Mar 19.11.2013
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PLASTICA › A PROPóSITO DEL LIBRO DE ENTREVISTAS FORMAS DOMINANTES

La definición del arte

El célebre teórico norteamericano de estética Arthur Danto, autor de Después del fin del arte, da en esta entrevista algunas pistas sobre las cualidades que distinguen a una obra de arte actualmente y cómo definirlo.

› Por José Fernández Vega *

J. F. V.: –El gran historiador del arte Ernst Gombrich sostuvo que cuando decimos que algo es una obra de arte hacemos en realidad un juicio de valor porque siempre pensamos en una gran obra de arte. Su definición del arte es en cambio muy diferente.

Arthur Danto: –Para mí la cuestión de si algo es una obra de arte o no es una cuestión filosófica. Implica afirmar que eso que vemos es, al menos de alguna manera, diferente de las cosas comunes y corrientes. Me ocupé de esa distinción en el primer capítulo de La transfiguración del lugar común. El problema filosófico interesante para nosotros hoy es cómo diferenciar una obra de arte de una cosa cotidiana, y esto no era un problema para Gombrich, porque él trataba con obras de arte fácilmente admitidas como tales, expuestas en museos, y de cuyo valor nadie dudaba. Es verdad que en el lenguaje cotidiano “obra de arte” expresa un alto valor, pero no necesariamente se refiere al arte. Se suele usar como un elogio. Así, una torta puede ser calificada como “una obra de arte”. En verdad, casi se volvió un insulto decir de una obra de arte que es una obra de arte.

J. F. V.: –En las artes visuales, que es su área de interés central, una obra es algo para mirar, pero, según su definición, no podemos afirmar que sea una obra de arte sólo mirándola.

A. D.: –Es cierto, suena paradójico. Pero Gombrich hablaba de obras de arte identificables, indudables. Si mirara a mi alrededor en este departamento podría decir: esto es un reloj; eso, una lámpara, y aquello, una obra de arte; incluso un niño podría hacer el inventario. El problema es que desde mediados de los años ’60 la diferencia ya no es tan clara porque comenzó a haber obras de arte que tenían el aspecto de una cosa cualquiera. Es verdad que mucho antes Marcel Duchamp había descubierto que era posible hacer una obra de arte que no sólo pareciera un objeto común y corriente sino que realmente lo fuera, si bien elegido para un fin determinado. Y en adelante ya no fue posible distinguir entre los dos órdenes, aplicando sólo criterios visuales –aunque siguiera habiendo obras de arte en el viejo sentido–, porque la filosofía tiene que buscar definiciones que abarquen a todas las obras. Y, desde una perspectiva puramente visual, algunas de ellas resultan indiscernibles de las cosas comunes. Mi ejemplo preferido, como usted sabe, es la Brillo Box, pero hay muchos otros.

J. F. V.: –La segunda condición que usted establece para definir algo como arte es que tenga un sentido, que sea “acerca de algo”. Imaginemos un desacuerdo: alguien afirma que eso que ve tiene un sentido y otro lo niega. ¿Quién decide en un caso así? ¿El filósofo, el artista, el público, el crítico, el curador de la exposición?

A. D.: –Probablemente es un montón de gente, es verdad. Creo que lo decisivo es conocer la historia: de dónde vino, quién lo hizo. Es imposible ver un objeto y establecer todo eso, hay que investigarlo. ¿Se trata de un original o de una copia? Una primera cuestión es su proveniencia. También interrogarse sobre cómo es posible que dicho objeto sea una obra de arte, ya que no se parece a lo que entendemos por arte. Posiblemente hay mucha gente que decide, es una investigación cooperativa. La pregunta sobre su posible sentido es igualmente difícil. ¿Qué podría significar? Si nos preguntamos a qué se refiere una Brillo Box real, la del estante de un supermercado, la respuesta es obvia: se refiere a la marca Brillo. ¿Y qué nos dice? Nos dice que Brillo es lo mejor que hay, que limpia a fondo. ¿Nos dice lo mismo la Brillo Box de Warhol? ¿Es sobre la marca Brillo y sus ventajas? No. Quizá nos habla del arte comercial o de la vida cotidiana o de muchas otras cosas. Pero no está ponderando la marca Brillo como lo hace el arte comercial. Aquí tiene dos cosas que parecen iguales; visualmente, resultan indiscernibles la una de la otra, pero su significado es muy distinto en cada caso. El tema se vuelve un asunto de interpretación: asignar un sentido y ver si es adecuado.

J. F. V.: –Pero insisto en el caso difícil, controvertido. Un simple zapato en una sala de exposición. ¿Es una obra de arte?

A. D.: –Un simple zapato... es un caso interesante. En el arte contemporáneo un artista puede usar cualquier cosa y ese objeto puede tener mucho significado. Hay una pintura de Joan Miró, si no recuerdo mal, de un viejo zapato, y también un célebre cuadro de Vincent van Gogh sobre lo mismo. Supongamos que un artista encuentra unos zapatos viejos. Les pone un poco de pintura encima y los titula “Los zapatos de Vincent”. Cualquiera que conozca la pintura original sabrá hacia dónde apunta ese artista. Son unos zapatos, quizá con sólo un toque de pintura, se refiere a un cuadro conocido, y tal vez significan lo que sea que esa pintura signifique. Podemos tomar el ensayo El origen de la obra de arte, de Martin Heidegger, sobre el tema. Eso puede convertirse en una experiencia poderosa. Quisiera mencionar también al alemán Joseph Beuys, que usaba objetos cotidianos en sus obras, y tenían mucho sentido. En uno de mis libros analicé lo que Beuys denominaba “múltiples”, consistentes en un objeto repetido en varios ejemplos. Hizo uno con chocolatines cuadrados sobre un papel blanco, y no recuerdo cuántos eran, pero todos parecían iguales: eran múltiples. ¡Un simple pedazo de chocolate! Aunque después podíamos darnos cuenta de que pertenecían al contexto de una obra artística muy marcada por la experiencia de la Segunda Guerra Mundial. Si alguien conoce algo sobre esa guerra, sabe que el chocolate se volvió muy significativo. Los soldados estadounidenses llevaban chocolates. Los podían vender, podían conseguir una chica por un poco de chocolate. El chocolate se convirtió en objeto de un enorme deseo, algo muy valioso. Entonces lo de Beuys tiene un sentido muy fuerte.

J. F. V.: –Por lo tanto el contexto, lo que usted denomina “el mundo del arte”, se vuelve fundamental para dotar de sentido al arte contemporáneo; la experiencia inmediata no es lo relevante.

A. D.: –Claro, una obra tiene un mundo artístico alrededor de ella y uno tiene que preguntarse cómo encaja eso que ve en el mundo del arte, quién lo hizo, qué podría querer decirnos con su trabajo, etcétera. Los chocolates múltiples de Beuys tienen un significado muy distinto del que tendría la obra de otro artista que utiliza chocolate. Recuerdo otro caso, un artista japonés, creo, para quien el chocolate tenía otro sentido, porque él era un niño en la posguerra. Terminé interesándome mucho en el chocolate, sólo por esa razón...

* Fragmento de la entrevista a Arthur Danto en el libro del investigador del Conicet y profesor de la Universidad de Buenos Aires José Fernández Vega Formas dominantes, diálogos sobre estética y política con Arthur Danto, Hans Belting, Thierry de Duve, Gianni Vattimo y Slavoy Zizek, que acaba de ser publicado por la editorial Taurus.

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