La génesis del nombre ya es conocida. Apenas la mezcla entre el nombre científico de una de las especies de tiburón comunes en el Atlántico, Escalandrum, y la palabra que designa en inglés a la batería, drum. Hay allí dos marcas de nacimiento. La primera remite a la dinastía de los Piazzolla y su pasión por la pesca de tiburones. La segunda indica la elección de Daniel Astor, conocido como Pipi, fundador y baterista de Escalandrum. Y el grupo, uno de los mejores de la escena actual, parte de allí pero sortea con fortuna ambos condicionamientos. No hay nada de esa hipertrofia percusiva que suele caracterizar los discos de bateristas y, mucho menos, intenta sonar como clon familiar del compositor y bandoneonista marplatense. Es más, en su excelente nuevo disco, Misterioso, editado por MDR, aparece una versión de “Escualo”, de Astor, y es una de las muy pocas versiones ajenas de temas suyos que se justifican. Cierta libertad rítmica, el swing que el tema original insinúa sin despegar del todo del modelo semitanguero patentado por el quinteto, en manos de Escalandrum adquiere otro vuelo. La mayoría de los temas pertenecen al pianista Nicolás Guerschberg, y además de ritmos que evocan a Latinoamérica –chacarera, un candombe en “Fattogrosso”– se destaca el contrapunto entre el saxo soprano (Gustavo Musso), el saxo tenor (Damián Fogiel, autor de la bella “Bagualera”) y el clarinete bajo (Martín Pantyrer). Mariano Sívori, en contrabajo, sostiene una sólida base sin descuidar el lirismo, y Piazzolla une seguridad con imaginación y soltura.