TELEVISION › GASTóN PAULS ESTRENA ESTA NOCHE TODOS CONTRA JUAN
El unitario iba a ir por Telefé, pero finalmente se verá por América. Como protagonista, coguionista y productor, Pauls adelanta que el ciclo combinará elementos de ficción y de realidad, parodiando el mundo del espectáculo, la fama y el éxito.
› Por Emanuel Respighi
Con el diario del lunes en la mano, ahora se puede llegar a pensar que el título, Todos contra Juan, era premonitorio. El nombre del programa producido por Farfán, Rosstoc y Fox Television tenía una connotación que denotaba que determinadas fuerzas, de tipo terrenales y/o metafísicas, atentaban contra la posibilidad de que Juan Perugia, el protagonista de la trama del unitario en cuestión, pudiera volver a las grandes ligas del espectáculo nacional. De alguna manera, esa conjunción de fuerzas de la que se vale la ficción para darle forma a la historia de comedia, se trasladó a la realidad misma del programa. Es que luego de haberse dicho inicialmente que Todos contra Juan iba a estrenarse el 30 de junio pasado en la pantalla de Telefé, con promociones al aire incluidas, el ciclo entró en una serie de imprecisiones que pusieron en riesgo su salida por ese canal. Así fue que finalmente el programa terminó llegando a la alicaída pantalla de América, que esta noche a las 22.30 estrena el primer capítulo del unitario humorístico protagonizado por Gastón Pauls.
Suerte de parodia del mundo del espectáculo, la fama y el éxito, la trama de Todos contra Juan combina elementos de la realidad y de la ficción. La historia del programa cuenta la vida de Juan Perugia, un actor que supo alcanzar la fama en los ’90 formando parte del elenco de La vida es un sueño en plena adolescencia, pero que 15 años después ya nadie recuerda. Sin embargo, el galán venido a menos –aunque él sea el único que no se da cuenta de esta situación– intentará retomar su “carrera artística”. En ese camino de retorno a la fama, Perugia se someterá a toda clase de situaciones –una más humillante y delirante que otra–, llegando incluso a relacionarse con ex compañeros de elenco a los que el destino sí les deparó mejor suerte. Es en este punto donde el unitario incorporará las participaciones especiales de actores “haciendo de sí mismos”, como Mariano Martínez, Cecilia Dopazo, Julieta Díaz, Julián Weich o Esteban Prol, entre otros.
La postergación una y mil veces del estreno en Telefé y su posterior arribo a América convierten a Todos contra Juan en uno de los programas más promocionados del último tiempo. A la vez, queda como ejemplo paradigmático de la TV actual, más atenta a las arbitrariedades de las planillas del rating que a la planificación de los programadores. El retraso de la salida al aire en Telefé no se debió a problemas de producción o a la falta de calidad sino que fue consecuencia de que el rating –justo en ese momento– comenzó a favorecer al canal que en julio le arrebató la punta al 13. “Fue un proceso larguísimo”, dice a PáginaI12 Pauls, protagonista, coguionista y productor del programa. “Arrancamos a grabar en junio con una primera pauta de fecha de estreno prevista para el 30 de junio. Después vinieron otras fechas de estreno que siempre se postergaron. Y llegamos a un punto donde se hizo imposible esperar y decidimos buscar otra pantalla”, explica el actor y productor, con una naturalidad que deja entrever que la situación ya fue digerida.
–Todos contra Juan se convirtió en un programa de características inéditas para la TV argentina.
–Es una rareza que salga al aire teniendo toda la temporada grabada y cerrada. Y también es cierto que nunca había pasado que un programa anunciado durante varios meses en un canal termine saliendo por otro. Ninguna de los dos cosas fue deseada, ni por nosotros, ni por la gente de Telefé, supongo. Pero realmente en un momento se hizo insostenible la situación por varias razones, tanto financieras como artísticas y de producción. De todas maneras, la rareza de que salga al aire con todos los episodios terminados se da por el retraso de su salida al aire, si no, hubiéramos estrenado con seis capítulos grabados.
–¿Y salir al aire con el programa terminado es una tranquilidad o una limitación?
–En ocasiones, cuando grabás y estás al aire, si bien te corren los tiempos, también le das a la producción la posibilidad de dar algún golpe de timón. Si un personaje no pega como se esperaba, o si una parte de la historia no camina, uno puede cambiar el guión o la dirección sobre la marcha. Todos... va a salir al aire con un programa terminado, imposible de modificar. En ese sentido, el programa tiene la producción de una obra artística del tipo de una película o de una pintura: una vez que la presentás no hay posibilidades de modificarla, por más que a uno o a quienes la disfruten se les ocurra que tal vez agregándole tal o cual detalle la obra podría condensar mejor su sentido, su búsqueda. Ese vértigo está bueno.
–¿Y cómo quedó su relación con Telefé después de estas desprolijidades? Usted llevaba muchos años de trabajo ininterrumpido en esa pantalla.
–Tengo mucho respeto por la gente de Telefé. Mi productora, Rosstoc, nace en el marco de una relación con ese canal de cuatro años de trabajo en conjunto. Lo que sí ocurre es que éste es un medio donde, más allá de las relaciones que haya, uno tiene que evaluar qué es lo más conveniente para su empresa y sus objetivos. Si Todos contra Juan no salía esta primera semana de octubre, por una cuestión de cantidad de capítulos y época del año, yo tenía que esperar al año próximo. Y de ser así entraba en una situación complicada, ya que no tengo la espalda financiero-económica para sostenerla, como la tienen otros. Y la necesidad artística y humana también presionó para que la situación decantara de esta manera. Nunca es fácil irse de un canal donde se estuvo mucho tiempo a otro y en estas circunstancias. Pero también es cierto que nosotros fuimos muy claros.
–Con Todos contra Juan regresa a la actuación en la TV después de una etapa como cronista testimonial en Ser urbano y Humanos en el camino, y como conductor de Pecados capitales. ¿Por qué?
–Tenía la necesidad interna de reencontrarme con un lugar de la actuación que tiene que ver con el juego. De todas maneras, siento que este proyecto, aun desde la comedia, lo que cuenta es mucho más profundo y oscuro que muchas otras cosas que he hecho como cronista. Es una mirada irónica y cruda sobre mí y sobre muchas cosas del medio, como el vértigo que signa a la TV, la crueldad del éxito y el fracaso, del olvido de la gente, la necesidad de fama que tenemos algunos, la exposición y la TV en general, como medio de comunicación poderoso.
–Todos... cuenta la historia de un actor que llegó a la fama con un programa adolescente. En su carrera, a usted le pasó lo mismo con el éxito de Montaña rusa. ¿El ciclo tiene mucho de autobiográfico?
–Muchas situaciones que se verán en el programa las viví yo, o las vi en compañeros de aquel programa. Lo interesante es que algunas de ellas no las tenía procesadas y las asimilé al momento de coescribir el guión con Gabriel Nesci. Fue todo un ejercicio personal y profesional.
–Todos... es una sátira sobre el ambiente televisivo y la fama en general. ¿Es raro que en un medio con tantos egos la parodia provenga del mismo riñón televisivo?
–Sí, puede ser. Cuando comenzamos a esbozar el proyecto estaba la disyuntiva de hasta dónde Todos... se ríe del medio y hasta qué punto se ríe con el medio. Creo que lo interesante es que logramos reírnos con el medio, lo que institucionaliza mucho más la finalidad de la propuesta. En el programa participan periodistas o actores que hacen de sí mismos, como Gerardo Rozín, Chiche Gelblung, Julián Weich, Cecilia Dopazo, Julieta Díaz, Esteban Prol, Mariano Martínez. Nos reímos con el medio porque la gente misma que lo conforma participa de esa relectura que hacemos sobre la fama y la TV.
–¿Todos los que participan se ríen de sí mismos, de sus fobias y costumbres?
–Tal cual, ésa fue la idea. Todos tienen alguna particularidad exagerada de características presentes en los famosos: todos hacen de sí mismos, pero con particularidades exageradas. El otro día me contaron que un cómico argentino, que basa sus programas en reírse de la gente, fue a buscar al productor de un programa porque se habían reído de él. Eso es patético y habla de la hipocresía del medio. En eso me distancio de mucha gente. Yo me río todo el tiempo de mí mismo, de mis obsesiones y de mi poco pelo. Y eso, fundamentalmente en la TV, casi no existe.
–Los egos...
–Hay mucha hipocresía en la TV. Hay muchos actores que son divinos cuando se enciende la cámara y nefastos en el trato con técnicos, guionistas y los cámaras cuando se apagan las luces del set. Pero a la vez me pregunto si el medio es en todo sentido un “gran show”, o es un lugar donde hay show, pero también existen verdad y ficción. La TV debería ser un combo de ficción, show y verdad, pero hoy en día está todo tan mezclado que uno duda de si la nota que a uno lo emocionó no estaba armada, si las peleas son reales... Veo a periodistas que van a las notas en un auto y en su vida tienen otro, entonces no sé si van a hacer las notas desde el personaje o desde su humanidad.
–¿Pero a usted no le ocurrió lo mismo cuando hacía testimoniales?
–Sí, por eso también necesitaba tomar cierta distancia de ese formato. De todas maneras, Humanos en el camino tenía como proyecto paralelo “el puente”, donde la gente después de ver el programa podía ofrecer ayuda, soluciones, ideas... Era una manera de encontrarle la vuelta al show televisivo sin acción concreta posterior. Hoy no estoy haciendo ningún programa periodístico porque no encontré la vuelta a lo que hacía. No quiero repetirme ni hacer lo mismo de antes porque yo ya no soy aquél y porque por todo lo que viví debería encontrar una nueva manera de hacerlo y de ayudar al prójimo. No quiero hacer sólo un programa periodístico, un show; por la clase de programas que son los testimoniales, deberían ser también un servicio.
–¿No siente que el programa puede causar rechazo en la “intocable” comunidad artística vernácula?
–Puede ser en algunos que no se dan cuenta de que el proyecto no tiene mala leche. Juan Perugia es un pibe por momentos antipático, que tuvo éxito y al que ahora no le va bien. Y ahí entramos todos: en algún momento, o en algún rincón de nuestra alma, todos los famosos somos Juan Perugia.
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