TELEVISION › UNA CHARLA CON LA AUTORA Y LA PROTAGONISTA DE CIEGA A CITAS
Durante 258 días, Aguirre narró en la web la vida de Lucía, una periodista soltera de 31 años que quiere quebrar la apuesta entre su hermana y su madre sobre una supuesta “condena” a estar sola. De allí saltó al libro, y ahora a la serie televisiva.
› Por Emanuel Respighi
¿Quién no tuvo alguna vez alguna “cita a ciegas”? ¿Quién no se bañó, se puso las mejores pilchas, se perfumó hasta los tobillos y con todas las ilusiones a cuestas se encaminó hacia un encuentro creyendo que el amor de su vida estaba ahí, aguardándolo? ¿O acaso nadie se animó –aunque fuera una vez en su vida– a ir en búsqueda de una aventura sin el más mínimo conocimiento de la persona con la que se iba a encontrar? ¿Cuántas veces esa clase de citas, más comunes en la era de Internet, no terminaron por transformarse en tediosos encuentros con un/a extraño/a que desde la primera impresión uno/a sabía que no iba a llegar a buen puerto? ¿O nadie va a admitir que en su haber cuenta con algún desplante repentino, preferible a la tortura en que se iba a convertir la charla con esa persona que se acercaba al lugar acordado y que poco (nada) tenía que ver con la foto publicada o la descripción de alguna amiga celestina? ¿Existe sensación más esperanzadora como la previa a una nueva cita? ¿Existe, también, decepción más grande? En ese mundo de ilusiones, frustraciones, sueños y anécdotas de todo tipo se basa Ciega a citas, la tira diaria que esta noche comenzará en Canal 7. El programa, que se emitirá de martes a viernes a las 23, es la primera adaptación televisiva de una historia surgida en un blog.
Producida por Rosstoc y Dori Media Group, Ciega a citas marca el ingreso de la ficción nacional en el canal estatal, como paso intermedio entre las latas extranjeras que la gestión de Tristán Bauer puso al aire a comienzos de año (Ciudad de los hombres, Bruno Sierra y, desde ayer a las 22, Carandirú) y la producción propia que llegará en 2010 con una miniserie de cuatro capítulos sobre Manuel Belgrano y el éxodo jujeño, dirigida por Juan José Campanella. El programa parte de la original blognovela ficcionada escrita por Carolina Aguirre, que durante 258 días narró en la web –en tiempo real y con seudónimo– la vida de Lucía, una periodista soltera de 31 años que busca conseguir novio para llevar a la boda de su hermana y ganarle una apuesta a su mamá, que le jugó a su otra hija que su hermana no iba a ir acompañada a su casamiento. Ciega a citas mostrará el tormentoso proceso que emprenderá Lucía para conseguir un novio “normal”.
Pero esos no son los únicos condimentos por los que genera expectativa la primera producción diaria de Rosstoc (Todos contra Juan, Mitos, crónicas del amor descartable). Para el traslado de la historia surgida en la blogósfera a la pantalla catódica, la dirección integral de la comedia recayó en manos del cineasta Juan Taratuto, que mostró sus credenciales en el rubro como director de las películas Un novio para mi mujer, ¿Quién dice que es fácil? y No sos vos, soy yo. Si bien sólo se hizo cargo de los primeros cinco capítulos, es Taratuto quien delineó las bases estéticas que guiarán al programa.
“Ciega a citas surgió por necesidad profesional y por cierta nostalgia que comencé a evidenciar acerca de las citas”, cuenta Aguirre, guionista de cine y alma mater detrás de blogs como Bestiaria y La peleadora. “Lo único que me interesa de la vida de soltera son las citas. La interpretación simultánea de señales, las sensaciones que uno va sintiendo antes, durante y después de cada encuentro... ¡Y al estar conviviendo con mi novio pensé que nunca más iba a tener la posibilidad de vivir esa experiencia! Eso me daba cierta tristeza y pensé que si tomaba un personaje de ficción y lo escribía en un blog, de alguna manera iba a recrear en mí esa sensación”, agrega.
La actriz que se pone en la piel de la criatura de Aguirre es Muriel Santa Ana, que con Ciega a citas debuta en el protagónico televisivo. “La voy llevando bastante bien para mis estándares, pero no es fácil porque estoy presente en casi todas las escenas”, admite la actriz. Juntas, creadora e intérprete, hablaron con Página/12 sobre el blog que primero se convirtió en libro (Alfaguara) y ahora estrena versión en formato televisivo.
–¿Ustedes se conocían?
Muriel Santa Ana: –No personalmente. La descubrí hace más de un año, cuando me hablaron del proyecto y empecé a meterme en el blog. Lo leí bastante, pero como el proyecto se iba demorando decidí despegarme un poco de la historia. No quería seguir alimentando algo que podía llegar a ser una gran desilusión. Por suerte eso no ocurrió.
Carolina Aguirre: –La conocía de los medios y, además, los lectores del blog habían comenzado a fantasear en quién podía interpretar a Lucía en caso de una película o programa de TV, y la mayoría había propuesto a Muriel. Había cierto acuerdo.
–¿Usted se había enterado de que los lectores del blog le habían adjudicado el papel, aun sin proyecto audiovisual concreto?
M. S. A.: –Sí, porque cuando empecé a leer el blog ya estaban los comentarios de los lectores. ¡No lo podía creer! Me sorprendió mucho que la gente asociara a Lucía conmigo. Bah, en realidad yo también me vi muy cercana a la línea de asociación con Lucía.
–¿En qué cosas se siente cercana a Lucía?
M. S. A.: –En cierto mapa emocional que tiene. Creo que la mayoría de las mujeres que promedian los 30 años se van a sentir cercanas emocionalmente a Lucía.
–¿Y cuánto de Aguirre hay en la manera de pensar de Lucía?
C. A.: –Hay muchas cosas mías puestas en su personalidad. La historia madre, obviamente, no es real. Tal vez alguna cita o candidatos que aparecen fueron alguna vez de carne y hueso, pero no más que eso. Hay situaciones y sensaciones que atraviesa Lucía que en algún momento viví. De todas maneras, yo desde los 24 años que estoy en pareja, por lo que estar soltera a los 23 no me era un problema. En todo caso, lo padecía cuando debía ir a los casamientos sin pareja.
–Pero a los 23 años no debería ser un “trauma” estar soltera...
C. A.: –No me molestaba estar soltera. Lo que me jodía es que en ciertas ocasiones es muy necesario llevar a una pareja para que no te excluyan o no te vuelvan loco, como la Navidad o determinadas fiestas. Son momentos en los que, desconozco por qué, las mujeres tienden a hacer un balance winner-loser. Las mujeres, en esas fiestas, tratan de probar que el hombre gris que las acompaña es el hombre de su vida. En las fiestas, las mujeres tienden a construir mundos de fantasía para el afuera. Y la que va sola siente la mirada externa de no haber llegado a la “meta”.
–¿Entonces la mujer sigue esclava de ciertos mandatos sociales?
M. S. A.: –Yo estuve casi toda mi vida sola. Recién hace dos años y medio estoy en pareja y viviendo las mieles del amor correspondido por primera vez. Pasé muchas situaciones parecidas a las de Lucía durante mucho tiempo, con muchos candidatos, frustraciones y comerme los mocos con citas que no llegaron a ningún lugar. De todas maneras, no sufrí tanto la soledad, me las arreglé bastante bien. Como nunca había tenido la experiencia amorosa, tampoco la añoraba. Y creo que eso me ayudó a pasar por el proceso de desilusión ante una cita incorrecta. Nunca experimenté el “volver a estar sola”. Me embolaba, me aburría, alquilaba cinco películas por día y me compré la mayor cantidad de electrodomésticos... ¡Me la hice fácil! No vengo de una familia donde los mandatos tradicionales estaban presentes. Mi mamá se ocupó de allanarme el camino para hacer lo que quisiera, ser lo más parecida a lo que quisiera ser.
–Lucía, en cambio, sí siente el peso del mandato familiar.
C. A.: –Yo tengo una familia muy estructurada y que le importaba mucho con quién se iba a casar la nena. Qué hacía mi novio o cómo me va a mantener eran preguntas habituales. Siempre fui la distinta, porque además estaba segura de que nunca me iba a casar, porque era un horror y no iba a poder hacer lo que quisiera... Lucía tiene en su hermana todo lo que mis padres hubieran querido de mí o lo que la mayoría de los padres quieren para sus hijas: que se case a los 23 con un hombre acomodado económicamente y profesional, que fuese rubia, flaca y jugase al hockey. Los padres no suelen querer para sus hijas lo que ellas deseen, sino lo que ellos quieren. Ningún padre quiere que su hija sea gorda, esté todo el día leyendo, casi no tenga amigas y pase mucho tiempo sola. Mi papá no quería que estudiara cine porque no era una “carrera de mujer”.
M. S. A.: –Lucía tiene ese mandato, porque por algo hace lo que hace y sale a cumplir esa meta. Pero en su mundo ella está bastante tranquila, con trabajo y con su propia casa. A ella la moviliza la apuesta que escucha entre su madre y su hermana. En principio, para ganarle la apuesta a su madre y conocerse ella misma; y después, para descubrir qué forma puede tener el amor para ella. No seguir el mandato materno.
C. A.: –Lucía está bien consigo misma, no es que está desesperada por estar de novia, no va a un boliche todos los fines de semana. Le gusta comer pizza y ver televisión. Ella creyó superar el mandato, pero cuando escucha esa apuesta entre su mamá y su hermana vuelve a lo más primario, y se da cuenta de que no tiene superado ni resuelto ese mandato con el que fue chipeada. Lo que hace Lucía no es probarle a la madre que puede conseguirse un novio, sino que intenta probarse a sí misma que puede mantener una relación amorosa real.
–A medida que avanzan los capítulos (o los posts), el personaje va comprendiendo que no es fácil “estar” con alguien.
C. A.: –Al principio, ella cree que es más fácil de lo que es. Dice que va a elegir un tipo y listo, con él va al casamiento de su hermana. Pero en el proceso se va dando cuenta de que no es una tarea sencilla conseguir un novio y se empieza a asustar y hasta a dudar de si está capacitada para mantener una relación. ¿Estaré fallada?
M. S. A.: –Lucía tiene una célula de miedo que subyace a su vida. Si ella estuviera tan entera y lo tuviera tan resuelto, se cagaría de risa y listo, seguiría haciendo la suya. Evidentemente, la madre puso en palabras el miedo más original de ella. La excusa que pone es hacerlo para demostrarle a la madre que puede, pero en realidad es una excusa del pánico que siente ante la dificultad de relacionarse con los hombres, al miedo que a las mujeres les dan los hombres cuando dejan de ser adolescentes.
–¿Creen ustedes que esa incapacidad para los vínculos con el sexo opuesto es más propio del género femenino que del masculino?
M. S. A.: –La presión social sobre el camino correcto que una mujer debería hacer ha cambiado. Creo que, en realidad, el problema del amor tiene que ver más con la fase individual, con cómo uno puede llevar mejor ese vínculo. Aunque es verdad que todavía hay gente que tiene una sensibilidad muy arrugada con relación a las mujeres. Pero yo no creo en esos mandatos, salvo en personas infelices que se los transmiten a sus hijos y lo único que hacen es trasladarles su propia infelicidad.
–¿Cómo consideran que suele representar la TV a la mujer?
C. A.: –No pensé Ciega a citas en términos de representación de la mujer en la sociedad actual. La pensé con la idea de escribir una buena historia. Creo sí que Ciega a citas tiene un relato novedoso, en el sentido de que el feedback de los lectores en el blog y en el libro hacían mucho hincapié en que la historia contaba cuestiones que por lo general no salen a la luz en los medios. Por ejemplo, los hombres suelen sorprendernos y decirnos que en 10 minutos están en nuestras casas. En general, en las ficciones los tipos caen a los 10 minutos y las minas siempre están perfectas y todo está lindo: no hay medibachas en el baño, revistas, cajas de pizza, libros patéticos que se supone que una no debería estar leyendo... Ciega a citas cuenta el backstage de la soltería. Series como Sex and the City nos hicieron muy mal a las mujeres. Ahora pareciera ser que si no sos columnista cool, no tenés zapatos divinos, no estás constantemente con citas amorosas y no te juntás una vez por semana con amigas divinas a contar sobre esa vida amorosa tenés alguna especie de retraso o sos infeliz. Y la verdad es que ése es un mundo irreal. La mayoría de la gente miente cuando en la oficina cuenta qué hizo el fin de semana. En la vida hay más pantuflas, pizza y Hallmark Channel que glamour y éxito. Desde ese punto de vista, puede ser que Ciega a citas traiga una novedad.
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