Frente a la sangría de la piratería, la industria musical sigue buscando maneras de reformular la comercialización. Una de ellas se ejemplifica en la edición del tercer disco de la banda británica Bloc Party en Europa en “formato emboscada”, una técnica consistente en anunciar por sorpresa la publicación de un disco para evitar filtraciones indeseadas en Internet. Y esta semana los abogados de Primal Scream y Kaiser Chiefs anunciaron una “fórmula definitiva” para evitar a las multinacionales: un formato a través del cual el público es quien financia el disco. Bandstocks, el nombre de la compañía que incluyó la variable bursátil en el negocio de grabar discos, parece una iniciativa menos abocada a satisfacer el ego revolucionario de algunos grupos y más a tratar de rentabilizar las emociones de los fans, convirtiendo su pasión en una partida de Monopoly. Las acciones de las bandas se comprarán en paquetes de 10 libras. Cuando se haya alcanzado una cifra razonable se procederá a grabar el disco. El accionista, con el álbum terminado, recibirá una copia gratis en casa, su nombre aparecerá en los créditos del álbum y tendrá prioridad a la hora de comprar entradas para las giras de su inversión.