parsimonia. Dice “mmm...” y luego “you know”. Habla len... ta... men... te... Y los segundos vuelan en su enorme reloj pulsera. Ford está cansado, tiene hambre y le hacen bastante ruido las tripas. Sin embargo, está de buen humor:
–¿Qué tal acabó la velada ayer?
–Bien, fuimos a la fiesta de George Clooney. Nos acostamos mucho más tarde de lo normal, pero nos hemos despertado a las 7.00, porque Calista tenía que llevar a Liam a una excursión del colegio. Ella también va, y así ayuda a los profesores, le gusta involucrarse...
En la última entrega, Indiana Jones y la última cruzada (1989), dejamos a Indy agotado, tras vencer de nuevo a los nazis y salvarle la vida a su padre (Sean Connery). De eso hace ya 19 años. Basta recordar que River Phoenix –que murió en 1993– interpretaba al joven Indiana Jones para darse cuenta de que ha pasado una eternidad. Ford asegura que cuando, en junio del año pasado, se puso de nuevo la chaqueta y el gorro sintió lo mismo que se siente al reencontrar a un viejo amigo. “Yo nunca descarté hacer otra película de la serie. Llevamos años viendo posibles guiones, pero no nos poníamos de acuerdo y cada uno estaba inmerso en sus propios proyectos. En el fondo de mi mente siempre tuve la esperanza de que encontraríamos una historia que nos enganchara a todos. Quienes conocemos a George Lucas sabíamos que sucedería. Es muy tenaz.”
Lucas, productor de la película, llevaba años buscando una historia digna del retorno del profesor Jones. En la primera le arrebató el Arca de la Alianza a los nazis. En la segunda salvó a unos niños de la esclavitud y recuperó las piedras Sankara. En la tercera encontró el Santo Grial antes de que lo hicieran los nazis. En la nueva entrega, la acción transcurre en 1957. Los malvados, liderados por Cate Blanchett, son rusos; Indy vuelve a derretirse por Marion (Kate Allen), la chica de la primera entrega, y conoce al joven Ma-tthew Jones (¿el hijo de Indiana y Marion?). En una de sus primeras entrevistas, Steven Spielberg, que repite como director, describía el reencuentro así: “Somos un poco más viejos, mucho más sabios... y un poco más ricos”.
La primera entrega recaudó 244 millones de dólares; la segunda, 214 millones; la tercera, 300 millones. ¿Qué sucederá con la cuarta? Uno de los miedos de los fans es que pase algo parecido a la continuación de La guerra de las galaxias, con su derroche de efectos especiales. Pero Spielberg asegura que se han mantenido fieles al estilo de sus predecesoras. “Técnicamente somos capaces de mucho más, pero nos hemos tragado el orgullo”, explicaba a la revista Vanity Fair. “Nos hemos mantenidos fieles al estilo atemporal de las películas de aventuras”, dice Harrison Ford, quien asegura haber rodado la mayor parte de las escenas de acción: “La conexión emocional que el público establece con el personaje no se puede romper en medio de una escena muy física. Hay que mostrar su estado anímico, sus miedos, sus éxitos, su dolor, por eso insisto en hacer cuantas escenas de acción me sea posible, siempre que no sea demasiado peligroso. Hemos intentado no exagerar, mantenernos en una escala humana. Preferimos que resulte realista y tenga un punto cómico (N. de la R.: Recuerden a Ford acariciándose la mandíbula tras recibir un puñetazo o con cara de espanto antes de dar un salto quizá mortal). Si en la primera entrega Indiana recibía los golpes como un hombre de 40 años, ahora los recibe como uno de 66”.
Harrison Ford habla en un tono muy bajo. Sólo se trasluce algo parecido a la emoción en dos ocasiones: cuando habla de los aviones y de la ong Conservación Internacional, a la que apoya desde hace varios lustros. De hecho, ha prestado su nombre a dos nuevas especies, la hormiga Peidole harrisonfordi y la araña Calponia harrisonfordi. Lo cuenta pegando la boca a la grabadora y después deletrea su página web (www.conservation.org). También se siente cómodo explicando su afición por las motos y los aviones: “En moto siento el viento y evito los embotellamientos. Pilotear un avión es más complejo. Siempre se aprende algo: su técnica, cómo interpretar las señales del tiempo... Uno no deja de mejorar”. Una anécdota: en 2000, el actor, que estaba en su rancho de Jackson Hole (Wyoming), tuvo que rescatar en su helicóptero a una joven escaladora deshidratada.
Algo menos de gracia le hace la siguiente pregunta, sobre el actual momento político en Estados Unidos y los posibles candidatos a presidir el país: “Soy un tipo del Medio Oeste. No nos gusta hablar sobre cuánto ganamos, cuál es nuestra religión o a quién votamos. No lo he hecho en el pasado, pero este momento merece una excepción. Debemos votar a gente sensible, que no niegue lo que sucede a nuestro alrededor. Hay que hacer muchos cambios con urgencia: en medio ambiente, en política exterior y también respecto de las necesidades de nuestra gente. Tenemos que reinventar América. Y para eso apoyo a Barack Obama”.
Si hacen la cuenta verán que, según un cálculo sencillo que consiste en restarle a la recaudación de una película sus costos, Ford es uno de los actores más rentables del mundo. En su carrera hay más taquillazos que en la de la mayoría de las estrellas: la trilogía de La guerra de las galaxias, la de Indiana Jones, así como Air Force One, El fugitivo, Juego de patriotas y un largo etcétera. Su especialidad son las películas de acción. Según Lucas, eso se debe a que consigue que el espectador piense: “Así es exactamente cómo me sentiría yo si estuviera en esa situación (...). Es como Clark Gable o Humphrey Bogart (...). No son Adonis ni superhéroes. Por eso los quiere todo el mundo, por eso es tan divertido verlos en pantalla, porque son vulnerables”. Queda por saber qué opina Harrison Ford de la ausencia de estatuillas de peso en su historial.
–Anoche, después de que anunciara usted un Oscar, se entregó el premio al mejor actor. ¿Le gustaría tener uno?
–No me importaría nada. Sería muy emocionante.
–Rechazó el papel de Syriana, que finalmente hizo George Clooney y se llevó el Oscar. ¿Se arrepiente?
–Nunca me arrepiento de mis decisiones. Uno hace elecciones y vive con ellas. No me parecía que el personaje me encajara.
–¿Pero se siente suficientemente reconocido...?
(Ford suelta una carcajada con un gruñido.) –Tengo la oportunidad de seguir trabajando, y eso no es frecuente. Lo único que quiero es ser viable y que me sigan contratando.
–¿No está eso fuera de toda duda?
–No. Y dejémoslo ahí.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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