Viernes, 15 de enero de 2010 | Hoy
TELEVISION › HOY COMIENZA LA COMEDIA MODERN FAMILY
No se trata de una familia disfuncional sino de tres. No es una típica ficción sino que apela al mockumentary. Después de tanta ciencia ficción y tramas oscuras, la TV parece redescubrir el placer de una comedia bien escrita y actuada.
Por Emanuel Respighi
La noticia no es menor, vale la pena gritarla a los cuatro vientos: ¡volvió la buena comedia a la TV por cable! Después de mucho, pero mucho tiempo, período en el que las series de temáticas paranormales y los dramas médicos se presentaron como las mejores propuestas made in Estados Unidos, finalmente la comedia dio a luz un nuevo programa en el cual los espectadores tienen la carcajada garantizada: Modern Family. Sin mayores pretensiones que la de retratar con acidez y descaro la vida familiar de estos tiempos, la serie que esta noche a las 20 estrena CityFamiliy, el canal premium que forma parte del paquete Movie City, vuelve a colocar al género en lo más alto de las opciones televisivas, dejando atrás la visión políticamente correcta que suelen acompañar a las comedias sobre la familia, sin caer en esa clase de humor tonto que sólo los estadounidenses pueden digerir mientras comen comida chatarra. Una comedia que, sin dudas, parece haber “resucitado” a la sitcom.
Producida por la cadena ABC, Modern Family se presenta como la más reciente creación de la TV estadounidense, que hace foco en los cambios culturales y cotidianos que se produjeron en el seno de la familia, en tanto núcleo primario y básico de la sociedad. La manera en que Steven Levitan y Christopher Lloyd, los creadores de la serie, decidieron abordar la cuestión, fue simple: en vez de centrarse en una única familia disfuncional (que no es otra cosa que una mirada sesgada de la actual composición social), los autores diseñaron un programa que se aproxima a ese complejo mundo a partir de seguir la cotidianidad de tres familias completamente diferentes. Sin juzgar a ninguna de ellas, Modern Family sólo remarca con humor que la familia –lamentablemente– no se elige.
Sin miedo al trazo grueso, las tres familias elegidas no escapan al estereotipo: una de ellas es un grupo tradicional con un padre que trabaja, una madre ama de casa y sus tres hijos; la otra es una pareja homosexual que acaba de adoptar una bebé asiática; y la tercera es una familia formada por un hombre mayor casado con una mujer latina mucho más joven que él y con un hijo adolescente. Tres casos que, así contados, no entusiasman demasiado.
Sin embargo, la clave de Modern Family –nominada al Globo de Oro como mejor comedia– es la estructura narrativa en las que estas tres familias interactúan. Recuperando el mockumentary (falso documental) que el gran Ricky Gervais inauguró con The Office allá lejos y hace tiempo, exactamente en 2001, la trama de la serie avanza a través de la lente de un documentalista y su equipo de trabajo, a los que los Pritchett, Dunphy y Delgado aceptaron ser entrevistados. En ese nuevo estado en el que sus vidas se exponen las 24 horas del día a ojos ajenos, las situaciones que atraviesa cada una de las familias y los conflictos latentes que las invade –cortados abruptamente por las entrevistas y los comentarios a cámara que realizan cada uno de sus miembros– se vuelven tan verosímiles como graciosos y patéticos.
El recurso estético y narrativo del mockumentary resulta genial para espiar la vida familiar y aportarle realismo al relato siempre exagerado de la comedia estadounidense. De alguna manera, la cámara en movimiento o detrás de una cortina, simulando el documental, hace que incluso los personajes estereotipados con los que suele moverse la comedia resulten creíbles. Mientras que el humor cómplice necesario en el género surge naturalmente ante la mirada a cámara de sus protagonistas o los comentarios que realizan en las entrevistas que se intercalan con la “ficción”. Claro que la forma de Modern Family no basta para volverla disfrutable: la serie posee diálogos sofisticados que, en medio de su frenético ritmo, sobresalen entre la mediocridad a puros gags fáciles y remanidos que caracterizan a las sitcom adolescentes. Si en The Office las cámaras irrumpían con ironía en la oficina, en Extras en un estudio de televisión, en Modern Family la lógica del falso documental aborda con humor y ternura la hermosa y torturante vida familiar contemporánea.
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