TELEVISION › ADRIAN SUAR Y CLAUDIO VILLARRUEL, A CUESTIONARIO CERRADO
Como directivos de programación de Canal 13 y Telefé, son responsables de buena parte de lo que consume el público televisivo. Ambos se sometieron a una extensa serie de preguntas sobre la vida privada y profesional que contestaron por mail.
› Por Emanuel Respighi
Son los cráneos que están detrás de los canales líderes. Si la TV se convirtió en el lugar al que buena parte de la sociedad quiere llegar de cualquier manera, puede decirse entonces que se trata de dos de las personas con mayor poder en este tiempo. Son quienes con sus estrategias de programación digitan no sólo los contenidos que los argentinos consumen a diario: también los temas que se hablan en el bar, la oficina o reuniones de amigos. Muchas veces criticados por sus decisiones intempestivas, otras veces elogiados por los programas que producen y emiten, Claudio Villarruel y Adrián Suar, directores artísticos y de programación de Telefé y Canal 13 respectivamente, se animaron a la hasta ahora inédita propuesta de PáginaI12: que ambos accedieran a una entrevista en común de cuestionario cerrado, como una forma de conocer sus visiones sobre la industria televisiva y sus preferencias personales. Un reportaje en el que pudieron dejar de lado los egos que signan al medio. Un ping pong que sirve para conocer con mayor profundidad quiénes son los zares de la TV argentina.
El momento para realizar la entrevista no podía ser más oportuno: en estos últimos dos años, el 13 y Telefé se prestaron el podio de audiencia en varias oportunidades. Esta ajustada lucha por el rating los vuelve a ambos –por primera vez– tanto ganadores como perdedores. Las rencillas, distancias y enojos que tuvieron, tienen y van a tener a futuro están, de momento, atenuadas por la extraña sensación de tranquilidad que sienten ambos ante el fluctuante escenario que muestran las planillas. Una calma que antecede a la próxima tormenta, que según el Servicio Televisivo Nacional está prevista que comience hacia los primeros meses de 2009, con la señal de largada de una nueva temporada.
Sin más que la aclaración de que los cuestionarios se respondieron por mail, Suar y Villarruel cedieron a la propuesta de medirse sobre temas tan variados como cotidianos. Un ejercicio lúdico que permite marcar coincidencias y divergencias entre dos enfermos televisivos que son parte de la misma generación, pero piensan de modo diferente.
–¿Qué piensa de quienes consideran a la TV privada como un medio “estupidizante”?
Claudio Villarruel: –Pensar que la televisión estupidiza es una visión elitista, excluyente y clasista. Es subestimar la capacidad de discernimiento de la gente. Creo que en el fondo esconde una visión peligrosamente autoritaria y censuradora de un fenómeno de masas que requiere un debate más profundo. Por suerte, todavía, la televisión no es obligatoria.
Adrián Suar: –Eso es mentira.
–La TV argentina, según su criterio, es excelente, muy buena, buena, ¿o no escapa a la media de las industrias nacionales del resto de los países?
C. V.: –Es muy buena pero no pareja. Tiene los altibajos propios de cualquier industria del entretenimiento.
A. S.: –Muy buena.
–¿Qué cree que le falta y qué le sobra a la TV actual?
C. V.: –Le falta mucho y le sobran críticas.
A. S.: –No sé. Yo siento que está en el momento justo.
–¿Qué significa el rating para usted?
C. V.: –Es un tester de la intuición.
A. S.: –Es un amigo que me acompaña en las buenas y en las malas.
–Apelando a su honestidad, ¿cuánto tiempo puede estar sin revisar el rating minuto a minuto?
C. V.: –Extrañamente, no lo reviso cuando nos va muy bien o cuando nos va mal.
A. S.: –Mucho tiempo.
–¿Qué porcentaje les atribuye usted a las estrategias de programación para el buen andar (rating, calidad, permanencia) de un programa?
C. V.: –Para que una grilla y un programa funcionen, hay un solo secreto a voces: le tiene que gustar a la gente, que es la que elige.
A. S. : –Un 60 por ciento.
–¿Alguna vez sintió muy dentro suyo que con alguna estrategia de programación se “le fue la mano”?
C. V.: –No lo sé. Depende desde qué lugar se mire.
A. S.: –Sí.
–¿Cuál cree que es el mayor mérito de su gestión?
C. V.: –Haber conservado la mística que siempre tuvo Telefé como canal.
A. S.: –No aflojar en las malas. Tener perseverancia y trabajar mucho.
–¿Cuál, la cuenta pendiente?
C. V.: –Muchas. Entre otras, programar un ciclo de cine de autor.
A. S.: –Seguir posicionando a Canal 13 en lo más alto.
–Lo que más le gusta de su trabajo...
C. V.: –Lo que genera en mí la incertidumbre de lo inasible.
A. S.: –La parte creativa, la posibilidad de pensar cosas y luego verlas reflejadas. Me gusta el desafío y la adrenalina que eso me genera.
–Lo que menos le agrada de su profesión...
C. V.: –Cuando ciertos aspectos se vuelven rutinarios, fundamentalmente los referidos a lo gestional, alejado del proceso creativo.
A. S.: –Tener la posibilidad de dar trabajo, pero a su vez no poder dárselo a todos. Esa es una presión terrible.
–Mayor mito sobre los programadores de canales...
C. V.: –Que sólo nos importa ganar a cualquier precio. Hay otras inquietudes y responsabilidades.
A. S.: –Que no tenemos corazón.
–Mayor verdad sobre los programadores de canales...
C. V.: –Que nos importa ganar, pero no a cualquier precio.
A. S.: –Que es difícil encontrarnos.
–Como televidente, ¿le gusta la totalidad de los programas que forman parte de la grilla del canal? ¿En qué porcentaje?
C. V.: –En un 70 por ciento.
A. S.: –En un 80 por ciento.
–¿Cuántas horas diarias ve televisión con atención?
C. V.: –Mi forma de ver televisión es muy particular y condicionada por mi trabajo. Cuantificarla es imposible.
A. S.: –Tres horas.
–A la hora de ver TV, ¿sintoniza canales de TV abierta argentinos o señales de cables? ¿Qué programas le gustan? ¿Qué programa televisivo le gustaría, alguna vez, producir o programar en su pantalla?
C. V.: –Me gusta ver de todo. Desde los cursos de jardinería del Canal Encuentro hasta películas polacas de Europa Europa, pasando por el japonés que cocina en Gourmet. Más que un programa en particular, me gustaría poder producir con el talento de los profesionales argentinos, pero con el tiempo y los recursos con que cuentan las grandes cadenas de televisión globales.
A. S.: –Miro televisión abierta y señales de cable también. Del cable me gusta Film&Arts, y el programa Paso a paso. Por suerte, no me quedé con las ganas de nada.
–En el último año, ¿siguió algún ciclo de manera completa?
C. V.: –Y, se me hace un poco complicado.
A. S.: –Se me hace imposible.
–¿Con qué asiduidad suele reunirse con algún ejecutivo del canal?
C. V.: –La TV es un proceso muy dinámico que requiere una relación cotidiana con los directores del canal.
A. S.: –A diario.
–¿Qué programa de la competencia le gustaría tener en su programación?
C. V.: –Fútbol de Primera.
A. S.: –Los Simpson.
–¿Siente culpa cuando como televidente sintoniza un canal diferente del que programa?
C. V.: –No. Si lo sintonizo es porque lo estoy disfrutando, “solo” como televidente.
A. S.: –No.
–¿Qué programación haría en el hipotético y utópico caso de que los dueños del canal le den libertad para hacer lo que quiera, a su gusto, sin importar presupuesto y rating?
C. V.: –No diferiría de lo que hago hoy. Haría una televisión en función de la gente a la que le gusta ver tele.
A. S.: –Haría un programa homenaje a la gente importante de la industria y de la cultura, a nuestras figuras. También le daría más espacio a la música: al tango y al rock.
–¿Qué mérito le reconoce a Suar/Villarruel?
C. V.: –Su gran capacidad de trabajo y el manejo de sus tiempos como productor, actor y programador.
A. S.: –Que tampoco bajó los brazos nunca.
–¿Qué es lo más complejo de su actividad como director artístico?
C. V.: –Lo más complicado es la gestión de la subjetividad de las personas y equilibrar los distintos intereses.
A. S.: –Que hay una grilla que no es para todos y es mucha la gente que ve televisión.
–¿Cuál es su fórmula para mantenerse en la dirección artística durante tantos años?
C. V.: –Creo que la única fórmula es tomar tanto los éxitos como los fracasos como una posibilidad de aprendizaje.
A. S.: –Porque no consiguieron a otro.
–Piensa que va a seguir dirigiendo artísticamente el canal hasta que...
C. V.: –Sienta que cumplí un ciclo.
A. S.: –De común acuerdo estemos contentos ambas partes.
–Programas de TV favoritos, que marcaron su vida.
A. S.: –Los vengadores y El Superagente 86.
C. V.: –Buenas noches argentina (actual Telenoche). Porque era un momento muy especial de conexión con mi viejo. Era el conductor, Sergio Villarruel.
–¿Libros de cabecera?
A. S.: –El arte de la guerra, de Sun Tzu, y El anatomista, de Federico Andahazi.
C. V.: –Altazor, de Vicente Huidobro, simplemente por su belleza. Seis personajes en busca de un autor, de Luigi Pirandello, porque a veces me encantaría conocer al que escribe mi vida. Bartleby, de Herman Melville, porque “preferiría no hacerlo”.
–Música que habitualmente escucha.
A. S.: –Me gusta el rock. U2 y Los Fabulosos Cadillacs.
C. V.: –Clásica: Domenico Scarlatti, Mozart, Wagner. Jazz: Brad Meldau, Thelonius Monk, Bill Frisell, Patricia Barber. Rock: Turin Brakes, Indio Solari, Travis, Annette Peacock. Varios: Philip Glass, John Zorn, Ryuichi Sakamoto, Meredith Monk, etc.
–¿Hobbies?
A. S.: –Fútbol.
C. V.: –El ocio.
–¿Películas preferidas?
A. S.: –El Padrino, Cinema paradiso, Los enredos de Wanda.
C. V.: –El sabor de la cereza, Kiarostami; Con ánimo de amar, Wong Kar Wai; La celebración, Thomas Vinterberg; Los muertos, Lisandro Alonso; El silencio, Ingmar Bergman; Madre e hijo, Alexander Sokurov; La vida de los otros, Florian Henckel Von Donnersmarck; Feos, sucios y malos, Ettore Scola; El espejo, Andrei Tarkovsky; La maté porque era mía, Patrice Leconte.
–Defecto suyo que más odia.
A. S.: –Soy de repetir las cosas varias veces.
C. V.: –La excesiva tolerancia con las personas que no conocen el límite.
–¿Alguna fobia?
A. S.: –Que me hablen de cerca.
C. V.: –Unas cuantas. Pero esencialmente soy fobiofóbico. En fin, un círculo vicioso.
–¿Cábala?
A. S.: –Tengo varias, por ejemplo, ver un ciclo de TV en el mismo lugar.
C. V.: –No tengo... por cábala.
–Sueño (en la vida):
A. S.: –Ya la vida me dio mucho y estoy muy agradecido.
C. V.: –No dejar de soñar.
–Sueño (a nivel profesional):
A. S.: –Volver al Oscar.
C. V.: –No estancarme. Poder seguir aprendiendo, haciendo siempre lo que me gusta.
–Un referente histórico:
A. S.: –Golda Meir.
C. V.: –Mi viejo.
–¿A qué personalidad de la historia le hubiera gustado conocer? ¿Por qué?
A. S.: –A Gandhi, porque me hubiese gustado escucharlo y por su sabiduría.
C. V.: –A Antonin Artaud. Por esta frase: “¿Quién, en el seno de ciertas angustias, en el fondo de algunos sueños, no conoció la muerte como una sensación destructora y maravillosa con la que nada puede compararse en el orden del espíritu?”
–¿La idea de Dios?
A. S.: –...
C. V.: –Una abstracción necesaria para no caer en la tentación de la desolación.
–El dolor del alma más importante.
A. S.: –La pérdida de mi papá y de mi abuela.
C. V.: –Llevar al nivel de la conciencia el concepto de la finitud humana.
–Lo que cambió su vida.
A. S.: –El nacimiento de mi hijo, Totó.
C. V.: –Sofía, mi hija.
–El juguete más lindo que tuvo:
A. S.: –Un auto de Batman.
C. V.: –Mis gatos. Auténticos peluches vivos.
–El mejor regalo que hizo:
A. S.: –Un auto. En general he hecho muy buenos regalos.
C. V.: –Los chocolates que hoy le compré a mi hija.
–El peor papelón:
A. S.: –Hablar durante una hora con una persona que pensaba que era otra.
C. V.: –La primera vez que me crucé en cámara en un programa en vivo. Después hice tantos que ya me olvidé.
–¿Con qué se asustaba de chico y aún hoy suele asustarse?
A. S.: –Con Freddy Krueger. Pero ya no.
C. V.: –Siempre me asustó la poca capacidad lúdica de los adultos. La solemnidad con que los mayores encaran la vida, fundamentalmente con sus hijos. Eso me sigue asustando.
–¿Cuál fue su primer trabajo?
A. S.: –El papá de los domingos, con Guillermo Bredeston y Nora Cárpena.
C. V.: –Una corta experiencia haciendo hamburguesas en el club Municipalidad.
–¿Qué hizo con su primer sueldo?
A. S.: –Invité a salir a una chica.
C. V.: –Pagué las deudas acumuladas en la rotisería de la esquina.
–¿Cuál fue el trabajo más extraño que realizó en su vida?
A. S.: –Vendedor de panchos en Miami.
C. V.: –Hacer programas de televisión.
–¿No puede salir de su casa sin...?
A. S.: –La ropa.
C. V.: –La cabeza ordenada.
–¿Cuánto tiempo puede estar sin revisar su correo electrónico?
A. S.: –No uso.
C. V.: –Mucho tiempo. Pasé casi 40 años sin necesitarlo.
–Comida preferida.
A. S.: –Milanesa a la napolitana y pescado.
C. V.: –Mariscos en la estación central de Santiago de Chile.
–Bebida preferida:
A. S.: –Malbec.
C. V.: –Vino tinto o cualquier cosa que se parezca.
–Noche ideal:
A. S.: –Una buena comida, un buen espectáculo teatral, una buena película y un buen clima.
C. V.: –Cualquier viernes a la noche en cualquier lugar del mundo (porque como dice mi hija: “mañana es sábado...¡hiupi!”)
–¿Un lugar en el mundo?
A. S.: –Un lugar de nuestro país: Villa la Angostura.
C. V.: –Mi casa.
–¿Realiza deportes?
A. S.: –Fútbol.
C. V.: –Nadar, de noche.
–En su casa, ¿cómo suele vestir?
A. S.: –Jogging.
C. V.: –Impresentable.
–¿Traje o casual sport?
A. S.: –Casual.
C. V.: –Tengo un solo traje que no me entra más. Casual sport.
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