Este mes se cumplieron doscientos años del nacimiento de Giuseppe Verdi. Fue, en vida, uno de los compositores más populares de la historia. Y, gracias a los organilleros y a las transcripciones bastardas de las arias de sus óperas, su música –aunque no siempre se supiera quién la había compuesto– lo fue aún más. Y aun hoy, si se hablara de música popular refiriéndose estrictamente a cuestiones de popularidad, y no de origen de los materiales, pocas piezas, de cualquier género, podrían ganarle al coro de la escena del brindis en La traviata o al coro “Va pensiero” de Nabucco. No hay teatro lírico del mundo que no se haya plegado al aniversario redondo y las discográficas, desde ya, han hecho otro tanto. Dos discos dedicados a arias, de dos de los más destacados cantantes del momento, publicados localmente por Universal, dan una buena cuenta del fenómeno, más allá de las numerosas publicaciones de óperas completas realizadas en el mundo. Los dos fueron editados por Deutsche Grammophon, ambos cuentan con la misma orquesta y director (la del Teatro Regio Torino, conducida por Giannandrea Noseda, uno de los nombres sobresalientes del momento) y ambos se llaman igual: Verdi. En uno, el tenor mexicano Rolando Villazón recorre las arias infaltables para su cuerda –Queste o quella y La dona è mobile, de Rigoletto, por ejemplo–, junto a piezas mucho menos previsibles, de las óperas Oberto, Il corsaro o I due foscari. En el otro, la notable soprano rusa Anna Netrebko interpreta arias de Don Carlo, Giovanna d’Arco, Il trovatore, I vespri sicilliani y Macbeth.