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Miércoles, 11 de octubre de 2006

DISCOS › BATEA O PLAY

La guitarra de Gilmour

De a poco, los fans se van acostumbrando a la idea de que Pink Floyd no volverá, más allá de algunos gestos espasmódicos de reconciliación entre Roger Waters y David Gilmour (como el que protagonizaron en el Live 8). Hace unos meses el guitarrista grabó On an island, su esperado tercer disco solista, que dividió aguas entre admiradores y detractores. Lo cierto es que el lanzamiento no le alcanzó a Sony/BMG, por suerte. Desde esta semana están en las bateas sus dos primeros álbumes solistas: David Gilmour y About face. El primero fue registrado en 1978 y el segundo en 1984. La distancia temporal no es tan determinante como la diferencia conceptual entre los dos discos. David Gilmour puede ser entendido hoy como un ejercicio mínimo y gratificante para un músico que se quería tomar un respiro solista entre el relativo fracaso grupal de Animals (aún los fracasos de Pink Floyd encerraban momentos notables) y el egotrip conflictuado de Waters que iba in crescendo (hasta desembocar en el soberbio The Wall). Se trata de un disco tan austero como exquisito. About face, en cambio, luce como el trabajo personal de quien está decidido, ahora sí, a empezar una carrera solista con perspectivas de continuar con el éxito que dejaba Floyd. No le salió. Pero el disco, excesivo y pretendidamente moderno, vale aunque más no sea para escuchar una y otra vez ese sonido de guitarra único e inolvidable.

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