DISCOS › LOS NUEVOS TRABAJOS DE ARCTIC MONKEYS Y FRANZ FERDINAND
El cuarteto de Sheffield alcanza su madurez con el notable AM, en el que correr riesgos otorga dividendos, mientras que el de Glasgow revisita una vez más las estructuras de su álbum debut sin perder frescura en Right Thoughts Right Words Right Action.
› Por Roque Casciero
El rock ha muerto tantas veces que, a esta altura, los dueños de las funerarias deberían ser millonarios gracias al género. Saltan todo el tiempo los agoreros a decir que ya no se puede crear nada nuevo, que todo es una repetición, que las bandas se sumergen en la retromanía para llenar sus arcas... Básicamente, que todo tiempo por pasado fue mejor. Y aunque argumentos no falten para respaldar esas teorías –que suelen ser declamadas con aire de autoridad y sin dar lugar a réplica alguna–, una y otra vez aparece una canción, un artista, un disco capaz de conmover incluso hasta al más superado de los snobs rockeros. De disfrutar se trata, ¿no? Es cierto, las bandas revisitan el pasado como forma de alimento cultural: tampoco hay nada de novedoso en ello. El desarrollo de los artistas suele traer aparejado un cruce de influencias –en los estilos y en el tiempo– que enriquecen el paisaje sonoro, más allá de los obvios imitadores y “puristas” cuyo único aporte es a sus cuentas bancarias.
Todo lo anterior viene a cuento de lo sucedido en la década pasada, cuando primero el retro rock de los Strokes y luego una revisión del post punk le insufló oxígeno al rock. Y a dos cuartetos surgidos de las islas británicas durante ese período, Franz Ferdinand y Arctic Monkeys, que por estos días coinciden en las bateas con sus flamantes álbumes. La aparición de ambas bandas se dio en ese contexto en el que nombres como Television y Gang of Four aparecían mencionados como influencias en casi cualquier nota a artistas nuevos. Las exitosas trayectorias de los dos grupos fueron bien diferentes, sin embargo, y también el lugar en el que ambos están parados en el presente.
En sus tres álbumes posteriores al excitante debut epónimo, Franz Ferdinand intentó caminos diferentes –incluso en el “sintético” Tonight de 2009– que siempre terminaron llevándolo al mismo lugar: su esencia de hits bailables de guitarra. Más que el deseo de repetición de la fórmula del éxito, lo del cuarteto de Glasgow parece un fuerte rasgo identitario, incluso a su pesar. En Right Thoughts Right Words Right Action, Alex Kapranos y compañía no logran desmarcarse de ese sello: desde el comienzo, con “Right Action”, da la sensación de que cualquier canción del álbum podría encajar bien en Franz Ferdinand (2004). Esto, claro, les quita sorpresa, porque por sobre producciones certeras (de los Hot Chip, entre otros) emerge intacta esa marca de fábrica, la sensación de déjà vu, esa suerte de “síndrome ‘Take Me Out’” inevitable. A favor hay que decir que el grupo no perdió la frescura ni la solidez (las letras de “Brief Encounters” y “Goodbye, Lovers and Friends” son particularmente buenas) y que varias de las canciones (“Love Illumination”, “Treason! Animals” y hasta la citada –¿y tropical?– “Brief Encounters”) se meten rápido en la memoria.
También hay lazos que ligan al presente de Arctic Monkeys con el primer álbum, aquel Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not que en 2006 se convirtió en el debut más rápidamente vendido de la historia británica. Por ejemplo, en el flamante AM, la canción “No. 1 Party Anthem” coloca al relator en el mismo lugar que el hitazo “I Bet that you Look Good on the Dancefloor”: la discoteca. Sólo que el paso del tiempo ha cambiado la mirada de Alex Turner, el brillante cantante y compositor del grupo, casi tanto como su aspecto y su lugar de residencia. Ya no es aquel pibe con granos en la cara que describía como nadie una salida nocturna en su Sheffield natal; ahora es un adulto con jopo que se pierde en la noche de Los Angeles... para sentirse, por motivos diferentes, tan fuera de lugar como antes.
Más maduros y siempre dispuestos al riesgo, los Arctic Monkeys se animan no sólo con esa aproximación a Black Sabbath que vienen buscando desde que Josh Homme (de Queens Of The Stone Age) produjo canciones de Humbumg en 2009, sino también al R&B (“Mad Sounds”) o al glam rock (“I Want it All”). Entonces, lo que en inicio era ritmo trepidante, con el baterista Matt Helders atropellando los parlantes, ahora busca una profundidad diferente (“No. 1 Party Anthem” es una balada de piano que no le iría mal a un joven Elton John), una densidad sonora que acompañe a las reflexiones de Turner sobre la volatilidad de las relaciones y la inseguridad que esto le genera. Esa parece ser la temática general de AM, ostensible en “Why’d you only Call me when you’re High?” y en “I Wanna Be Yours” (de la que bien podría apropiarse Justin Timberlake), pero todavía más en la brillante “R U Mine?”, que termina preguntándole a objeto de deseo: “¿Sos mía mañana / o sólo sos mía esta noche?”.
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