Miércoles, 28 de abril de 2010 | Hoy
DISCOS › CONGRATULATIONS, SEGUNDO DISCO DE MGMT
El dúo –ampliado– de Brooklyn deja atrás el caramelo de su debut y se mete en un experimento musical ambicioso que es como un Ulises de Joyce: aunque se logre identificar las piezas, es complicado entender el modo en que funcionan juntas.
Por Luis Paz
Crear un disco de fina psicodelia y abrumador barroquismo. Si ése no fue el plan, cualquier otro queda chico para el segundo de MGMT, la continuación no tan natural del Oracular Spectacular tan celebrado desde 2008. Congratulations es, en esencia, un experimento musical ambicioso entregado en CD. Es decir, un álbum, en su expresión romántica. Tres cuartos de hora en los que la banda de Brooklyn comandada por Andrew VanWyngarden (voz y guitarra) y Ben Goldwasser (voz y teclados) hacen algo así como parapsicodelia pop a partir de la música.
La Electric Light Orchestra sirve de ejemplo de pop psicodélico. Sus integrantes recontextualizaban trozos del pop y los mixturaban con elementos que le eran ajenos al género. Bueno, MGMT agarra partes de ELO, las mezcla con ABBA, suma a Love, le pone Albert Hoffman, usa Animal Collective, rebana en juliana a Talking Heads, espolvorea algo de T-Rex, condimenta con new wave, sala con pop de playa, y le pone el picante con pizcas de Chic. Todas son posibles piezas del Tetris calidoscópico del siglo XXI con el que estos veinteañeros juegan, se divierten y crean.
Congratulations es indescifrable, porque sus tracks son como Ulises de las canciones: como en el libro de James Joyce, aunque se logre identificar las piezas, es complicado entender su dinámica, el modo en que funcionan juntas. Incluso si se acota el análisis a cualquiera en particular. La de apertura, “It’s Working”, por ejemplo, es como Alice Cooper entonando bien, con ABBA sumándose para cantos gregorianos, los Beach Boys armonizando y el groove en manos de Alf Clausen, el compositor de la música de Alf.
Y así pasa con muchas otras. Vuelven a sonar como cortina de serie de los ‘80 sobre el final del emocionante “Someone’s Missing”, tras minuto y cuarenta y cinco segundos de un crescendo agónico. Meten flauta en un tema disco que acaba en punk. Hacen la irritante “Lady Dada’s Nightmare”, algo como una cremación ocurriendo con una marcha nupcial de fondo y el muerto reviviendo en gritos por las quemaduras. Para mayor confusión, sacuden el disco con doce minutos de “Siberian Breaks”, una exploración donde puede aparecer algo como “Un-break My Heart”, aquel de Toni Braxton. Y es mentira que MGMT se haya puesto menos bailable. Cualquiera de los nueve temas de Congratulations bien vale como single por sí mismo. “Brian Eno” es descomunal, para bailar con sobretodo, jugando a detective animado y cantando “siempre estamos un paso detrás de él, ¡él es Brian Eno!”
Después sí, hay rarezas. “Song for Dan Treacy” (para el vocalista de The Television Personalities) es el tema más despojado y, aun así, tiene su complejidad. En su totalidad, la música de MGMT puede resultar infranqueable pero, extrañamente, ellos parecen no cometer excesos. Barrocos son, eso seguro: fueron por la belleza del pop, para poder seguir decorándola, incluso más. En definitiva, de eso trata la psicodelia, ¿no? De que haya infinitas posibilidades, de que por espiar algunas se pierdan de vista otras, de que por desconocerlas otras desaparezcan. De que un disco pueda desvanecerse del oído en tres cuartos de hora y dejar demasiado para seguir rastreando. Es eso, o la música de MGMT es un maldito experimento para la serie Fringe.
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