Martes, 25 de noviembre de 2008 | Hoy
PLASTICA › OBRAS RECIENTES DE LUIS FELIPE NOé EN LA GALERíA RUBBERS
Para acompañar su nueva exposición, el pintor escribe un divertimento que lo lleva a relacionar su apellido con derivaciones filológicas y filosóficas. Una humorada lingüística para acercarse a la comprensión de una obra.
Por Luis Felipe Noé *
Cuando comencé a oír la palabra noética me pregunté a mí mismo si se trataba de la falta de ética, y la verdad es que me conmovió que mi apellido estuviese unido a ese significado. Y ello a pesar de haber escrito en 1965 un libro llamado Antiestética. Pero el término en cuestión era noética y no noestética. Por otra parte, ni allí negaba esta disciplina ya que hablaba de la “estética de la antiestética” refiriéndome a la creadora versus la establecida.
Entonces, para entender qué significaba noética recurrí al Diccionario de la Real Academia Española y encontré que en filosofía significa “perteneciente o relativo a la noesis”. En consecuencia busqué esta palabra y supe que se trataba de “visión intelectual, pensamiento”, y que en fenomenología significaba “acto intencional de intelección o intuición”. Pero, buscando encontré otra palabra: noema, que se refiere al “pensamiento como contenido objetivo del pensar, a diferencia del acto intencional o noesis” y que era un “término frecuente en fenomenología”. ¡Noema! Recordé el nombre de mi tía y pensé que en el colegio, con la costumbre de invertir el orden del nombre y el apellido, sería: “Noé, Ema” (o sea, auditivamente noema). Luego, un amigo me comentó que había conocido a una señora llamada Noema. Ya bastantes problemas me han dado las Noemí(ses) y las Noelias, a quienes se les suele llamar Noe. He encontrado más de una vez en los muros urbanos leyendas del tipo “Noe, te amo”, teniendo yo que tomar conciencia de que esta declaración no estaba dirigida a mí. Cada vez que se las llama a una de ellas, creo que se refieren a mí. Lo mismo ocurre con mi amigo Noé Jitrik, cuestión que la hemos saldado escribiendo él, e ilustrando yo, un libro titulado En el nombre de Noé, de próxima publicación.
¡Noema! Y pensar que en 1975 yo había hecho un dibujo titulado Intelecto en acción, en el cual dos complejos eruditos hablaban de fonemas, mitemas y enemas. Desconocía entonces la palabra noema, la cual hubiese incluido naturalmente en esa supuesta conversación.
¿Pero, qué es un noema? Habiendo publicado el año pasado un libro titulado Noescritos, sobre eso que se llama arte, quedé tentado con ese término para utilizarlo en un nuevo juego de palabras: el título de esta exposición de mis pinturas, pero antes tenía que saber bien su significado, así como también algo de la palabra noesis, la cual es muy parecida fonéticamente al nombre de la fábrica de sombreros que tenía mi abuelo: Noélis.
Es así que seguí buscando referencias a estos términos. Como aficionado a la filosofía lo hacía avergonzado por mi ignorancia de ellos. Entonces fui a una enciclopedia en búsqueda de una información complementaria a la que tenía. Pero, por el contrario, encontré una nueva versión.
Según la teoría de la glosemática, noemas “son cada uno de los rasgos semánticos que componen un semema”, y la noemática se ocupa de establecer los noemas. Entonces ávido, me dirigí al término glosemática y me encontré que es una corriente del estructuralismo formado en torno del Círculo lingüístico de Copenhage, fundado en 1931 alrededor del pensamiento de Louis Hjensler y que “siguiendo el principio de Saussure de que la lengua es una forma y no una sustancia, propone que aquélla se constituya en dos planos: la expresión y el contenido. Estos son a su vez formas explícitas extraídas de sendas sustancias fónicas y nacionales.
No sólo no había conseguido una explicación complementaria a la primera definición, sino que quedé mucho más confundido. Me habían estado hablando antes de la fenomenología, o sea de filosofía, y ahora, en cambio, de semántica. ¡Y yo justamente que estaba buscando el significado de una palabra! Se me hacía cada vez más evidente que mi dibujo Intelecto en acción era lo único claro en este berenjenal. Pero, por ello mismo, la palabra noema me estaba gustando cada vez más para denominar la etapa actual de mi obra, ya no por lo que ese término significase, sino por la complejidad para entenderlo, o sea, lo que siento que acontece en el mundo.
Es así que busqué la palabra semema: “Dícese del significado concreto o contenido semántico de un lexema, que viene definido por el conjunto de semas que le corresponden”. Entonces ¿semas? Buscando esta palabra encuentro antes “Sem: hijo de Noé”. “Sema: elemento compositivo que entra en la formación de algunas voces con el significado de signo”, y también: “Dícese de la unidad semántica mínima o componente elemental del significado” y... ¿lexema –palabra que me producía una cierta picazón– qué significaba? “Forma semántica mínima. En la lingüística estadounidense “raíz” o “tema”, y a veces “palabra”. A diferencia del morfema, que ocupa un lugar en la gramática, el lexema tiene su lugar en el diccionario”. Esto último ya lo sabía. ¡Si lo tenía en las manos! Por lo tanto, deduje que era inútil buscar la palabra morfema porque no tendría lugar en el diccionario. Pero, como más allá de lo obvio, seguí leyendo la explicación de por qué lexema sí lo tenía, decidí ir por morfema. A ver... “morfema: unidad mínima en que cabe descomponer un elemento léxico o parte de un elemento léxico portador de información gramatical”.
Ya la palabra noema había quedado muy lejos y, además, había perdido en las explicaciones semánticas al otro término: noesis. Y la ironía era que el Diccionario de la Real Academia me había puesto en la interpretación filosófica y no en la lingüística de este término. Busqué entonces referenciarme a definiciones más acordes con la de la Academia. Huyendo de la semántica decidí refugiarme en la filosofía, mi pasión secreta a pesar de mi enorme ignorancia de ella. Fui a la Wikipedia en español y me remitían a la palabra semema (¡otra vez la semántica!), porque “para la glosemática existe una unidad básica de significado menor, el noema, que es cada uno de los rasgos semánticos del semema”. Pero, resulta que en la versión inglesa de la misma Wikipedia la explicación volvía al campo filosófico. Ante todo, explica que “el plural de la palabra noema es noemata”. ¿Sería por eso lo de noética? ¡Pero yo no quiero matar, sólo comprender! Luego, decía que “en griego quiere decir el significado de algo”. ¡Eso era justamente lo que quería saber! Pero, al mismo tiempo, me refería a otra cosa (a algo), y yo sólo quería quedarme con el significado de noema: “Es el equivalente al esquema de algo. Es la representación de una experiencia de un significado. Es la representación de la experiencia de un sistema basado en el significado a través de su propio proceso autorreferencial. También podría ser considerado como la proyección de nuestra propia experiencia en uno mismo”.
Digamos que ya decir que estaba confundido es poco. Pero seguí leyendo: “Noema se emplea en fenomenología para referirse al término de una intención tal como es dada por la conciencia. La mente rompe las experiencias en lo que nosotros conocemos como realidad externa. Noesis es el proceso del pensar de una tal manera que detecta el significado del objeto en sí mismo (noema). En contraste con noesis (habilidad para captar o conocer algo inmediatamente), un noema es el objeto mismo de la percepción o del pensamiento. Algo noético tiene que ver con algo que implica actividad intelectual. Uno puede hablar de la facultad noética como del intelecto mismo”. ¡Muy bien por noética!, la palabra que me movilizó a entrar en este laberinto. Pero leo: “Otra palabra griega para mente es nouhma (noema) que se traduce como pensamiento mental o percepción: aquello que piensa en una idea” ¡Esto sí que me gustó! Ahora seguro que la nueva serie de obras se llamaría Noemas. Comencé por lo tanto a volar sobre esta larga definición aún no concluida, pero encontré esta aclaración: noema fue usado primero en la retórica para denotar, pero luego adquirió el sentido de algo que aun formulado oscuramente tiene, sin embargo, la intención de que sea entendido o resuelto. En otras palabras, un noema es en la retórica un discurso poco claro que sólo brinda significado acompañado de reflexión detallada. [...]
Ya estaba mi duda casi resuelta: mi obra –tan poco clara como la realidad que me rodea, pero que puede ser entendida por aquellos que viven consciente y connotativamente la misma realidad– merece el término de noema, y sobre todo después de esta confusa cabalgata terminológica.
Lo que terminó de convencerme es la enciclopedia digital Symploké: “En la fenomenología de Edmund Husserl noema es aquello a lo que se refiere la noesis, en tanto que contenido suyo”. [...] No pudiendo escoger ninguno de estos dos términos en especial, decidí titular esta serie de obras mías realizadas durante el año pasado y el presente con un interrogante ¿Noemas o noesis?
(En la galería Rubbers, Avenida Alvear 1595, hasta el 2 de diciembre.)
* Texto introductorio de la exposición.
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