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Miércoles, 12 de agosto de 2009

DISCOS

Lanzamientos

9-Horehound

The Dead Weather. Sony Music

¿Cuántas caras tiene Jack White? O, mejor: ¿Cómo puede ser que todos los proyectos en los que se involucra el guitarrista de White Stripes sean tan buenos? En este desprendimiento de The Raconteurs, White toca la batería y comparte responsabilidades con la cantante Alison Mosshart, el guitarrista Dean Fertita (Queens of the Stone Age) y el bajista Jack Lawrence. Y entrega un breve y rotundo álbum de rock arrastrado y climático, potente, sanguíneo y recomendable de principio a fin. Que sigan los éxitos, Jack. E. F.

9-Dance Mania

Tito Puente. RCA

El jazz latino es un género en sí mismo y si tiene un Big Bang es Dance Mania, el disco que Tito Puente grabó en 1957 y que ahora se reedita con un sonido extraordinario, tanto en el detalle como en la potencia. La edición, un álbum de dos CD, incluye también Dance Mania Vol. 2, de 1960, y veinte bonus tracks extraídos de discos de esa época. Una fiesta de mambós y cha-cha-chas con músicos como el trompetista Vincent Frisaura o los percusionistas Ray Barreto, Mongo Santamaría y el propio Puente. D. F.

8-Rota, Debussy, etc.

Aquaviva-Ruiz Cheylat. Cosentino

La flautista Sandra Aquaviva y la arpista Arianna Ruiz Cheylat forman un dúo de notable empatía. Y en este disco presentan, además, un programa sumamente atractivo, donde brilla la bellísima Sonata de Nino Rota. Famoso por sus músicas para Fellini y para El padrino de Ford Coppola, en esta obra pone en juego un elegante neoclasicismo, que busca en la Italia ideal del Renacimiento una fuente de modernidad. El Primer arabesco de Debussy (en transcripción de Faith Carman), y obras de Damase, Lasala y Liebermann completan la edición. D. F.

8-Morir de amor

Soledad Villamil. Sony Music

Si en Canta, su anterior trabajo, se percibían todavía los vestigios de la actriz-cancionista de Glorias porteñas, en Morir de amor Villamil parece haber encontrado una personalidad más definida como “cantante de música popular”. En temas clásicos como “Rencor”, “Ninguna” y “Pero yo sé”, entre otros, la intérprete decide ponerse “detrás” de la historia, sin pretensiones refundacionales ni incursiones miméticas. Villamil, además, se anima a componer y sale airosa, fundamentalmente en “La medida”. El eje del disco es el amor, o más bien su proceso de pérdida. F. D.

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