Martes, 8 de mayo de 2007 | Hoy
PLASTICA › ANTOLOGIA DE NOE PARA REINAUGURAR EL MUSEO DE ARTE MODERNO
Una extensa muestra antológica de Noé en la que se exhiben 250 obras para resumir cincuenta años de trabajo.
Por Fabián Lebenglik
El sábado último el MAMba reabrió sus puertas en la sede provisoria del Palacio de Correos, con cuatro exposiciones: una extensa antología de dibujos, pinturas, ilustraciones, más una instalación pictórica de Luis Felipe Noé; una muestra de dibujos sobre pared de Ernesto Ballesteros (“Líneas perdidas”); una instalación de Leopoldo Estol (“Mi primera escultura”) y la exhibición de la colección Ignacio Pirovano (con obras de Vantongerloo, Kandisky, Albers, Maldonado y Vitullo, entre otros), que forma parte del patrimonio del museo.
A pocos días de haber recibido el título de Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, Noé despliega 250 obras en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Se trata de una enorme exposición, en un espacio gigantesco, donde puede apreciarse toda la potencia visual de un maestro. La muestra se titula Noé en línea, porque la mayor parte de las obras son dibujos, realizados durante medio siglo. Se abre con una breve serie de dibujos de 1957, “Estampas del Norte”, y termina con cuadros pintados en 2007.
La gran cantidad de obra exhibida expresa una enorme energía y en esto resulta también elocuente el título de la muestra. Porque no cabe duda de que el artista está enchufado. Energía y potencia visual sobran en la muestra, junto con la mirada siempre joven, alerta, “en línea”, conectada con el mundo, sus sinsentidos y epifanías. La obra de Noé es visceral e intelectual al mismo tiempo, profunda y radicalmente caótica; es la obra de un artista incansable que en algunos de los títulos que elige para sus dibujos da una idea sobre el conjunto: “Vorágine”, “La máquina”, “Collage de mí mismo”, “El tema es el sistema”, “Destinos individuales en situación colectiva”, “Jeroglíficos”, “De visita en este mundo” y así siguiendo.
Por otra parte, la línea de sus dibujos (y de sus pinturas dibujísticas) es una línea reflexiva, de alguien que, además de pintor y dibujante, es un pensador y gran lector.
Si en algunas obras el caótico paisaje visual se condensa de un modo violento, en otros se dispersa y estalla, se desintegra. La obra de Noé es totalizadora, un mundo completo en sí mismo, que incluye su propia crítica y parece no dejar nada afuera. Y esto sucede con el propio artista: allí están sus cuadros, los libros que escribió y publicó; los que sigue escribiendo; su actividad docente, su participación en numerosos jurados, premios y becas; su tarea de promoción y apoyo de artistas nuevos; sus múltiples iniciativas, su coherencia ideológica y artística permanente.
En el panorámico dibujo horizontal “La vida es un misterio pero también un gran papelón”, dedicado a la memoria de Alberto Greco, Noé resume el efecto del dibujo y lo desarrolla como un relato visual. En algún momento este trabajo fue expuesto como un rollo que se iba, al mismo tiempo, desarrollando y desenrollando. De izquierda a derecha se alternan zonas del papel en que se intuye cierto automatismo de la línea (el dibujo se piensa cuando se hace), y en ese automatismo la obra evoca y se mimetiza con el compañero de ruta homenajeado.
Hace casi veinte años Noé presentó una muestra, como artista y como musa, que tituló El pensamiento lineal – en torno a la autonomía de la línea a través del dibujo argentino, y se presentó en la Fundación San Telmo en 1988. Allí seleccionó a una veintena de artistas (él incluido) desde la perspectiva del dibujo y la línea.
En la dirección frontal y expansiva que lo caracteriza, según la cual la pintura es una categoría ampliada, que como un ciclón absorbe y subsume a todas las técnicas que le pasan cerca, Noé establecía en aquella exposición un glosario de propia cosecha que ahora es aplicable a su muestra (ver aparte).
“El dibujo y la pintura: Si la línea define el dibujo –escribió el artista–, el color define la pintura, pero hay quienes pintan en el idioma de la línea (Van Gogh) o sin color (Picasso cuando hizo el Guernica). El límite es impreciso sobre todo cuando la línea puede ser una mancha o una pincelada (Kline). Pero si pensar en lenguaje de líneas es dibujar, las consecuencias de tal pensamiento son un dibujo aunque tenga la presencia de una pintura. Y un pensamiento lineal jugando con el color es un pensamiento plástico integral. Las categorías dibujo y pintura no llegan a abarcar por sí solas la dimensión del pensamiento que se concreta a través del lenguaje plástico que simultáneamente maneja la línea, el espacio y el color. El color es un elemento vibratorio del dibujo y la línea, la estructura misma de la pintura.”
Los dibujos de Noé son también un diario de bitácora en el que quedan registrados (a veces de un modo más urgente y espontáneo que en la pintura) la historia personal, los pensamientos, las alternativas de una vida, la entrada inmediata del contexto social, político, histórico. En este sentido, a través de esta larga serie de dibujos se pueden ver y leer un cuaderno de bitácora, un territorio de ensayo y experimentación, un momento previo o simultáneo a otras piezas, y así el artista establece esas tensiones que en algunos casos atan el dibujo a otra obra (de la que supuestamente es antecedente o esbozo) y en muchos otros casos le otorgan una notable autonomía.
La reapertura del MAMba no sólo incluye las cuatro exposiciones listadas al comienzo, sino también un ciclo de arte sonoro y música experimental a cargo de Jorge Haro, con artistas jóvenes y consagrados locales e internacionales. La programación se puede consultar en www.limb0.org. Finalmente, mañana a las 19 el español Antoni Miralda presentará su work in progress “Sabores y lenguas: Ciudad de Buenos Aires” sobre la comida como cultura. (La antológica de Noé sigue hasta el 5 de junio en el Palacio de Correos, Corrientes 172, segundo piso.)
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