Martes, 26 de febrero de 2013 | Hoy
PLASTICA › DE TOULOUSE-LAUTREC A PICASSO EN EL MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES
Papeles modernos es una exposición que presenta pequeñas joyas del arte moderno, dibujadas, estampadas o pintadas sobre papel, un soporte que ha permitido a los artistas experimentar con libertad a través de los siglos.
Por Fabián Lebenglik
Papeles modernos, la exposición que presenta el Museo Nacional de Bellas Artes en estos días, cumple al menos dos funciones: exhibir una lectura coherente y estimulante de parte del rico patrimonio del museo y recorrer las distintas funciones, usos e historia (moderna) del arte sobre papel, desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX, período que queda definido en el subtítulo de la exhibición: “De Toulouse-Lautrec a Picasso”.
La muestra, seleccionada por Angel Navarro, incluye ochenta piezas, entre dibujos, grabados y algunas pinturas, y hay no sólo pequeñas obras maestras, sino también varias curiosidades de grandes artistas modernos.
Esta selección fue anteriormente mostrada a comienzos de 2011, en las salas del Malba, con motivo del décimo aniversario de la creación de aquel museo. La muestra se divide en siete capítulos heterogéneos, en los que se aborda el hecho artístico desde distintas categorías formales, de género, técnicas, desde la perspectiva social, expresiva, cultural, política, etcétera. Tales ejes son los desnudos, el papel como medio de difusión, la figura individual y los grupos, la elocuencia de la imagen (emblemas y alegorías), los paisajes urbanos, los estudios (bocetos y esbozos) y los retratos.
En cuanto al uso del papel en el arte, hay dos concepciones extendidas que atraviesan siglos de práctica artística, en cuyos ecos se apoya positivamente esta exposición: por una parte, a causa de la facilidad de acceso, manejo y circulación del papel, suele considerárselo un soporte “menor” y, como revés de trama de esta idea, se supone que los artistas lo utilizan generalmente con más libertad y frescura, como complemento o accesorio y auxiliar respecto de la pintura, la escultura, la arquitectura; para hacer croquis, bocetos, estudios... es decir, el papel es lo que generalmente no se muestra, o se muestra menos, en tanto se trataría de la cocina y el laboratorio del artista. Claro que éstas son ideas muy generales, pero sirven como punto de partida metodológico.
En este sentido, y sobre el uso eventualmente auxiliar del papel, el curador de la exposición aclara que, en varios casos, lo aquí expuesto son “trabajos que surgen como exploración, experimentación o búsqueda de determinados temas, estudios libres que eventualmente podrían ser usados en una obra futura. También pueden ser dibujos que documentan la pieza que un artista produce y que éste guarda en su taller”.
Aunque la exposición es muy variada, hay algunos artistas representados por varias obras, lo que permite algún grado de profundización; y esos artistas no sólo son los nombrados en el subtítulo, sino también otros tales como Georges Rouault, Auguste Rodin, Kathe Köllwitz o James Ensor. Y también hay obritas singulares de Modigliani, Matisse, García Lorca, Oskar Kokoshka, Braque, Chagall, Kees van Dongen, Maurice Vlaminck, Gutiérrez Solana, etcétera.
En el capítulo de los desnudos, luego del origen del género, inicialmente limitado a lo religioso o a cuestiones técnicas de la práctica artística (circunscripto al taller del artista), llega la apertura a lo erótico a partir del siglo XVIII. Aquí se incluyen, entre otras, obras de André Dignimont, Mario Sironi, André Derain, Raoul Dufy, Auguste Rodin, André Lothe y una voluptuosa (y linealmente económica) figura de Matisse, en el que el cuerpo femenino atraviesa diagonalmente el plano del papel.
En cuanto al núcleo de la “Difusión”, esta sección muestra dibujos y estampas que se corresponden con la gran expansión de la función ilustrativa y periodística, así como los afiches. Hay obras de, por ejemplo, Teophile Steinlen, Jean Louis Forain, Honoré Daumier o Toulouse-Lautrec (con sus célebres afiches).
El capítulo de “La figura individual y los grupos” se compone de obras de Maria Blanchard, Giorgio de Chirico, Manuel Colmeiro, Marie Laurencin, Käthe Kollwitz, Jean Vuillard, Picasso, Leo Putz y Gutiérrez Solana, entre otros. El caso de este último artista español funciona como la contracara de Picasso, porque no era cosmopolita (nació, vivió y murió en Madrid) y su obra, siempre inquietante e incómoda, se reparte entre un puñado de temas recurrentes: las fiestas populares, los cuadros costumbristas, los retratos, la España macabra, la religión, los toros... Sus dibujos y pinturas están obsesivamente poblados de muñecos, maniquíes y máscaras: allí se cruzan lo humano y lo inerte de un modo impresionante. Y la obra que aquí se presenta es un buen ejemplo de esta obsesión. La muerte está muy presente y es casi el hilo conductor de toda su producción: no tanto como un acercamiento metafísico, sino más familiar, popular y grotesco.
En el núcleo de obras seleccionadas bajo el título “Elocuencia de la imagen” están representados Massimo Campigli, James Ensor (con una deliciosa pieza de humor negro de 1904: Los pecados capitales dominados por la muerte) y un breve e impresionante conjunto de grabados de Georges Rouault que, según explica el curador, “pertenecen a la serie monumental Miserere, publicada en 1948, en la que describe las trágicas consecuencias de la guerra y la miseria”.
Entre los “paisajes urbanos” se pueden ver obras de Maurice Vlaminck, Ensor (una superpoblada Playa de Ostende, que muestra también el horror al vacío del artista); y además hay un delicioso e ingenuo dibujo de Federico García Lorca, que tal vez fuera el boceto de una escenografía.
La sección dedicada a los “estudios” presenta croquis y bocetos donde los artistas utilizan el papel decididamente como laboratorio. Aquí se exhiben obras de Klee, Carrá, De Chirico, Toulouse-Lautrec, Picasso y Braque, entre otros.
En las sección de los “retratos” hay piezas de Picasso, Chagall, Toulouse-Lautrec, Ensor (figuras fantasmagóricas que componen Demonios atormentándome, de 1895), Modigliani, Kollwitz, Van Dongen y Kokoshka, entre otros.
* En el Museo Nacional de Bellas Artes, Libertador 1473, hasta el 3 de marzo.
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