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Jueves, 28 de agosto de 2008

TELEVISION › SOñAR CON LA CAJA INTELIGENTE

Soñar con la caja inteligente

Especialistas de Francia, Estados Unidos, Inglaterra y la Argentina se reunieron en un seminario organizado por el Ministerio de Educación para debatir sobre cómo producir una TV formativa donde hoy sólo hay un vacío de contenidos.

 Por Emanuel Respighi

La excesiva exposición de los niños frente al televisor o cualquier otro medio de transmisión audiovisual es en la actualidad una de las mayores preocupaciones de padres, educadores, psicopedagogos y sociólogos de todo el mundo. Incluso, también lo es de productores y programadores de televisión, que descubrieron en el segmento infantil una oportunidad inmejorable para amasar fortunas en concepto de ventas publicitarias, merchandising, entradas de cine y teatro, CD’s y DVD’s alrededor de esta clase de contenidos. Si bien ya nadie discute que la TV es uno de los mayores agentes de comunicación y formación, la inquietud recae en saber hasta qué punto la exposición ante la TV es nociva y hasta dónde funciona como estímulo positivo para el desarrollo individual y social de los más pequeños. En búsqueda de acercarse a un diagnóstico más o menos cercano a esta problemática, el Ministerio de Educación de la Nación, a través del programa de Escuela y Medios, organizó un seminario de dos días del que participaron especialistas de Francia, Estados Unidos, el Reino Unido y de Argentina.

Bajo el título “¿Qué televisión de calidad para chicos y jóvenes?”, las jornadas de debate sobre el lugar que los televidentes infantiles y jóvenes ocupan en la pantalla chica contaron con las presencias de Paul Moore (miembro de la Oficina de Comunicación británica), Linda Simensky (directora del departamento infantil de la PBS, la red de TV pública estadounidense), Agnès Vincent Deray (presidenta del departamento de protección a la infancia del Consejo Superior del Audiovisual-CSA), Tristán Bauer (presidente del directorio del Sistema Nacional de Medios Públicos), Adrián Suar (director artístico de Canal 13) y Sonia Jalfin (asesora de la dirección de contenidos y programación de Telefé). Juntos, a lo largo de las dos jornadas, intentaron desde su lugar responder a interrogantes como qué es una TV de calidad para jóvenes, cuáles son los mayores problemas que tiene hoy la implementación de una TV para chicos o qué medidas se pueden tomar, desde el Estado o desde las empresas privadas, para mejorar la calidad televisiva destinada a niños y jóvenes.

La primera conclusión que surgió del seminario fue que la argentina es una de las televisoras abiertas más atrasadas en materia de programación infantil o para jóvenes. Basta con echar un vistazo por la programación de Telefé, Canal 13, América o Canal 9 para darse cuenta de que la franja etaria que va desde el año de vida a los 16 no es una audiencia valorada por los programadores y productores nacionales. Pero también vale decir que esa escasa preocupación por los jóvenes no es potestad exclusiva de quienes manejan la TV en el país, sino que se extiende a quienes lo hacen en Inglaterra o en Francia. Con una diferencia que explica por qué en esos países de Europa, sin embargo, abunda la programación infantil: allí el Estado tiene una fuerte presencia en los contenidos televisivos, que van más allá de la regulación de las programaciones y llegan a imposiciones a los canales de cuotas de pantalla –diarias o anuales– destinadas al público más pequeño de la familia.

“Si tanta televisión ven los chicos hoy en día, y tanto influye en sus creencias y prácticas sociales, entonces brindémosle programas de calidad que puedan ayudar a su desarrollo”, señaló Moore, explicando la lógica que promueven los organismos estatales europeos. En Francia, por ejemplo, la CSA tiene la facultad de imponerles a los canales de TV distintas cuotas de pantalla que apuntan al público infantil. La cadena privada TF1, por citar un caso, está obligada a transmitir 1000 horas anuales para jóvenes en un horario adecuado al público al que apunta (no marginal). Por su parte, a la cadena M6 tiene la obligación de invertir el uno por ciento de sus ingresos en la producción de series animadas, a la vez que el 66 por ciento de su programación debe provenir de productoras independientes locales. Por otra parte, France TV, la cadena de televisión pública, tiene destinados 50 millones de euros en 2008 para cumplir con el deber de emitir 2000 horas anuales de programas infantiles, repartidas de manera específica: France 2 y France 4 tienen por objeto emitir programas de interés para adolescentes, France 3 para niños de entre 6 y 12 años, y France 5 para niños entre los 3 y los 6 años. A su vez, la CSA estimuló la creación en 2005 de Gulli, el canal público infantil gratuito, conformado exclusivamente por programas de origen francés y europeo.

“La TV no es en sí misma ni buena ni mala: es un medio fascinante que puede ser utilizado para transmitir buenos valores o malos”, explicó Vincent Deray en su exposición. “En Francia creemos que es fundamental que sea el Estado el que regule los mensajes que les lleguen a los jóvenes, porque la TV es hoy parte importante de su formación”, subrayó. De la misma manera, la OfCom británica le impuso al último canal otorgado en 1997, Channel Five, el deber de dedicarles a los niños 13 horas semanales como mínimo, en horarios que no se yuxtapongan con ciclos infantiles de la BBC. “En los últimos, paralelamente a la consolidación del modelo económico neoliberal, la globalización cultural y el surgimiento de los medios digitales se propagó la idea de que el Estado no debe inmiscuirse en los contenidos audiovisuales. Nada más erróneo: sólo la intervención estatal puede cuidar los contenidos a los que se exponen a los niños. No sólo es necesaria la intervención del Estado para que los canales cumplan con las metas de informar, educar y divertir, sino que es esencial su rol”, detalló Moore.

En este contexto, la TV argentina infantil en los canales privados parece depender de que en la nueva legislación se contemple algún tipo de cuota de pantalla. Por el momento, tal como adelantó a PáginaI12, Bauer sigue firme en su intención de crear un canal infantil público y gratuito, que se basará en el segmento Pakapaka de Canal Encuentro, Permitido estacionar de Canal 7 y se abastecerá de material de diferentes canales públicos de América latina. Una pequeña luz de esperanza en el horizonte a la que sólo le basta que el Estado argentino defina la norma de TV digital para poder comenzar a iluminar un segmento etario que la TV abierta local descuidó desde hace rato.

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Sonia Jalfin (Telefé), Adrián Suar (Canal 13) y Tristán Bauer (Canal 7) imaginaron otra TV infantil.
Imagen: Bernardino Avila
 
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