6-Music From Another Dimension!

Aerosmith. Columbia / Sony

La segunda familia disfuncional del hard rock (Guns N’ Roses, sin dudas, es la definitiva) estrenó material luego de once años. Apenas se puede hablar de esto como noticia, pues nada hay que cotejar (es el Aerosmith de siempre, con la purpurina del cabaret pegoteada en la borra del whisky) ni que agregar. Titular “Oh Yeah” un tema y “Something” da la pauta de la poca bondad del grupo, que igual entrega piezas de blues, rock y baladismo FM para las masas que... ¿siguen ahí? Menos mal que esos violeros sí andan por ahí todavía, y algo bueno aportan. L. P.

8-Privateering

Mark Knopfler

Universal

Luego de tres años de silencio, Knopfler vuelve como corresponde: con un disco doble y un paquete de canciones encantador, por momentos hipnótico, por momentos electrizante. Aunque no es una división tan tajante, el disco 1 propicia un viaje por la paz country que tan bien puede expresar el escocés (como en “Redbud Tree”), mientras que el disco 2 se pasea por los pantanos del sur estadounidense con momentos como “Gator blood”. Pero sobre todo flota ese buen gusto, esa elegancia y ese toque inconfundible que hacen del ex Dire Straits un violero esencial. E. F.

8-Live Blood

Peter Gabriel

EMI

Debe decirse: las adaptaciones y versiones sinfónicas meten miedo. Pero si el que mete mano a las canciones es un tal Peter Gabriel, que ya supo abjurar del rock sinfónico y por lo tanto sabe qué pecados evitar, la cosa cambia. Entonces: Live Blood no es nada de eso que asusta tanto. Y este Gabriel con orquesta en el Hammersmith Apollo de Londres emociona a lo bestia con “San Jacinto”, “Digging in the dirt”, “Solsbury hill”, “Intruder”, “Don’t give up”, “Red rain” y varias otras perlas de un repertorio indestructible. E. F.

7-British lion

Steve Harris

EMI

El disco había generado expectativa entre los heavies, porque Harris y Iron Maiden son monstruos del género. Pero seguramente este CD les caerá mejor a aquellos amantes del rock clásico y del AOR. En principio, Bruce Dickinson puede quedarse tranquilo: Harris eligió un cantante –Richard Taylor– lo suficientemente anodino como para no hacerle sombra al aviador. Harris luce contenido, como si no se animara a romper del todo con el mandato de su karma metalero. Pero la buena factura de un puñado de canciones salva el módico experimento. F. D.