PLASTICA › DEPERO EN VENECIA: CELEBRACIóN DE LOS CIEN AñOS DEL FUTURISMO
El Museo Correr, en la Piazza San Marco, presenta una muestra con muchas obras inéditas y algunas célebres de Fortunato Depero (1892-1960). La amplitud artística y técnica de un futurista que va del maquinismo a la abstracción.
› Por Fabián Lebenglik
Desde Venecia
En el Museo Correr se presenta en estos días una muestra del futurista Fortunato Depero (1892-1960), que incluye alrededor de un centenar de obras del artista, entre la cuales hay una gran cantidad de trabajos nunca antes exhibidos. La exposición –con obras de la colección Fedrizzi– funciona como anticipo de la celebración del centenario del Futurismo.
En el cambiante mapa europeo, a Depero le tocó nacer en Austria, pero creció y comenzó a exhibir sus obras en la ciudad italiana de Rovereto, donde trabajaba como aprendiz en una marmolería. En 1913 descubre el Futurismo a través de los textos de Marinetti y a partir de ese momento se vuelve un auténtico impulsor y teórico de la segunda horneada del movimiento. En 1914 se va a vivir a Roma y conoce a Giacomo Balla, con quien escribe el “Manifiesto de la Reconstrucción Futurista del Universo” en 1915 (ver recuadro). En ese texto programático se amplían algunos de los conceptos de los primeros manifiestos futuristas. Ese año Depero además diseñó puestas teatrales y vestuarios para ballets.
En la muestra se pueden ver tintas, dibujos, collages, bocetos publicitarios, estampas en varias técnicas, óleos, témperas, marquetería... La variedad de técnicas demuestra la amplitud de Depero y su vocación por expandir el arte a todos los medios. La exposición incluye, entre otras obras célebres del artista, el libro “abulonado” de 1927 (ver abajo, der.) y la pintura Nitrito en velocidad (1922; abajo, izq.). También obras dedicadas especialmente a Venecia.
Tomando en cuenta todos los manifiestos futuristas anteriores, el extenso “Manifiesto de la Reconstrucción...” sostiene que “nosotros, los futuristas Balla y Depero, queremos llevar a cabo esta fusión total, con el fin de reconstruir el universo y alegrarlo, es decir, recreándolo íntegramente. Daremos carne y hueso a lo invisible, a lo impalpable, lo imponderable, a lo imperceptible. Encontraremos equivalentes abstractos de todas las formas y todos los elementos del universo, después los combinaremos según el capricho de nuestra inspiración, para construir conjuntos plásticos que pondremos en movimiento”. En 1915 el grupo de Marinetti se alista en el ejército para ir al frente en la Primera Guerra Mundial: coherentes con sus ideas en favor del maquinismo y la velocidad, se incorporan en el Batallón de ciclistas y automovilistas voluntarios para participar activamente en una guerra en la que Italia toma parte desde mayo de ese año.
En 1919 Depero funda la Casa de Arte Futurista, donde ofrece muebles, tapices, arte aplicado y diseño de objetos. En el año 1920 los futuristas proponían un inmediato “retorno al orden”, estético y político. Surge en Milán el influyente grupo Novecento, con la figura de Mario Sironi a la cabeza. Uno de los mentores es Benito Mussolini (quien en 1923, cuando coqueteaba con el socialismo, no era todavía el que sería tres lustros después, aliado al Tercer Reich). Los novecentistas y Mussolini proponen “un arte italiano puro, inspirado en las fuentes más puras, decidido a prescindir de todos los ismos e influencias importados, que tan seguido han falsificado los rasgos esenciales de nuestra raza”.
En 1928 Depero decide mudarse a Nueva York, donde hace una notoria carrera como diseñador en las revistas The New Yorker y Vogue, entre otras. También realiza vestuarios para producciones teatrales y ambientaciones para interiores de restaurantes y grandes tiendas, como Macy’s.
En 1930 vuelve a Italia, cuando el Futurismo ya está encolumnado con el fascismo y comienza su disolución. El sostenimiento y desarrollo del Futurismo en esta etapa se debe fundamentalmente a Balla y a Depero, quien funda y dirige la revista Dinamo. Terminada la Segunda Guerra, el artista vuelve por unos años a Nueva York, donde publica la versión en inglés de su autobiografía. Y luego regresa a Italia, donde escribe, en los años cincuenta, un nuevo manifiesto, esta vez dedicado a “La pintura nuclear”. En 1959, un año antes de su muerte, logró fundar en Rovereto un museo dedicado a su obra.
Como suerte de bendición y entrada a las filas futuristas, Depero y Balla citaban las palabras que Marinetti les dijo en 1915 aprobando sus obras: “El arte, antes de nosotros, fue recuerdo, reevocación angustiosa de un Objeto perdido y, por lo tanto, nostalgia, éxtasis, dolor, lejanía. Por el contrario, con el futurismo, el arte se convierte en arte-acción, es decir, voluntad, optimismo, agresión, posesión, penetración, alegría, realidad brutal en el arte (Ej.: onomatopeyas, ruidos), esplendor geométrico de las fuerzas, proyección hacia adelante. Por lo tanto el arte se convierte en Presencia, nuevo Objeto, nueva realidad creada con los elementos abstractos del universo. Las manos del artista pasatista sufrían por el Objeto perdido; nuestras manos anhelaban uno nuevo que crear. Es por esto que el nuevo Objeto (conjunto plástico) aparece milagrosamente entre las vuestras”.
La colección que se exhibe en el Museo Correr formará parte del patrimonio del Museo Ca’Pesaro, que integra el circuito de museos públicos de Venecia.
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