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8-Siberia Country Club

Richard Coleman. Epsa

Durante años, Richard Coleman se resistió a la idea de hacer un disco solista, pero el momento llegó y el líder de Los Siete Delfines disparó para un sonido diferente al de la banda, aunque no radicalmente distinto. Lo más lejano son la balada “Escarabajo”, escrita por Ulises Butrón, en la que resuena Pescado Rabioso, y la climática “Veneno”. En el resto, las guitarras afiladísimas cortan la atmósfera (“Jamás”, “Memoria”, “Normal”), se “tildan” en cierta psicodelia (“Jardines líquidos”) o hasta dejan entrar a un pop rock bastante luminoso (“Cosas”). R. C.

8-Tocado por el fuego

Sebastián Zanetto. Independiente

Mucho más que un disco de jazz, Tocado por el fuego abreva en ese género pero también en diversos folklores y, sobre todo, en la idea de que las músicas populares han dibujado un territorio de fronteras móviles, de préstamos posibles y de mutuos enriquecimientos. Con un instrumental altamente atípico, que incluye clarinete y clarón además de melódica, piano, flauta (excelente Patricio Bottcher) más cuerdas, saxo barítono y bandoneón invitados, Sebastián Zanetto crea un lenguaje tan original como seductor. D. F.

8-La autopista corre del océano hasta el amanecer

Valle de Muñecas. Scatter

Una vez más, la banda de Manza Esaín entrega canciones elegantes con pulso brit, en las que la melodía comparte estrellato con letras cuidadas que destilan cierta melancolía: hay sombras que diluyen el tiempo y cielos desgarradores al estallar, desilusión y lluvias torrenciales. Y todo bárbaro, hasta que llega el temazo final, que sube incluso más el alto nivel de este disco: “Cosas que nunca te digo” es un vals bellísimo y agridulce que deberán tener en cuenta los obsesionados por encontrar la canción perfecta. R. C.

9-Por los mares

Sofía Escardó. Independiente

La inclusión de “Black is the colour”, una canción de John Niles que Luciano Berio recreó en sus Folk Songs, da una pista. Como allí, en estas piezas, la mayoría escritas por Sofía Escardó, hay un paisaje imaginario –e imaginativo– en que reina una suerte de extrañeza a perpetuidad. Con instrumentaciones adelgazadas, que dejan aire a la voz, los arreglos de César Lerner colaboran con la belleza final de estas canciones que plasman uno de los lenguajes más agradeciblemente sorprendentes de los últimos tiempos. D. F.