Martes, 27 de octubre de 2015 | Hoy
PLASTICA › RETROSPECTIVAS DE MUNCH, KANDINSKY Y MAX BILL EN MADRID
En Madrid se exhiben tres exposiciones retrospectivas extraordinarias, con artistas clave de la modernidad, las vanguardias históricas y la contemporaneidad: Edvard Munch, Vassily Kandinsky y Max Bill.
Por Fabián Lebenglik
La exposición de Edvard Munch (1863-1944) se presenta en el Museo Thyssen. La de Vassily Kandinsky (1866-1944), en el Centro Cibeles y la de Max Bill (1908-1994), en la Fundación March.
Entre las tres muestras se juegan aspectos cruciales de la modernidad y la contemporaneidad, así como la articulación entre tradición y experimentación (en el caso de los dos primeros) y la conexión entre la pintura y otros campos de la cultura, tanto como el paso por la Bauhaus (entre el segundo y el tercero).
En el caso de Munch, el Museo Thyssen ofrece ochenta obras muy importantes, dividiendo la muestra por temas. O más que temas, en el caso del artista nórdico, se trata de obsesiones a través de las cuales se ve el paso, a lo largo del tiempo, que va estilísticamente del simbolismo al expresionismo, siempre con características absolutamente personales: el uso del color, los empastes, las figuras (y las “desfiguraciones” interpretativas), los paisajes y contextos expresivos; las distintas experiencias plásticas a través de las estampas, etc. Y en cada caso, el modo en que vuelve a lo largo del tiempo, de manera “crónica”, a ciertos temas, como el amor, los celos y la muerte, entre otros.
Los núcleos obsesivos en que está tematizada la exposición son la melancolía, la muerte, el pánico, la mujer, el melodrama, el amor, los nocturnos, el vitalismo y, en la última sala, los desnudos.
Los temas están tan claramente demarcados, que cada eje incluye distintas obras al modo de variaciones y versiones sobre cada cuestión, a veces con mínimas diferencias, con personajes o contextos similares y otras veces con tratamientos diferentes en el modo de aplicación de los materiales. En cada uno de estos elementos y temas de sus obras, Munch logró quebrar la tradición dominante en la pintura nórdica en particular y europea en general.
En el tema de la muerte, por ejemplo, la imagen de La niña enferma, fue pintada seis veces a lo largo de cincuenta años.
A fines del siglo XIX Munch se autoexilia de Noruega, para vivir durante veinte años entre Francia y Alemania. Cuando vuelve a su país natal, en 1909, comienza una serie de obras de tipo vitalista, y pinta un conjunto de cuadros de mayor tamaño, de tono esperanzado, con un notorio despliegue del color y con personajes aún más inscriptos en un paisaje elocuente.
Lo que deja claro la muestra es la importancia decisiva de Edvard Munch en las artes visuales del siglo veinte.
En lo referido a los aspectos temáticos que atraviesan su obra, resulta evidente la circularidad de los problemas que enfoca, así como la matriz existencial de sus evocaciones.
En cuanto a la muestra de Kandinsky, lo primero que llama la atención al acercarse al palacio de correos en el que funciona el Centro Cibeles, es un inmenso cartel que flamea en las alturas, en el que se da la bienvenida a los refugiados: gesto contrastante y por eso extraño en la Europa de estos días.
La retrospectiva de Kandinsky se compone de un centenar de obras procedentes de las colecciones del Centro Pompidou, institución que posee uno de los mayores fondos de Kandinsky.
La muestra abarca todas las etapas vitales del artista: que van desde su país natal, Rusia, hasta su paso por Alemania y Francia. Desde su dedicación relativamente tardía al arte, en Munich, pasando por sus años de transición en Rusia y por su experiencia en la Bauhaus, hasta el cierre de la escuela por parte del nazismo, y sus últimos años en París, ciudad donde murió.
Todos los temas del gran artista están presentes en la exhibición: las relaciones entre pintura y música, entre los colores y la espiritualidad, la geometrízación del espacio compositivo, etc. En cuanto a la abstracción, de la cual Kandinsky fue un pionero, responde a un surgimiento estrictamente contextual, porque en la época de la Primera Guerra Mundial, en que crea el almanaque El jinete azul junto con su amigo, el pintor Franz Marc, Kandinsky argumentó que cuanto más terrible es el mundo, más abstracto será el arte.
Una de las marcas de este artista fue la síntesis y contaminación entre las artes.
Como repasa Angela Lampe en el tríptico impreso que presenta la exposición, “el estallido de la Gran Guerra pone fin a la efervescencia muniquesa. Kandinsky tiene que regresar a su país natal, donde contribuye a reorganizar la vida artística de la Rusia revolucionaria hasta que el fundador de la Bauhaus, el arquitecto Walter Gropius, lo invita a unirse en Alemania a esta famosa escuela de arte de Weimar. Junto con Paul Klee, el artista ruso es la figura descollante de esta enseñanza innovadora”.
La retrospectiva del artista suizo Max Bill en la Fundación March se compone de unas 170 piezas que en total cubren todos los intereses y prácticas del artista: pintura, dibujo, obra gráfica, escultura, arquitectura, diseño gráfico de libros y revistas, diseño industrial, mobiliario, tipografía, afiches.
Max Bill fue alumno de la Bauhaus y, más tarde, arquitecto y cofundador de la que se considera la continuación de aquella escuela de Weimar, que fue la escuela de Ulm. Como artista, fue uno de los más destacados e influyentes representantes del arte concreto.
Por la intensidad de los colores y la combinación de las formas en sus obras, Bill escribió: “He llegado a la conclusión de que quienes visitan las exposiciones lo hacen porque esperan recibir una sensación que exceda el ámbito de su vida cotidiana; la visita a una muestra es una ocasión para interrumpir la vida diaria con un día de fiesta”. La muestra madrileña presenta tanto su obra puramente pictórica y escultórica como toda la producción en la que el arte ejerce una función gracias a la combinación con el diseño.
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