TELEVISION › EL éXITO DE LAS SERIES SE MULTIPLICA EN LIBROS Y BLOGS
Entre las costumbres que aparecieron con la masificación de Internet está la de debatir online los puntos de vista más improbables acerca del episodio de Lost o Dr. House que acaba de emitirse. Y a veces ese interés exacerbado hasta llega al papel.
› Por Leonardo Ferri
Que no sea explícita no quiere decir que sea inexplicable.
Dr.
Gregory House
El que entiende, entiende, y el que no, lee. Internet cambió a la TV tal como se la conocía, y también algunas costumbres derivadas de ésta. Las ediciones en DVD de las series más populares y, en especial, el download a las pocas horas de emitido el episodio en Estados Unidos (más algunas horas de subtitulado) les quitaron la novedad a los canales de televisión, que emiten lo mismo, pero tres meses después. La libertad de ver los capítulos en el momento del día elegido ya es un derecho adquirido y una comodidad a la que nadie parece querer renunciar. También se virtualizó la charla, la discusión que antes se daba en la sobremesa familiar, o en el recreo con los compañeros. Este paradigma que inauguró el fenómeno Lost –y que continúa con Fringe, Dr. House, Flashforward, Lie to me, Californication y hasta Los Simpson– también alcanza a los sitios, blogs y libros que intentan desmenuzar y explorar cada segundo emitido, para después conjeturar las más ¿locas? teorías.
Algunos elementos fueron (son) determinantes para que esta explosión de sitios suceda: la democrática web 2.0 que permite que cualquier hijo de vecino se arme un blog con los mínimos elementos; el mayor acceso a Internet y a las conexiones de banda ancha y, por supuesto, el entusiasmo de los fanáticos (ya no se habla de simples televidentes). Posterior es el paso del mundo virtual al papel, fenómeno que no se da solamente con las series (recordar el caso Taringa!), sino con cualquier blog que los editores hayan visto como interesante y económicamente redituable (casos Bestiaria o Ciega a Citas).
Aunque para muchos haya perdido la capacidad de sorpresa y se haya extendido más de la cuenta, Lost es el mejor ejemplo que hay sobre fanatismo y discusión acerca de una serie. Y sacarle la punta a cualquier detalle, por pequeño que sea, parece ser la premisa para David, un español de 28 años, controller financiero de profesión y fanático de Lost por elección, quien en su blog LostPH no deja dato por decir ni teoría por analizar. “Lo que para alguien es la clave de todo para otros es un simple error de montaje”, admite, aseverando eso de que el que busca, encuentra (aunque no haya). Al igual que muchos de los “analistas de series”, para hacer su trabajo mira entre tres y cuatro veces cada episodio, consulta a DarkUFO (la mayor referencia sobre Lost que hay en la web) y modera un foro en donde los usuarios “se juntan” a charlar cuando llegan los títulos del final.
Hay quienes sostienen que tanto debate se debe a que las tramas son cada vez más complejas, y están aquellos que ven a la consecuente sobreinformación de los televidentes como parte del marketing viral impulsado por las propias cadenas de TV norteamericanas. Lost, otra vez, fue pionera en generar material adicional exclusivo para la web y, de manera paralela, alimentar el debate: los mobisodes son cortos que la ABC dio a conocer con escenas nunca antes vistas, donde se revelan respuestas y nuevos detalles sobre los protagonistas. Y es conocida la historia de un tal Lostfan108, que armó bastante revuelo cuando envió a DarkUFO una serie de spoilers (término usado para aquellos adelantos perjudiciales para la historia), que revelaron el final de la tercera temporada. Cómo llegaron esos datos a él parece ser otro de los misterios de la isla. Para la temporada siguiente la producción tomó sus recaudos y filmó tres finales distintos, con tres muertos diferentes en el ataúd: Desmond, Locke y Sawyer.
“Recuerdo los mismos debates en el patio de la escuela, con series como El Fugitivo o Twin Peaks”, explica Hernán Casciari, escritor y periodista responsable de Espoiler.tv, un sitio en el que pasa revista a cada serie que ande dando vueltas por ahí. Para Casciari, es evidente un cambio de costumbres: “Antes éramos sedentarios, porque nos sentábamos y dejábamos que nos pusieran la película que correspondía a esa noche, pero ahora somos nómades, ya que vamos a buscar la película que se nos antoja”, reflexiona, y agrega que “como somos más curiosos que antes, elegimos tramas más complejas”.
Nacidas a partir de esa curiosidad, y mezcladas con buenas dosis de delirio e imaginación, las teorías se multiplican. Lost: la teoría del viaje en el tiempo surgió al promediar la cuarta temporada, y se distribuyó como un virus en la web. Una de las últimas, publicada en elblogdegnomo.blogspot.com, descubre un Lost inspirado en Las aventuras de Tintín. La “Teoría del espejo de Rousseau” supo encontrar explicaciones para muchas de las situaciones de la isla. En el medio se conjeturaron cosas tales como que toda la historia es un sueño, que el perro Vincent es el humo negro, que los sobrevivientes del accidente están en el purgatorio o que todo transcurre en un estudio de televisión gigante, y los protagonistas son víctimas de un reality, al mejor estilo The Truman Show.
Fringe, digna heredera de Lost –y producto de esa misma factoría llamada J. J. Abrams– es la historia de una detective del FBI, un científico loco y su hijo, que se encargan de resolver casos “raros”, relacionados con desapariciones, abducciones, control mental, realidades paralelas y regresos de la muerte. Todos esos hechos están conectados con un fenómeno que dan en llamar “El patrón”, y en cada uno de ellos está presente un hombre, al que llaman “El observador”. También existe una empresa, Massive Dynamics, que parece estar involucrada en cada caso, y que a pesar de que no existe en la realidad, tiene un sitio web en el cual se puede conocer a sus autoridades y hasta pedir trabajo. La historia es compleja y está llena de agujeros intencionales, que los autores van llenando muy lentamente, conforme aumenta la ansiedad, esa que tan bien aprendieron a manejar con Lost.
La serie intenta, dentro de la lógica que permite la ficción, tener un sustento científico para cada uno de sus casos, y para abrir los ojos de aquellos que no son eruditos ni aficionados a la ciencia, blogs como fringe.es desmenuzan cada capítulo, buscan explicaciones y discuten teorías posibles. Jorge Maldonado, de Zona Fringe, piensa igual que Casciari: “Creo que varios programas antiguos han tenido tramas complejas, y estoy seguro de que siempre ha habido personas que se dedican al análisis y la búsqueda de una explicación para estos programas. Claro, ahora se hace más notorio gracias a Internet y a que las personas están más informadas que antes, porque hay mayor acceso a la información”, afirma.
Pero no sólo las tramas son complicadas. Un drama médico como Dr. House no plantea mayores inconvenientes en cuanto a su introducción, nudo y desenlace (un caso complejo, ideas que conducen a la prueba y error y, al final, casi siempre la resolución), pero sí en lo referente a su protagonista y a lo intrincado de su personalidad. La filosofía de House es un libro escrito por William Irwin y Henry Jacoby, dos profesores de filosofía que encontraron rastros de Sócrates, Aristóteles, Russell, Sartre, Heidegger, Nietzsche y Peirce en el discurso del médico misántropo interpretado por Hugh Laurie. Bajo esta óptica, House es visto como un consecuencialista y no como una persona obstinada por curar enfermedades, aunque para ello tenga que violar leyes, maltratar al paciente y extorsionar a sus colaboradores. Otro de los elementos analizados en el libro es la aparente inspiración en el detective Sherlock Holmes, el personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle. La búsqueda obsesiva de la verdad, los métodos utilizados para resolver los casos y las analogías entre medicina y casos policiales: todo parece encajar a la perfección, incluso las coincidencias en las iniciales de los personajes (James Wilson-John Watson) y la calle Baker Street, donde House y Holmes viven.
El primer antecedente que explicó un fenómeno de la TV en papel fue The Science Of The X-Files, publicado en 1998, cuando Internet todavía no había reemplazado a la TV, al CD y al correo tradicional. Luego se publicó Seinfeld and Philosophy, de la misma serie que La filosofía de House. “El libro de House se está vendiendo muy bien en México y es por eso que se tomó la decisión de traerlo a la Argentina, no hay mucho más misterio que ése”, admite Gustavo Kogan, de Ediciones Continente. La filosofía de Los Simpson será publicado en la Argentina en febrero de 2010.
Los ejemplos abundan y hay tantos blogs didácticos como series en el aire (ver Direccionario). A pesar de tanto desborde de bits, Casciari prefiere pertenecer a la vieja escuela, la de la conversación real: “Me gusta mucho el cine debate de los ’70, pero con amigos en casa, cuando terminamos de ver Mad Men o Lost, y nos quedamos dos horas fumando y hablando de las tramas”, cuenta, y supone que los foros de Internet son eso mismo, “pero para gente que no tiene amigos analógicos”. Ya se sabe que Internet y las redes sociales cambiaron el significado de la palabra “amigo”, pero eso ya es otra historia, sobre la cual también hay libros escritos.
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