TELEVISION › CLAUDIO VILLARRUEL Y BERNARDA LLORENTE DEJAN TELEFE
Los hasta hoy director y subdirectora de contenidos del canal de Telefónica abrirán su propia productora “de ideas” porque quieren concentrarse en desarrollar programas y no ser “solucionadores de problemas full time”.
› Por Emanuel Respighi
Extraña paradoja del destino: con la precisión que no los caracterizó para que la programación cumpla con los horarios previstos de emisión, exactamente una década después de haber asumido con más dudas que certezas la responsabilidad de manejar los hilos de la pantalla de Telefe, Claudio Villarruel y Bernarda Llorente anunciaron el alejamiento de sus cargos de director y subdirectora de Contenidos y Programación del canal, respectivamente. La decisión no tuvo que ver con ningún tipo de conflicto con el canal perteneciente a Telefónica, al que mantuvieron líder casi ininterrumpidamente a lo largo de esos diez años, sino que se fundamentó en la necesidad de la dupla de alejarse de la gestión y dedicarse de lleno a la creación y producción de contenidos multimedia, a través de On TV, la nueva productora que lleva las firmas de Llorente/Villarruel. Marisa Badía, que hasta ahora se desempeñó como gerente de Producción del canal, asumirá el 1º de enero próximo la dirección de Contenidos y Programación.
Durante estos diez años, la dupla supo imprimirle a la pantalla tradicionalmente familiar del canal un perfil más arriesgado, que combinó los contenidos populares con otros de mayor compromiso social. Con sus aciertos y desaciertos, hay algo seguro: su gestión al frente del canal líder de la TV abierta marcó una era en la industria local, especialmente por haber sido capaz de inyectarle a la pantalla chica programas diferenciales que hasta hace poco parecían no coincidir con los gustos del gran público ni las necesidades de las emisoras mainstream (ver aparte). Ciclos como Televisión x la Identidad, Montecristo, Vidas robadas, Ver para leer y Telefe cortos, entre otros, existieron por y gracias al empeño y la voluntad de Villarruel y Llorente. Todas y cada una de las ediciones de Gran Hermano, vale decirlo, también.
Aunque dejará de manejar los destinos de Telefé, la dupla no se alejará del todo del lugar en el que trabajó en los últimos diez años: On TV, la productora “de ideas” que acaba de fundar, tiene exclusividad de pantalla para el mercado local con el canal por los próximos cuatro años. De todos modos, la intención de los ahora empresarios televisivos es trabajar más para el mercado internacional que para el local (en una proporción de 70 por ciento para el exterior y un 30 para el argentino) como abastecedores de ideas y directores de proyectos para terceros. Por lo pronto, en 2010 se encargarán de producir Los otros, televisión X la inclusión, un ciclo de ficción de cuatro telefilms que abordan temáticas reales de exclusión social y una novela protagonizada por Facundo Arana que llegará para después del Mundial de Fútbol.
“Creemos que era el momento de dar un paso al costado”, comienza a explicar Llorente, con el aval de Villarruel a su lado, en la entrevista conjunta con Página/12. “Creemos que diez años fueron muchos para la gestión. Lidiar durante años con el ego de los actores, los contratos, los gerentes, las limitaciones presupuestarias y las coyunturas televisivas es muy desgastante. Eso hace que te conviertas en un solucionador de problemas full time”, subraya. “Sentíamos que el día a día terminaba quitándonos tiempo para hacer lo que más nos gusta: crear programas, desarrollar ideas”, agrega Villarruel. “Las ganas de hacer otras cosas, de tomar otros desafíos y focalizar en ellos nuestros esfuerzos nos empujaron a tomar esta decisión. Focalizar toda la creatividad en algunos proyectos mientras se dirige un canal es muy complicado.”
–¿Qué aspecto de su gestión en Telefe los hace sentir orgullosos?
Bernarda Llorente: –Cuando llegamos, queríamos hacer una buena TV que expresara nuestra manera de ver el mundo. En aquel entonces, 1999, leíamos que en la Argentina cambiaba una etapa y por lo tanto debía cambiar la pantalla. Más allá de los programas, creemos que nuestro principal aporte fue conformar un equipo de trabajo en el que todos se entusiasmaran con los proyectos. Nunca quisimos que la TV inventara la realidad, ni creemos que tiene que ser un fiel reflejo de lo peor. Creo que pudimos construir un concepto de pantalla con algunos sellos diferenciales.
Claudio Villarruel: –La TV es un medio masivo que la gente prende básicamente para entretenerse. Es imposible satisfacer la demanda de todas las personas que componen la audiencia televisiva argentina. Un programador no puede ser autista de su límite moral, del rating y de los ingresos publicitarios. Tampoco puede bajar los brazos. Un programador tiene que tener la habilidad de poder entender los distintos gustos de la audiencia. Para programar, uno no puede dejarse llevar por prejuicios ni por gustos personales, siempre y cuando no traspase los límites éticos de uno. El desafío de incorporar nuevos contenidos a la TV privada, en parte, lo hemos logrado. Uno no puede programar toda la vida.
–¿Cuál creen que fue su principal acierto y cuál su mayor error en estos diez años?
Llorente: –El mayor acierto fue lograr mantener una mística de un canal en el que la gente tiene construida una identidad. Los que trabajan en el canal se sienten identificados y realizados con lo que hacen, hay un funcionamiento de trabajo muy poco burocratizado. Ciclos como Televisión x la Identidad, Los otros, Montecristo hacen que las personas no se sientan sólo empleados acatando órdenes.
Villarruel: –Y el mayor error fue cuando nos dormimos en los laureles, o en las palmeras, en 2002. En el contexto de la crisis, fue un año muy duro, en el que (Marcelo) Tinelli no quiso salir diariamente y fue sólo dos veces por semana, no la teníamos a Susana Giménez y Franco Buenaventura, el profe quedó en formato de tira cuyos horarios se modificaban según el día. Si bien el año pasado perdimos algunos meses, esa derrota se debió más a la competencia con El Trece. En cambio, en 2002, tras buenos 2000 y 2001, nos quedamos un poco y no tuvimos los reflejos necesarios para reaccionar rápido. Un programador no puede bajar los brazos nunca. En ese momento nos dijimos que teníamos una bala de plata para 2003: o nos iba bien o no servíamos. Y fue el año de Resistiré.
–¿Hay alguna cuenta pendiente que les quedó sin poder realizar?
Villarruel: –Me hubiera gustado hacer un programa periodístico. Siempre tuve la idea de hacer un programa político de debate de grandes temas, en el que cuatro o cinco periodistas y pensadores copados leyeran los diarios y comentaran las noticias para debatir con mayor profundidad problemáticas estructurales. Que José Pablo Feinmann, Pablo Dreizik y César Aira, por ejemplo, discutan con un lenguaje llano diversas cuestiones cotidianas, como el amor, el dolor... Ese es el próximo proyecto cultural: Ver para pensar. Pero como hay tantos ciclos del género en el cable, ubicados próximos a Telefe, y la calidad del periodismo político ha bajado tanto, se nos hizo imposible poder concretarlo.
Llorente: –La mayor cuenta pendiente de la TV no es hacer grandes contenidos sino cambiar los actuales. Lo que a la TV argentina le falta aún, y que pese a nuestros intentos no pudimos modificar, es cambiar los estereotipos de los que se suele valer y que tanto mal le hacen a la sociedad. Los valores de una sociedad no se cambian desde los grandes discursos o actos, sino desde las prácticas cotidianas. La TV sigue siendo machista, discriminadora, sigue mostrando a los marginados desde una posición amenazante y no solidaria, se encarga de los pobres como espectáculo y no como soluciones... Modificar ese discurso les permitiría a las nuevas generaciones no tener que pensar con esos estereotipos falsos.
–¿Eso es muy complejo de lograr o depende de la voluntad de quienes producen y programan?
Llorente: –Es muy complejo porque requiere de un trabajo a largo plazo y del compromiso de todos los actores de la industria. Los estereotipos se presentan como algo natural para la gente. Y no pasa solamente en la TV. El problema de la TV es más lo que dicen aquellos mensajes invisibles que se asimilan como naturales que los que se perciben como muy visibles. El problema surge cuando las cosas se disfrazan, cuando situaciones se presentan como normales y tienen influencia sobre la sociedad. El rol que se le suele dar a la mujer en los medios es nefasto.
–¿Y desde su función intentaron modificar esos estereotipos?
Llorente: –Las mujeres de nuestras ficciones suelen ser distintas. Son minas con vida y pensamiento propios, con iniciativas... Son mujeres que van en busca de su deseo de la misma manera que lo hace un hombre. Y eso pudimos hacerlo por la libertad con la que trabajamos. No nos invadió la mercadotecnia. Por eso pudimos poner al aire Televisión x la Identidad. La gente no es boluda, pero al estar homogeneizado el discurso, hace que éste se absorba naturalmente. Nosotros peleamos contra el discurso monolítico, tratamos de ampliar el discurso televisivo.
Villarruel: –A mí me da un poco de vergüenza cómo los medios se acercan a la pobreza, buscando más el impacto y el amarillismo que la proactividad para que tengamos una sociedad mejor. En la TV no suele primar el sentido de responsabilidad. Cuando algunos hablan de la seguridad y comparan a la Argentina con otros países que están peor que el nuestro, no me queda otra opción que pensar que los que tienen predicamento no se hacen cargo de su responsabilidad. La inseguridad tiene más que ver con la exclusión, la injusticia y la pérdida de trabajo que con el hecho de ser pobre. Si no se para el discurso alarmista mediático, donde pareciera que somos el peor país del mundo, cambiar la realidad va a costar mucho. Más allá de que quienes opinan son ciudadanos comunes, generan opinión. Hay que tener mucha grandeza a la hora de opinar, tomar distancia de lo que uno es y lo que uno representa. Como directores, nosotros tratamos de poner nuestro granito de arena para cambiar eso.
–Más allá de Telefe, ¿cómo perciben a la TV actual en comparación con la que se encontraron hace diez años?
Villarruel: –Sin hacer juicio valorativo, creo que la TV argentina ha evolucionado a la par de lo que ocurre en la TV del mundo en términos geológicos, en contenidos y en realización. Los contenidos televisivos representan el funcionamiento de una sociedad. Si uno quiere conocer la punta del iceberg de un país o una ciudad, lo único que tiene que hacer es prender la tele. Viendo la tele uno puede tener una idea más o menos acabada de la cultura del lugar. Que en la TV cualquiera le falte el respeto a cualquiera habla a las claras de cómo somos como sociedad. La argentina es una tele que sumó diversidad, en la que los medios públicos han recuperado un lugar que estaba perdido, con Encuentro y Canal 7.
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