Miércoles, 2 de septiembre de 2009 | Hoy
DISCOS › EL EX SODA STEREO PUBLICó SU QUINTO DISCO SOLISTA, FUERZA NATURAL
Por Roque Casciero
“Viajo sin moverme (de aquí)”, canta Gustavo Cerati en la canción que da nombre a su quinto –y muy buen– álbum como solista. Es apenas el cuarto verso que suelta el cantante y guitarrista, y ya queda la sensación de declaración de principios, como si de entrada advirtiera que Fuerza natural, el disco, será un viaje hacia distintos destinos –la pampa, el océano, playas, la atmósfera, planetas, galaxias, constelaciones–, pero siempre desde el aquí y ahora. En ese plantarse en tiempo y lugar seguramente tiene mucho que ver la sensación de optimismo que desborda Cerati: “Tengo todo por delante/ nunca me sentí tan bien”; “Hoy el viento sopla a mi favor”; “Todo conspira a mi favor”; “Sigo adelante, tracción a sangre”... Después de la reunión de Soda Stereo, exitosa en términos artísticos y exitosísima en lo económico, y con 50 años recién cumplidos, el músico conjuga desde aquí pasado y futuro en canciones en las que el uso repetido de la primera persona –a veces del plural– conduce inevitablemente a tildarlas de autoconfesionales. Por eso, aunque afortunadamente Cerati recurre a imágenes y metáforas como para evitar el peligroso síndrome del diario íntimo, hay temas que transpiran una sensación de cercanía que él raramente ha dejado traslucir.
Pasado, presente, futuro... ¿Cerati viaja por el folk psicodélico inspirado por los noveles Fleet Foxes o habrá recordado a Crosby, Stills & Nash? ¿Es casualidad que la canción “más Soda” del disco se llame “Déjà vu”? La volada zamba “Cactus”, por ejemplo, le debe tanto al Spinetta de Kamikaze como (en términos de producción) a lo más colgado de los veinteañeros MGMT; las quebradizas guitarras rítmicas de “Dominó” son marca registrada de Cerati, pero suenan enchufadas en 2009; el polvo cósmico de “Convoy” tiene algo de la ensoñación de Mercury Rev, mientras que la épica “He visto a Lucy” (¿in the Sky with Diamonds?) trae a la mente a Spiritualized (sobre todo en la coda con bronces y solos de viola) y, por supuesto, a los Beatles subidos a un submarino amarillo.
La guitarra no ha perdido protagonismo en la estructura de las canciones de Cerati, aunque la estrella en este caso es la acústica: los cruces con el ex Suárez Gonzalo Córdoba son un lujo. Lo mismo puede decirse de la producción que el propio cantante compartió con el venezolano Héctor Castillo, porque el álbum suena fresco y hasta “sencillo”, si se quiere, pese a que en realidad está cargado de arreglos y de instrumentación (desde programaciones hasta lap steel). Convencido de que tiene todo por ganar, Cerati se la juega incluso con las voces, un terreno en el que podría descansar en sus atributos reconocidos. Se mete con graves inusuales en “Tracción a sangre”, que habla de su “vida nómade” persiguiendo melodías; navega por los matices en “Naturaleza muerta”, al punto de mezclar falsettos con la corista Ana Alvarez de Toledo, y superpone capas de su voz con cámaras y efectos en la semioculta “numeral”, que cierra el disco. Más que una canción, ese track final es una cuenta en la que los números y las situaciones aparecen y se esfuman entre algodones psicodélicos. “7 colores/ 8 pasos/ Nube 9/ 10 contiene/ 11 yo/ 12 vos/ 13 paré de contar”, cierra el cantante, en la misma canción en la que habló de “alfa y omega”. El paso del tiempo, de principio a fin.
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