Mié 21.11.2012
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Bartoli y una misión posible

Cecilia Bartoli es una de las grandes mezzosopranos de coloratura de la historia. Su manera de cantar los personajes para su cuerda en las óperas de Rossini y Mozart cambió para siempre el universo de lo posible. Con una facilidad asombrosa para articular los pasajes más veloces y sin resentir un ápice la afinación, un color de voz oscuro y aterciopelado y una expresividad conmovedora, es, además, una de las intérpretes más inteligentes de la actualidad. Hace unos años, en una entrevista publicada por el suplemento Radar de este diario, decía que la crisis del disco era, apenas, una crisis de imaginación. Ella, que nunca dejó de vender, se limitaba, decía, “a hacer discos que resulten atractivos, que no vuelvan a ofrecer lo que ya está ofrecido y que no puedan ser reemplazados por otra cosa”. Después de redescubrir gran parte del repertorio de los castrados, en su disco Sacrificium, las arias del maldito Salieri y las del bendito Vivaldi –cuyas óperas, no obstante, permanecían en el olvido–, ahora acaba de hacerlo de nuevo con un disco ejemplar en más de un sentido. Mi-ssion, que en estos días fue publicado localmente por Universal, se dedica a la obra de un compositor tan trascendente como olvidado. Castrado a los 13 años y luego ordenado sacerdote, Agostino Steffani fue diplomático, aparentemente espía y, tal vez, asesino. Su música, por otra parte, es de una belleza notable y se sitúa en el punto exacto entre los primeros maestros de la teoría de los afectos –Monteverdi, Cavalli– y quienes la regularizaron y sistematizaron –Arcangelo Corelli entre ellos–-. Los aspectos más literarios del personaje, que fueron aprovechados por la escritora Donna Leon para escribir un policial que, en Europa, se ofrece opcionalmente junto al disco, y la lujosa presentación, poco importarían, de todas maneras, si no fuera por la música. Y Bartoli brilla en este conjunto de arias, dúos y escenas con coro, donde tiene como extraordinario partenaire al grupo I Barocchisti y al Coro de la Radiotelevisión Suiza, con la dirección enérgica y sensible de Diego Fassolis. Pero, además, se suma como inesperado invitado otra estrella, el contratenor Philippe Jaroussky. El dúo entre Creonte y Niobe “T’abraccio mia diva... Ti stringo mio Nume”, de la ópera Niobe, regina de Tebe, y su “Sposa, mancar mi sento”, de Stassilone, son, sencillamente, paralizantes.

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