TELEVISION › EL OBSERVATORIO DE LA DISCRIMINACIóN CONTRA TINELLI
Un informe respaldado por el Comité Federal de Radiodifusión asegura que, entre 2007 y 2008, se identificó en Showmatch “el uso reiterado de estereotipos negativos y expresiones discriminatorias por motivos de género, por aspecto físico y por discapacidad”.
› Por Facundo García
¿Qué pasaría si una noche, después de Showmatch, Tinelli se durmiera y se levantara un par de horas más tarde convertido en obeso o en enano? Y si despertara con sexo femenino, ¿qué comentaría su equipo? Es difícil saberlo, aunque hay pistas para tantear una respuesta posible: el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión, un espacio del Comité Federal de Radiodifusión (Comfer) al que asisten el Instituto Federal contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) y el Consejo Nacional de la Mujer (CNM), difundió los resultados de un estudio sobre Bailando por un sueño y Patinando por un sueño. Según el informe, durante 2007 y 2008 se identificó ahí “el uso reiterado de estereotipos negativos y expresiones discriminatorias por motivos de género, por aspecto físico y por discapacidad”. A más de una semana de la publicación, no ha habido respuestas de la otra parte; ni justificando, ni pidiendo disculpas, ni nada.
El silencio de los responsables de la emisión no impidió que aparecieran críticas al Observatorio por haber salido al cruce recién ahora. Para la presidenta del INADI, María José Lubertino, los cuestionamientos son infundados, ya que “se ha hecho un trabajo sistemático y exhaustivo que obviamente no obedece a las rutinas del espectáculo”. “Nosotros –añade– no seguimos requisitos mediáticos, sino institucionales. Y quiero recalcar que el análisis que hemos hecho no tiene como objetivo perjudicar a nadie. Sabemos que Marcelo está comprometido con causas elogiables y confiamos en poder reunirnos con él próximamente.” La reciente investigación enfatiza que el programa recae en “los trazos más gruesos del uso del estereotipo, en el que se realiza un tipo de belleza y un patrón de relación ‘dominante socialmente’ ejercida desde el varón hacia la mujer”. El Observatorio declara que el producto más visto de la TV local es un ámbito donde “la mujer es cosificada mediante el recurso de fragmentación de su cuerpo a través del uso estratégico de las cámaras, mostrando sus glúteos y pechos de forma insistente y con planos detalle”.
No se trata de rasgarse las vestiduras gritando que el ciclo cae en lo chabacano, sino de marcar la recurrencia que adquirió esa veta en los últimos períodos. El repetitivo caleidoscopio puede mostrar a Karina Jelinek anunciando que está dispuesta a “complacer al hombre”, segundos después de que el conductor le pusiera la mano en la nuca como si la instara a practicarle sexo oral y mientras un miembro del staff se ofrecía a pagar por el “servicio”. Incluso se consultó sin escrúpulos y al aire a algunos familiares de los participantes: “Un ejemplo fueron las preguntas formuladas a los hijos de la modelo Carolina Baldini y del futbolista Diego Simeone, que en momentos en que su mamá era amenazada con el ‘corte de pollerita’ requirieron llorosos que esa acción no se concretara”, destacaron los analistas.
“Hay sutiles mecanismos por los cuales se construye la discriminación como fenómeno social –interviene Lubertino–. El que es víctima adquiere la falsa impresión de que mágicamente dejará de serlo si se convierte en victimario de otro. Una de las cosas más nefastas que dejó el menemismo es esa idea de que ’pertenecer al agresor tiene sus privilegios’, y creo que darle un final a ese prejuicio requiere una lucha cultural importante.”
El Mapa de la Discriminación que se publicó en noviembre muestra que tres de cada diez personas se sintieron discriminadas alguna vez. Más del 40 por ciento percibe a la televisión como foco de estas prácticas, y el programa de Tinelli es el más nombrado en ese sentido. Por supuesto que la polémica no se queda en cuestiones de género. Al tiempo que las figuras masculinas que aparecen en pantalla tienden a marcar su lugar a partir del “humor”, hay momentos en que la obesidad o diferentes tipos de discapacidad alteran esa lógica. Esta temporada, Daniel “La Tota” Santillán fue ridiculizado repetidamente a partir de su gordura. Asimismo, lo positivo que pudo tener la presencia del artista ciego Serafín Zubiri se vio opacada por la musicalización particular y los gestos que, más que incluirlo, lo marcaban como individuo a tratar diferencialmente. A esto hay que agregar que en Patinando... hubo partidos de fútbol con enanos en los que “se apeló a la reproducción de estereotipos que presentan a los individuos de baja talla como objeto de burla y que las asocian a lo exótico, raro, grotesco y cómico”, por lo que “el acento se puso en la discapacidad (...); en un tipo de tratamiento que no contribuye con la plena inclusión social y con la erradicación de prejuicios”.
A favor de Showmatch se puede aducir que lo que muestra no es más que un reflejo de lo que se ve diariamente en la calle. Aun si esto es verdad, es imposible no admitir su capacidad amplificadora. Lubertino precisa que hasta hubo llamadas de Amnesty Internacional para tomar cartas al respecto y añade que “incluso en una época habían puesto de moda el piropo ‘está para violarla’. Eran latiguillos permanentes, no un exabrupto espontáneo, lo que aumenta nuestra preocupación”.
También están quienes desde cierto pragmatismo salen a responder que “son sólo bromas”. La realidad fuera del plató de la TV es más cruel: el sesenta por ciento de la población cree que la característica más condenada por la sociedad es ser pobre. Vale decir que la segregación es, sobre todo, un problema de mayorías. Si a este estigma se le suma la idea de que ser gordo, petiso o mujer justifica las joditas, entonces el fenómeno entra en un proceso multiplicador cuyas consecuencias exceden el lapso que media entre dos cortes comerciales. Por eso el plan del Observatorio es poder convocar a una reunión en los próximos días. Desde la entidad aclaran que el objetivo no es “demonizar”, sino “construir consensos para cambiar las prácticas”. Tarea que no debería resultar difícil si se toma en consideración que, en otros canales del mundo, ni Bailando ni Patinando han necesitado llegar a semejantes extremos para convertirse en éxito.
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