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Miércoles, 28 de junio de 2006

TELEVISION › “MONTECRISTO” Y LAS OSCURIDADES DEL PASADO RECIENTE

La telenovela como impulso para defender la identidad

Lo que parecía una historia de traiciones y venganza derivó en una trama de íntima vinculación con el pasado reciente. El éxito de la novela aumentó la cantidad de consultas sobre identidad en Abuelas de Plaza de Mayo.

 Por Emanuel Respighi

Derecho a la identidad, apropiación de bebés, padres biológicos, dictadura, Abuelas de Plaza de Mayo, represión, búsqueda de la verdad... Palabras, figuras y conflictos que este año irrumpieron en la TV argentina como nunca. No sólo dentro de los documentales o testimoniales que los canales programaron al cumplirse tres décadas del golpe que inauguró la más sangrienta dictadura militar. Ahora, el inédito enfoque televisivo sobre el pasado trágico trasciende el registro de la recordación o el homenaje para incluirlo como protagonista omnipresente en la trama de “Montecristo”, la telenovela que Telefé emite de lunes a viernes a las 22.30. Un culebrón que se corrió de los mundos ideales y los príncipes azules para hablar sobre el pasado reciente sin eufemismos ni juegos de palabras. “‘Montecristo’ inaugura un nuevo registro: el de las telenovelas que no sólo son para verlas, sino fundamentalmente para escucharlas”, subraya Bernarda Llorente, subdirectora artística de Telefé.

Regreso al melodrama tradicional, en el que la intriga y la historia de amor se enlazan con los ecos sangrientos de la dictadura, en “Montecristo” ya no hay lugar para el humor de la sirviente risueña y el millonario picaflor. Sin correrse del género televisivo, el programa logró lo que parecía imposible: infiltrar en una trama de ficción las huellas más oscuras de la historia argentina. Así, la novela protagonizada por Pablo Echarri le encontró una interesante vuelta de tuerca al conflicto napoleónico que motoriza El conde de Montecristo, la historia escrita por Alejandro Dumas que sirve como inspiración de la novela producida por Telefé Contenidos.

La apuesta, a priori extraña para los cánones televisivos, dio sus frutos: “Montecristo” se convirtió en el caballito de batalla con el que Telefé se mantiene cerca del 13 en el prime time (ver aparte). “Los argentinos –analiza Llorente– nos hemos imbuido, cada uno desde su propia historia individual y colectiva, de esta temática. Nos pareció importante para algunas cosas específicas poder reflejar el pensamiento y accionar de Abuelas, para dar el mensaje más inequívoco que pudiéramos respecto al tema de la identidad. Por eso desde el primer momento nos acercamos a Abuelas y nos brindaron mucha colaboración.” De hecho, desde el comienzo del programa se incrementó el número de llamados que la asociación recibe a diario de gente que tiene dudas sobre su origen e identidad.

“Cada vez que se hace una acción abierta a la sociedad, hay una respuesta inmediata de los chicos que dudan”, cuenta Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. “Cuando Teatro por la identidad comienza sus presentaciones, las consultas se incrementan”, prosigue. “‘Montecristo’ no es la excepción: desde que empezó el programa se acercaron muchos chicos a la asociación. Algunos porque el programa les hizo saber sus derechos y sirvió como disparador de dudas y otros porque les funcionó como el empujoncito que necesitaban para animarse a desenterrar su pasado.”

Lejos de lo que se suponía previamente a la salida al aire, de acuerdo con la historia televisiva reciente, las consecuencias sociales e individuales de la dictadura no fueron utilizadas como mero disparador de una historia de amor, para olvidar sus profundas secuelas a los pocos capítulos. En “Montecristo” la figura del desaparecido está siempre presente, determinando todas y cada una de las historias de los personajes. De alguna manera, puede pensarse que la figura del desaparecido es la verdadera protagonista de la historia. En efecto, cada uno de los personajes de la telenovela tienen algún desaparecido a su alrededor: en algunos casos (como en los personajes de Paola Krum y Viviana Saccone) en el sentido político del término, en otros en un sentido más figurado, relacionado con la pérdida abrupta de algún afecto.

Ahora bien, ¿cuál es la fórmula que hizo que un tema álgido y aún no resuelto en la sociedad argentina acapare tanto interés diario? ¿Cómo es posible que los horrores de la dictadura, tantas veces esquivados por la pantalla chica, se conviertan hoy en una temática consagrada gracias al cruce con el género ficcional por excelencia de la cultura popular?

“Lo que sucede es que los pueblos necesitan que pase un período importante de tiempo para poder enfrentar los sucesos más negros de su historia”, ensaya una suerte de explicación Claudio Villarruel, director artístico de Telefé. “Creo que la sociedad argentina, después de 30 años del comienzo de la dictadura, logró aceptar el tema, madurarlo y poder enfrentarse a las peores atrocidades de la dictadura. Hoy, esos horrores son una realidad, parte de nuestra historia. No creo que haya sido casualidad que haya pasado tanto tiempo para que la TV toque este tema y de esta manera. Lo que nosotros pensamos cuando concebimos ‘Montecristo’ es que era el momento, que estábamos preparados como sociedad y que a partir de una ficción podíamos darle una devolución distinta sobre la dictadura al público.”

Sin perder los límites del entretenimiento que la TV requiere, en tanto medio masivo, “Montecristo” se atrevió a repensar la historia negra de la Argentina en el contexto del culebrón. Con Crónica de una fuga, la película de Adrián Caetano que contó la fuga de ex detenidos del ex centro clandestino Mansión Seré en clave de aventura, “Montecristo” se suma al fragmentado proceso iniciado este año por la industria audiovisual nacional, en la que la dictadura dejó de ser un tema pasible de ser tratado únicamente con solemnidad académica y testimonial para convertirse en una realidad a la que se le podía otorgar sentido dramático. Un recurso que, no por falta de rigurosidad histórica, permite el acercamiento de la historia reciente a más gente y el surgimiento de formatos accesibles para que el tema no quede reducido a unos pocos iniciados.

Intentando derribar el tabú que hasta el momento significan los años de plomo para la pantalla chica, lo de “Montecristo” responde también al contexto sociopolítco actual que vive el país, muy distinto al de los noventa. “Cuando se habla mucho de un tema como la dictadura y se lo hace a través de distintos medios y géneros, ayuda a que la apertura de la sociedad hacia el pasado sea amplia”, analiza Adriana Lorenzón, coautora de los guiones de la novela junto a Marcelo Camaño. “‘Montecristo’ no tiene que ver sólo con la dictadura, sino con los derechos humanos. Porque hoy no tenemos dictadura y seguimos sufriendo injusticias sociales relacionadas con los derechos humanos. Que todavía haya gente que quiera y necesita saber su verdadera identidad habla de que no es un conflicto del pasado. La gente que pierde a un familiar víctima de inseguridad tiene la misma desazón, el mismo vacío, que con respecto a un desaparecido. Cualquier problemática que implique que alguien decida por la vida de otro es fuerte.”

Bajo la idea de no caer en un panfleto político, los guionistas de “Montecristo” prefirieron darle a la historia una trama más humana y social que partidaria o militante. Para ello, Lorenzón y Camaño se juntaron en varias oportunidades con Abuelas de Plaza de Mayo, quienes colaboran a diario con las problemáticas que toca la novela. “Lo único que nos pidieron es que transmitiéramos lo más claro posible el mensaje de si tenés dudas, acercate, para profundizar su lucha. Nunca nos pusieron reglas de ningún tipo y siempre nos brindan la información que necesitamos. Incluso, muchas veces a algún integrante de Abuelas se le ocurre que podríamos tratar una problemática en particular y nos lo dicen”, señala la guionista. La actriz Viviana Saccone, cuyo personaje encabeza la búsqueda de una hermana nacida en cautiverio, cuenta que la dificultad de interpretar a un personaje con esta pérdida no es nada fácil. “Son personajes que conllevan mucha responsabilidad, porque la gente se identifica con el mensaje –detalla–. La respuesta de la gente es excelente. “Montecristo” es una pequeña manera de abrir conciencia.”

Lejos de fórmulas probadas e incluyendo los ecos trágicos en la trama, el buen andar de “Montecristo” demuestra que desde la TV muchas veces se subestima al público, creyéndolo imposibilitado de recibir historias más comprometidas y “reales”, aun en géneros tradicionales como la telenovela. “Si hablamos de fórmulas que se pueden llegar a tomar como seguras –concluye Llorente–, hay un tipo de TV que prefiere no arriesgar, porque se supone que la repetición de recetas te pueden conducir a un éxito. Nosotros pensamos que el éxito tiene que tener una alta parte de riesgo y de realidad, ya que si uno se repite se transforma en un caricatura de sí mismo.”

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Santiago (Pablo Echarri), un hombre a quien creen muerto, y Laura (Paola Krum), hija de desaparecidos y apropiada.
 
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